“Con los hombres trans todavía sigue pasando lo mismo, es una ruleta rusa cómo te atienden les profesionales de la salud. A veces te encontrás con médicos que entienden que cada cuerpo es un mundo y hacen un seguimiento ya sea para ser padre o abortar. En Neuquén, por ejemplo, hay muchos socorristas, entonces hay una veta de socorrismo trans. Pero también me he encontrado con casos de chicos trans que no tienen información sobre cómo cuidarse. La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) no contempla que los cuerpos de los hombres trans muchas veces son fértiles. A eso se le suma el desdén de médicos que escogen la violencia y la discriminación frente a un cuerpo que “no es normal”. Un hombre trans que tiene vagina y tiene una pareja que es un hombre cis cree que por inyectarse testosterona queda estéril porque se le corta la menstruación. Sin embargo, hay veces que no, se corta la menstruación, pero podés seguir ovulando, podés quedar embarazado.” Relata el periodista de La Izquierda Diario, Tomás Máscolo, del otro lado del teléfono, mientras deja en stand by la escritura de una nota de cara al 29 de diciembre, día en que lxs senadores decidirán que el aborto continúe en la clandestinidad o se convierta en un derecho sexual y reproductivo. Tom es un varón trans. Hoy, a sus 33 años de las dos experiencias de aborto que tuvo que atravesar, recuerda el miedo de llevar adelante una práctica clandestina y el dolor que sintió. “Desde que aborté hice mucho hincapié en que no me morí, me parece muy importante destacar eso”, asegura.
En 2016 Máscolo realizó una encuesta en la cual entrevistó a más de 30 varones trans de distintos países de Europa y Latinoamérica: “Hay un montón de paternidades trans. Siempre sale ‘el primer hombre trans en tener un hijo’ y no es así, a lo largo de la historia se fue dando. Desde la década del 80 hay tipos trans que son padres y otros que abortan. El punto que tienen en común es la clandestinidad, que es el último eslabón de una cadena de violencia y derechos vulnerados porque antes no tuvo Educación Sexual Integral, no se pudo atender con un ginecólogue, y el miedo de exponerse a una institución médica que sabe muy poco de nuestros cuerpos y del trato hacia nosotros.”
En el debate sobre el aborto, las voces de los varones trans continúan silenciadas y ese silencio tiene su correlato en el imaginario social. A pesar de los aportes que desde hace más de diez años vienen realizando activistas como Blas Radi y Mauro Cabral, el aborto y el embarazo se sigue pensando como un asunto que solamente atañe a mujeres. Las consecuencias son múltiples: desde profesionales de la salud que no saben cómo tratar los cuerpos de varones trans, discriminación social, hasta la negación incluso dentro del movimiento feminista. Tal como afirma Blas Radi en una de sus investigaciones, hay “un compromiso con un paradigma reproductivo (cis)sexista, que se afirma en un modelo mítico de mujer como madre y que, además, clausura cualquier posibilidad reproductiva de las masculinidades trans, históricamente instados a renunciar a ella”.
Por otra parte, desde la lógica del régimen de heterosexualidad obligatoria, algunas personas de manera prejuiciosa y desinformada suponen que los varones trans sólo se vinculan sexoafectivamente con mujeres cis, por ende, las posibilidades de embarazo serían nulas. Los varones trans que conservan sus órganos reproductivos pueden embarazarse. “Algunos se identifican como “putos trans” y tienen relaciones sexuales con varones cis o trans. Otros tienen relaciones sexuales con mujeres trans o con travestis (no se identifican como putos y sostener que lo son implica negar la identidad de género de sus compañeras)”, explica Blas Radi en un artículo de 2018 de Revista Anfibia.
Las dificultades y las formas de violencia institucional que atraviesan los varones trans en el sistema médico van desde el no respeto de su identidad, profesionales no capacitadxs para brindarles atención adecuada, hasta el incumplimiento de la Ley de Identidad de Género. “Aborto legal para varones trans” es una demanda que emerge de que los varones trans que abortan enfrentan una clandestinidad doble: la de un procedimiento ilegal y la que supone negar su identidad de género para no profundizar el maltrato, asegura Radi.
Los silencios provienen incluso dentro de un sector del feminismo que no considera a los varones trans como sujetos políticos de los debates sobre la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Y si nos acercamos al feminismo transexcluyente afirman, sin ningún reparo, que los varones trans ‘son mujeres que han traicionado a su género’. “Cuando empecé a ir a los Encuentros Nacionales de mujeres se dieron distintas peleas, porque no querían que las personas trans y travestis participáramos. Recuerdo que en el Encuentro de Mujeres de Paraná pusimos de pie un taller LGTTBI para hablar sobre el aborto, porque en los talleres que había no me dejaban participar. Me decían que ser varón trans era asumir la identidad del opresor. Un feminismo muy biologicista”, Tom relata situaciones pasadas que hoy se repiten a partir de la avanzada del feminismo transexcluyente.
Hay personas que todavía se sorprenden, desconocen o incluso niegan que los varones trans abortan. ¿Por qué creés que sucede esto todavía?
-Creo que en cierta parte se desconoce por derechos vulnerados previamente, por ejemplo la Ley de Educación Sexual Integral y cómo se aplica. Si se aplicara de una forma que no sea heteronormativa o que no contenga el artículo número 5, que es el que permite la injerencia clerical, se podría dar una educación sexual mejor, con una perspectiva trans, y que se aplique también en todas las instancias escolares e incluso universidades y terciarios. Una ley donde te expliquen cómo funciona el cuerpo, cómo cuidarte y que tengan en cuenta la identidad de cada uno.
¿Notás algún avance con respecto al debate de 2018?
-Entiendo que ahora hay más visibilización sobre los varones trans. La difusión que se dio en 2018 no parte de cero. El proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito nombraba los cuerpos gestantes y ahí se abrió otro mundo, donde podemos decir qué es un cuerpo gestante: un cuerpo que tiene útero, pero cada cuerpo que tiene útero también tiene una identidad, y ahí se abrió el intercambio sobre que no solamente abortan las mujeres, sino también los hombres trans, no binaries, las lesbianas. Particularmente con los hombres trans hay como una especie de binarismo, porque cuando se habla de un hombre trans se piensa que le tienen que gustar las mujeres cisexuales. Para mí es muy necesario que hablen todas las identidades que quieren decidir sobre su cuerpo, porque genera conciencia. En el debate del proyecto el Ejecutivo cercenó algunas voces, no hubo voces trans, que deberían haber estado.
En caso de que se apruebe, ¿creés que debe haber algún apartado especial que mencione el correcto tratamiento que deben recibir los varones trans que quieran abortar?
-Sí, y creo que tiene que haber capacitación en todo lo que es el personal de la salud previo y post aborto, atendiendo a que cada cuerpo es un mundo y que la salud integral es poder acceder a una salud integral antes y después de un aborto, tanto psicológica como física.