A la hora señalada, en el Hospital del Centenario, y con la presencia de una inusual cantidad de medios y periodistas se puso en marcha el plan de vacunación con la Sputnik V en simultáneo con lo que ocurría en todas las provincias argentinas. El gobernador Omar Perotti dispuso que fuera en Rosario, y no en la capital provincial --como ocurrió en otra provincias-- por la relevancia de la ciudad y para dar una muestra acabada de armonía política y de gestión en donde la responsabilidad obligaba a tal comportamiento. Es lo que debe ser --podría decirse-- pero no siempre ocurre y basta echar un vistazo al vínculo del jefe de Gobierno de CABA con el Poder ejecutivo nacional o la provincia de Buenos Aires.

La gravedad de la pandemia hizo que se dejaran de lado diferencias políticas, partidarias desde ya, y se trabajara mancomunadamente para sortear la situación de la mejor manera posible. Y así se hizo, con "el diario del lunes" alguna cosas pudieron hacerse mejor, sin dudas. No obstante la disparidad de criterios, de opiniones no siempre coincidentes, no alteraron el funcionamiento y mucho menos pusieron el vilo a a la población angustiada por el confinamiento, a la que solo le faltaba ver rencillas entre quienes toman las decisiones para completar la desolación. Eso tampoco sucedió.

La ministra Sonia Martorano --que siempre recuerda, "no vengo de la política", que llegó al cargo tras la oportuna renuncia de Carlos Parola- y el secretario de Salud de Rosario, Leonardo Caruana --que sí viene y reivindica la política-- son los nombres propios que este cronista eligió para reconocer y homenajear a los trabajadores de la salud. La convicción de ambos en torno a la política de salud pública, la reivindicación de Estado como actor fundamental, y el acompañamiento con hechos de los conceptos sostenidos a lo largo de estos 10 meses marcan la diferencia entre funcionarios y servidores públicos.

Argentina está vacunando en el mismo año que se desató la pandemia. Mal que le pese a los terraplanistas, adoradores del mercado, saltimbanquis de la política y conservadores venidos a menos, este país pobre y periférico está haciendo lo mismo que las grandes potencias: la más grande campaña de vacunación jamás vista. Y en medio del desastre económico producido por el gobierno anterior.

 

Ayer el Centenario no era una fiesta porque en medio de la catástrofe del covid-19 no hay ningún margen para el festejo. Sin embargo, todos los que estuvimos ahí, en algún momento sentimos la emoción de estar frente a un hecho histórico. Los cinco trabajadores de la salud -- los primeros vacunados -- apenas pudieron contener el llanto cuando recordaron a sus compañeros que ofrendaron sus vidas para cuidar a los demás. Luego hablaron el intendente Pablo Javkin y el gobernador. Discursos breves y correctos. Sin imposturas ni cálculos políticos, diciendo lo que tenían que decir, y sobre todo habiendo hecho lo que debían hacer. Nada más y nada menos.