Alguien le preguntó a Alberto Fernández si era consciente de que estaba haciendo historia. Fue de madrugada, unos minutos después de su tuit de celebración sobre la aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
--Así dicen. Pero no lo logré yo. Lo logramos todos, respondió el Presidente, visiblemente satisfecho de haber cumplido su promesa de campaña.
Tarea que no le resultó nada fácil: el Presidente fue uno de los que se se cargó al hombro el diálogo personalizado con los senadores de provincias consevadoras a los que creía que podía convencer con argumentos racionales. Prueba de ello es que el senador salteño Sergio Leavy, que la última vez que se trató la ley votó en contra, en esta ocasión no sólo no se abstuvo, que era el pedido de mínima, sino que votó a favor, claramente "trabajado" por los argumentos del Presidente. En Salta no van a ver con buenos ojos su decisión porque es una provincia muy celeste, pero cerca del primer mandatario bromeaban con que ya le tenía reservado un cuartito en Olivos si la cosa se le complicaba.
Lo cierto es que quien haya escuchado los discursos de los senadores de las provincias más conservadoras se deben haber quedado preocupados por una cosmovisión que no se oye diariamente y en estos debates queda expuesta. Pero el Presidente está convencido de que la sanción de la ley es clave para ir cambiando ese modo de pensar y sentir la vida. "Cada paso como éste es un porrazo que se pega la hipocresía", le dijo a un colaborador.
El rol de Cristina Kirchner
La historia es conocida: la vicepresidenta estaba en contra de sancionar una ley de aborto legal, pero fundamentó públicamente en una sesión que había cambiado de opinión, sobre todo después de escuchar a las pibas de la marea verde. Y, por supuesto, a su hija Florencia. Si le hubiera tocado desempatar, nadie tiene la menor duda de que su voto hubiese sido positivo, pero no hizo falta porque el resultado final fue 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención.
La vicepresidenta cumplió con todas las formalidades de la sesión, pero no se ocupó personalmente de convencer a senadores y senadoras celestes o dubitativos. Ese rol lo delegó en la senadora Anabel Fernández Sagasti.
Esto recién empieza
La sanción de la ley es un gran paso, pero el desafío que tienen por delante la secretaria Legal y Técnica del Gobierno, Vilma Ibarra; la ministra de Mujeres Elizabeth Gómez Alcorta y la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizotti (protagonistas clave para la aprobación de la norma) es enorme: deben lograr que la ley se promulgue, se reglamente y, sobre todo, se cumpla. Porque no van a faltar los palos en la rueda ni los intentos de judicializar la norma.
Por lo pronto, vale festejar sin preocupaciones por unas horas al menos que el el 30 de diciembre de 2020 es un día histórico en el almanaque como dijo el Presidente en su tuit. "El aborto seguro, legal y gratuito es ley. A ello me comprometí que fuera en los días de campaña electoral. Hoy somos una sociedad mejor que amplía derechos a las mujeres y garantiza la salud pública. Recuperar el valor de la palabra empeñada. Compromiso de la política", escribió el primer mandatario de madrugada. Promete a quien le pregunte que se va a aplicar la Sputnik V aunque el misterio sobre cuándo y dónde lo hará sigue siendo eso: un misterio.