Pasado mañana, Las Ligas Menores debutarán en la tierra de Trump en una nueva edición de Coachella. Serán dos shows (15 y 22/4) entre tanques de la industria del entretenimiento como Lady Gaga, Radiohead, Kendrick Lamar, Lorde, The xx y New Order. Aunque su llegada al festival con base en Indio, California, haya sido la última gran chuza del rock emergente argentino (sólo Babasónicos, Bajofondo Tango Club y Juana Molina lograron hacerse lugar en la grilla), dentro del microclima del sello Laptra, donde el “si le va bien a uno le va bien a todos” es mantra, parece un movimiento casi natural. “Todos los que forman parte del sello abrieron el camino para que bandas como nosotros lleguemos a lugares impensados”, dice Anabella Cartolano, cantante, guitarrista y compositora.
Hace poco más de dos años que el interés por la música guitarrera, sensible e introspectiva del quinteto de Caballito viene rebalsando las fronteras argentinas. Sus viajes por Perú y Chile, donde la gente sabía sus canciones y hacía cola conseguir una firma, o ese extraño fenómeno en México, donde existe una importante base de seguidores, marcan un crecimiento exponencial en línea directa con la historia de El mató a un policía motorizado, banda referente y amiga del sello. “Nos impacta mucho la repercusión afuera, es algo que no entendemos por qué pasa y nos obsesiona”, dice la bajista María Zamtlejfer.
Mientras, puertas adentro Las Ligas Menores trabaja en la reconfiguración de su sonido, cada vez más pulido y hi-fi. El simple que sacaron en diciembre con dos temas nuevos (Ni una canción y Mis amigos) más el cover de Galaxie 500 (Fotos) incluido en un homenaje al trío estadounidense recién publicado por el sello cordobés Lo-Fi Records, son acercamientos al próximo disco que el grupo está empezando a digitar bajo producción artística de Tom Quintans de Bestia Bebé.
“Todos evolucionamos en nuestros instrumentos y eso nos da nuevas herramientas. La esencia es la misma pero todo suena un poco distinto, queremos creer”, dice el guitarrista Pablo Kemper. “Yo fantaseo con que vamos a hacer un discazo”, suma Zamtlejfer. “Es un deseo muy grande. El hecho de que todas las canciones sean nuevas es medio un momento de ebullición para nosotros.”
Dentro del entramado de canción guitarrera de melodías seductoras, el tono desanimado y nostálgico del grupo parece ser firma indeleble. “Siempre escribo de desgracias. No es de pesimista, pero generalmente cuando estás mal es cuando más ganas tenés de descargar y te sentás a escribir o a tocar. Pero las letras de este disco son un poco más de amor que de desamor”, avisa Cartolano. “A veces pienso si todo el tiempo voy a tener que escribir de amor o desamor; me dan ganas de hacer una letra que realmente valga la pena, que tenga que ver con algo más importante, con todo lo que está pasando en el país, pero todavía no me llegó.”
¿Y cómo incide en su música este momento de crisis política y social?
Zamtlejfer: La crisis se re nota y de hecho tratamos de no hacer fechas a fin de mes porque menos gente va a los recitales. Pero en nuestra música siempre hablamos de algo bastante personal, aunque no de modo tan literal. Hay otras crisis también, las personales, que tienen que ver con momentos de la vida. Nosotros estamos sobre los 30, así que venimos lidiando con planteos existenciales que no nos hacíamos a los 25. Todo eso seguro formará parte del espíritu de nuestro nuevo disco.