Mar del Plata vive su momento de mayor incertidumbre en la temporada: a menos de un mes de haber abierto todas las puertas al turismo, el coronavirus vuelve a crecer a un ritmo que preocupa cada vez más a autoridades y empresarios. Desde el 15 de diciembre, el número de contagios, que sostuvo una baja relativamente constante durante más de un mes, revirtió su tendencia con un aumento del 27% y, a la fecha, el promedio de infecciones que se reporta a diario oscila entre los 180 y 220 casos.
Con estos registros y el alza inevitable en la cantidad de personas con covid-19 bajo tratamiento --había 1600 pacientes activos y actualmente hay más de 2200--, la ciudad ingresó al estadio de “alerta amarillo” dentro del semáforo epidemiológico que dictamina el pulso del verano. Y los pronósticos a corto plazo tampoco son los mejores: la proyección de la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) marca que, para el 7 de enero, habría hasta 300 infectados por día, por lo que el total de enfermos podría llegar a 3900.
El flujo turístico que absorbe “La Feliz” desde comienzos de mes se presume como la causa más evidente de este crecimiento. Una de las pocas certezas que deja entrever la pandemia es que, a más circulación de personas, hay más circulación del virus, y la temporada tiene una clara incidencia en este aspecto. Desde el Ente Municipal de Turismo (EMTuR) le revelaron a Página/12 que durante la primera quincena de diciembre arribaron aproximadamente 290 mil visitantes, que se añaden a los más de 20 mil propietarios no residentes que llegaron en noviembre.
Pero el intendente Guillermo Montenegro y distintos infectólogos coinciden en que las reuniones por las fiestas, sumadas a la mayor salida de los jóvenes, el relajamiento de las medidas de cuidado y la recurrencia de eventos clandestinos, también impactan de lleno en los contagios. De hecho, un importante universo de las últimas infecciones, según aseguran desde el Municipio, se corresponde con personas de entre 18 y 40 años que transitan cuadros que no requieren internación, lo que evita que haya una sobrecarga --al menos por ahora-- en el sistema sanitario.
“No está pasando nada distinto de lo que esperábamos que fuera a ocurrir, porque esta tendencia ya se vio en Europa y en todos lados. El problema es que a nosotros nos agarra la ‘segunda ola’ de contagios del verano y al mismo tiempo la ‘tercera ola’ de contagios por las fiestas. No sé si estas dos curvas se van a solapar o si habrá un aceleramiento mayor de los casos positivos. Esperemos que no haya un rebote exponencial”, analiza, con preocupación, Santiago Fares Taie, responsable de Fares Taie Análisis Clínicos, uno de los laboratorios claves en Mar del Plata para la detección de covid-19.
Y en el empresariado turístico no solo hay incertidumbre por las futuras restricciones que podrían imponerse frente a la suba de casos, ya sea por decisión del intendente o de la administración de Axel Kicillof, sino por el magro rendimiento económico que arroja el primer paso de la temporada. Las estadísticas del EMTuR sobre la primera quincena confirman una caída sensible: si bien el número de visitas es importante para el contexto inédito de la pandemia, también es cierto que no tiene comparación con el año pasado, donde diciembre cerró con 829.193 turistas.
Para Navidad, las reservas en los hoteles apenas oscilaron entre el 10% y el 15% de las plazas disponibles; en Año Nuevo se observa un leve repunte de entre el 35% y el 40% pero para enero se sostiene un estancamiento del 15%. Está claro que, en ningún caso, el sector alcanza a cubrir sus necesidades y expectativas. “Es menos de la mitad de 2019. Creo que la pandemia y las cuestiones económicas llevan a que esté todo tan flojo. Es difícil de saber pero así son los números reales”, dice Jesús Osorno, vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica.
Miguel Ángel Donsini, que preside el Colegio de Martilleros, señala que las “dudas” de los turistas mantienen por esta fecha las reservas de alquileres de inmuebles en un piso bajo del 30% y el escenario más optimista lo aporta Esteban Ramos, referente de la Cámara de Empresarios, Balnearios y Afines, quien considera que la actividad “mejoró un poco” con relación a algunas semanas atrás aunque ratifica una pérdida al recordar el año pasado. “Algunos tienen reservas en el orden del 40% y otros están un poco mejor. Confiamos en que va a levantar más con el buen clima. Hay que seguir esperando”, comenta el concesionario, en diálogo con Página/12.
Los operadores turísticos afirman que Mar del Plata sufrirá consecuencias “catastróficas” si atraviesan una temporada “mala” y por eso, con la preocupación fundada en los indicios económicos que abren este particular verano, no sorprendió que en la visita que hizo este lunes a la ciudad el ministro de Turismo, Matías Lammens, se le insistiera con la necesidad de dar continuidad al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) para evitar un quiebre más profundo de distintas empresas.
“Una buena temporada se logra trabajando al 95% de la capacidad pero si estamos a menos del 50% no es buena. Todavía tenemos que ponernos al día con muchas deudas y hoy son malas las perspectivas; sabemos que la temporada no va a alcanzar y por eso todo el turismo necesita que siga la ayuda”, plantea Eduardo Mayer, el titular de la Cámara de Recreación local.
Otro de los pedidos que abogan por una pronta respuesta es el de la nocturnidad: Provincia primero había dado el aval para trabajar al aire libre y con una concurrencia máxima de 200 personas, lo cual ya desataba fuerte malestar e incógnitas en los principales referentes del rubro, pero finalmente el jefe de Gabinete de Kicillof, Carlos Bianco, confirmó el miércoles que se suspendería este tipo de actividades por el aumento de contagios.
Los privados y el Municipio buscan que se concedan autorizaciones según el aforo de cada establecimiento al entender que la prohibición solo alienta la realización de fiestas clandestinas, que mostraron un auge en el último tiempo: en lo que va de diciembre, se desactivaron en total 159 eventos sin habilitación, según le confirmaron a este medio desde la Secretaría de Seguridad de la comuna. “En el casino permiten hasta 1000 personas y a puertas cerradas. No se entiende”, es la crítica que se repite, al unísono, en la zona de Playa Grande.
Los empresarios aseguran que están en juego 1500 fuentes laborales directas, la principal razón que justifica el apoyo de Montenegro hacia el sector. Es que el jefe comunal lee la temporada como sinónimo de trabajo y sabe que sus decisiones en el verano deben apostar, más que nunca, a conservar el delicado equilibrio entre salud y economía. A mediados de noviembre, había anticipado que limitaría el ingreso de visitantes si la pandemia generaba nuevos dolores de cabeza. La pregunta, entonces, es hasta cuándo esperará el intendente y cómo restringirá el turismo que tanto necesita la ciudad.