Decía el gran Henry David Thoreau que cuando escuchaba música, no le temía a nada: era invulnerable, entraba en contacto con los tiempos más antiguos y con los más recientes. Simbólica armadura ofrece entonces Las12 para iniciar un incierto 2021 moviendo el esqueleto o entrando en modo introspectivo, a preferencia personal, con otro repertorio variopinto que aúna flamantes singles de artistas de Londres a España, de Japón a Estados Unidos, de Francia a China… Después de todo, ya señalaban estas páginas a comienzos de año los efectos bienhechores del mero hecho de escuchar canciones: que libera endorfinas, que reduce la ansiedad, que aumenta el nivel de dopamina, largo el piadoso etcétera. A saber…
Haz todo y no sientas nada. Para un año donde poco hace sentido, nada mejor que dejarse arrastrar por el encantador delirio de Scratchcard Lanyard, último single de la banda pospunk Dry Cleaning. Conforme su atípico estilo, Tom Dowse (guitarra), Lewis Maynard (bajo) y Nick Buxton (batería) plantan frenético ritmo mientras la vocalista Florence Shaw va a su bola con crípticas líneas, escritas ¿a vuelapluma?, dispensadas cual spoken word. I've come here to make a ceramic shoe, and I've come to smash what you made, entona en un tramo con acentuada apatía, para luego dejar caer: I think of myself as a hearty banana / With that waxy surface. ¿Okay…? “Haz todo y no sientas nada”, repite la líder de este grupo londinense, que recientemente fue fichado por el legendario sello 4AD. “En la búsqueda por una verdadera vocación en la vida, es fácil intentar demasiadas cosas y acabar mareado, confundido (…) Para sentir alivio, ¡a decantarse por lo efímero y las experiencias escapistas en pequeña escala!”, la sucinta explicación de Dry Cleaning sobre este delicioso canto al absurdo. Un bálsamo de irrealidad sí es.
Locas lindas. Para chifladuras épicas, la bailable Come in Brazil, del ep Vampire Weekend, debut de una de las drags más delirantes y queridas de la saga RuPaul: Katya Zamolodchikova, acompañada aquí por otra reina icónica, Alaska Thunderfuck. En el novísimo videoclip, lo rematadamente disparatado toma forma vía estética retro-chic de los 80s (incluidos “desperfectos” a lo VHS), mientras se suceden las risas demoníacas, el glamur decadente y los guiños al film Brazil, de Terry Gilliam.
Revolución francesa. Después de participar de la banda sonora del film animado J'ai perdu mon corps (2019) y de su aclamado álbum Nord (2017), la chanteuse Laura Cahen vuelve al ruedo con el sencillo Cavale, adelanto de su próximo disco. Fiel al pulso indie pop, la voz de la multinstrumentista -tan delicada como potente, siempre al servicio de la palabra y de la armonía- entona “un himno a la libertad y a la asertividad”, según ella misma destaca. Después de todo, la artista de 30 -que aprendió piano siendo mini, con apenas 4 añitos- compuso letra y música pensando “en dos chicas que escapan en un estallido heroico, que libera de los lobos opresores”. En el video, recuerda Cahen a la histórica revolucionaria Theroigne de Méricourt, mientras sostiene tenso encuentro con una loba arrepentida, la actriz Camille Rutherford en el rol de una generala que traiciona al régimen. Duelo de miradas, triunfo de la sororidad, escape a caballo hacia vaya a saber dónde.
Chau, chau. Desde Nantes, las díscolas Mansfield.TYA, electrodúo experimental formado por Rebeka Warrior y Carla Pallone, prometen “una oda poética al New Wave” con su inminente Monument Ordinaire, quinto álbum de estudio, sucesor del hipnótico Corpo Inferno, de 2015. Con salida prevista en febrero, ya hay adelanto: Auf Wiedersehen, sencillo que adiós a cualquier forma de opresión, como deja clarísimo su diabólicamente bello videoclip. Filmado en la Abadía de Royaumont, con una estética que bebe del transgresor film Los demonios, obra maestra de Ken Russell de 1971, la dupla se revela a punta de espada contra una eclesiástica que demanda obediencia, silencio, castidad. En asfixiante enclave gótico medieval, entre afligidos penitentes queer, sucumbe la rígida carmelita ante los versos de Mansfield.TYA, que redimen a brujas, paganos, libertinos, amantes, criminales…
Yé-yé. “Historias de corazones rotos, teclados vintage, melancolías agridulces: en Un, deux, trois, su último disco, el trío francés Juniore revisita los años yé-yé, y entrega una obra más irreverente que nostálgica, de grácil insolencia”, se rendía a principios de año el rotativo Le Monde frente al grupo liderado por Anna Jean. A las diosas agradece hoy día que se dejara la banda dos ases bajo la manga: Tes cheveux y Un jour ou l’autre, que han compartido muy recientemente, como extensión tardía del mentado álbum de estudio. Acompañada por la baterista Swanny Elzingre y el bajista Samy Osta, la impávida Anna Jean no declina los senderos sixties, aunque ciertamente los bifurcan con reminiscencias al spaghetti western e inclinaciones electrónicas, como recuerda el encandilado Les Inrocks.
