En el intento de esclarecer nuestra clínica, sus mutaciones, su incomodidad vemos que durante años trabajamos al amparo de las leyes del significante y operando con la interpretación. Esa fue nuestra comodidad, la seguridad de lo conocido, lo predecible de las leyes que rigen al significante ordenadas por el padre, por falo y castración. El síntoma siempre amarrado al posible develamiento de su sentido nos dio la tranquilidad de operar en nuestra práctica con el respaldo de la ley del padre. No alcanzaba.

Ya Freud en su momento se preguntó qué hacer en relación con la reacción terapéutica negativa, y Lacan levantó el desafío en su práctica para venir a plantearnos que la simple práctica de la interpretación va en la vía de lo que llamó "la estafa psicoanalítica".

En lo contemporáneo, Miller nos vino a decir un día "adiós al significante". Gran incertidumbre para los practicantes del psicoanálisis, ya sin la protección del sentido. ¿Cómo arreglarnos? Y es que el sentido escapa todo el tiempo, se desplaza, se multiplica, y con esa multiplicación enreda el cuerpo en un goce sin límites. ¿Qué hacer con ese cuerpo afectado por lo real? ¡¿Cómo hacer un tratamiento de lo real si real y significante se encuentran en dos campos excluidos?! Lacan inventaba. Inventaba sus nudos y también en su práctica inventaba recursos con el fin de intentar hacer posible tratar con lo imposible.

Hoy nos preguntamos por una clínica que conmueva las defensas, una clínica del parlêtre, que ya no es la del sujeto del significante sino que quiere tocar lo real, apuntar al cuerpo para que no sea del orden de la estafa.

 

El trabajo analítico, en su largo trayecto, verifica que no hay sentido, no hay una última palabra.

 

La perspectiva del sinthome nos introduce en una práctica ya por fuera del sentido. ¿Será posible que podamos formular una clínica sin nombre del padre? Esto sería una clínica a la altura de nuestra época, en la que el ascenso del objeto hacia el cenit fuerza el empuje a gozar sin límites.

Sostener estas singularidades es la apuesta de trabajo, interrogando textos y casos. No obstante, entrar en análisis es en principio creer en el sentido, en el desciframiento del inconsciente, creer en la fórmula que dice "hay un saber en lo real". El trabajo analítico es un largo trayecto que verifica que no hay sentido, no hay una última palabra, no hay un saber en lo real. Para esto hay que hacer ese trayecto de desciframiento de las llamadas formaciones del inconsciente, la reducción progresiva de los síntomas para finalmente llegar hasta su núcleo ineliminable; es necesario entonces una decisión conclusiva del sujeto para descubrir que lo real es imprevisible, que es sin ley que no hay ninguna regulación que permitiría controlarlo o dominarlo.

 

* Miembros EOL. Responsables de la actividad referida. En Agendapsi.