Enfant terrible. Ha mudado de nom de plume la nipona Nana Yamato para su álbum debut: con apenas 20 años, quien tiempito atrás lanzase sencillos de pop de dormitorio bajo el nombre ANNA, se reinventa ahora para su inminente LP, Before Sunrise, seguidilla de “secretos con brillo nocturno que escapan del cuarto antes de que llegue el amanecer con las tediosas demandas de la vida adulta”. Joven sí que es esta muchachita que rehúye de la monotonía, labura en una disquería de Tokio y encuentra demasiado solitaria a su ajetreada urbe. Como sea, ya hay adelanto para corroborar si efectivamente se viene bombazo de pop independiente japonés, como promete el sello neoyorkino Dull Tools que lanzará su primer CD: el promisorio tema If, marcadamente lo-fi. Esperable, visto y considerando que Nana Yamato cree en el “hazlo tú misma”: toca la guitarra y el saxofón, crea ritmos y melodías MIDI, y hasta ha diseñado el arte del disco. Menuda todoterreno la chicuela que encontró su vocación tras entrar a una tienda de discos de la concurrida Harajuku y hacerse de un álbum de la banda danesa Iceage.
Sincretismo chino. De otra geografía oriental, y en plan clubbing, la DJ, productora y compositora Yu Su, oriunda de Kaifeng, a orillas del río Amarillo. Con actual residencia en Vancouver, la artista de repertorio ambiental, ducha en fusionar paisajes naturales y sintéticos con sus mezclas para pista, anduvo girando en 2019 por discotecas del país del sol naciente, desde la portuaria Qingdao hasta Xining, el centro urbano más grande de la Meseta Tibetana. De tanto cruzarse con buenísimos colegas under y queriendo dar visibilidad a talentos emergentes, decidió armar un sello de amplio espectro, Bié Records, con base operativa en Beijing. El primer lanzamiento será suyo: Yellow River Blue es su LP debut, y ya ha dejado caer adelanto, el single Xiu, donde tradición y modernidad hacen piña con climáticos resultados.
El amor no es así. I really hate when you say you love me, / those spoken words are wet concrete. / And in your arms, I feel so lucky /, weightless when you lie on me, muestra su costado más vulnerable (y contradictorio) Noah Cyrus en All Three. Balada donde combina el espíritu de la música country con la sensibilidad del pop actual, su marca personal, para hablar de un amor dañino y anhelar una relación libre de toxicidad. Y sí, las comparaciones son antipáticas, pero imposible obviar el adn cuando el puntito de aspereza en su voz recuerda inevitablemente a la de su hermana mayor, Miley. Como sea, está labrando su propio camino la muchacha de 20, autora de The End of Everything, que recientemente fue nominada a un Grammy en la categoría Mejor Artista Nuevo, a celebrarse el 31 de enero. Y que decanta lágrimas en canciones; ya nos las vende en frasquito como intentara dos años atrás tras romper con un filito.
Sarna con gusto no pica. La que pareciera pasarlas canutas en el amor es Mikaela Straus, aka King Princess, de tomar por buena la letra del novísimo Pain, tema donde -lejos de apichonarse- se relame del dolor en actitud plenamente masoquista, recibiendo algún que otro chirlo con gozosa sonrisa, como muestra su clip (dirigido por su novia, dicho sea de paso, la realizadora Quinn Wilson, frecuente colaboradora de Lizzo). “Es como si George Michael se fusionara con la era Erotica de Madonna, y la mezcla acabara en un remix bomba para una discoteca gay”, resume inspiraciones/intenciones la chica de Brooklyn sobre el movidito sencillo, que efectivamente recuerda a Freedom del ex Wham!
Reencuentro. “Cuando la desfachatada y burlona líder de No Doubt, Gwen Stefani, rompió a mediados de los 90s el monopolio masculino del rock-alt, difícilmente hubiésemos podido predecir dónde estaría ahora, a sus 51 años”, se lamenta el New York Times sobre una actualidad signada por duetos country ocasionales con su novio Blake Shelton, tracks navideños, participación como jurado en longevo reality de canto. Así las cosas, para recordar a sus fans que todavía es esa chica libérrima que se impuso a base de ska y reggae, Stefani ha lanzado Let Me Reintroduce Myself, primer single original que cuelga desde 2016. ¿Palidece en comparación a Tragic Kingdom? Oh, sí, pero como se encarga de remachar y remachar Gwen a lo largo de la canción: “No es un regreso, me estoy reciclando”.
Reunión cumbre. Para epítome de los 90s -y ya luego, del dosmileo- quien se erigiese princesa indiscutida del pop, Britney Spears, que ha llamado a otros soberanos de antaño, los Backstreet Boys, para reclamar el elusivo trono de la escena. Mal que pese a almitas nostálgicas, Matches no es una vuelta a esos gloriosos años donde la sobredosis de denim y las producciones de Max Martin marcaban la pauta, sino una pista dance a tono con nuestros días. “Me gusta la manera en la que te vestís. Y la forma en la que te desnudás”, cachondea la eterna Britney.
Además… Tras la salida de su LP en solitario Petals For Armor, Hayley Williams (vocalista de Paramore) muestra su costado más despojado con el inédito Find Me Here, sencillo acústico que planta como “auto-serenata”. Desde huestes ibéricas, la artista bilbaína La Bien Querida se le anima al inoxidable Soy rebelde, que popularizara en los 70s Jeanette, en una versión más oscura que llega a buen puerto. Airosa sale también la inglesa Georgia al abordar, en vibrante versión synth-pop, Running Up That Hill, de Kate Bush; aunque, todo sea dicho, a la extraordinaria versión original no hay quien le compita…