Llevo tu nombre grabado 5 puntos
The Name Engraved in Your Heart; Taiwán, 2020.
Dirección: Kuang-Hui Liu
Guion: Arthur Chu Yu-Ning
Duración: 118 minutos.
Intérpretes: Jean-François Blanchard, Wenbin Chen, Edward Chen y David Hao-Chi Chiu.
Estreno en Netflix
Presentada con el rótulo de “la película LGBT+ más taquillera de la historia de Taiwán”, Llevo tu nombre grabado narra la huracanada relación amorosa entre dos chicos del último año de un colegio secundario durante la segunda mitad de la década de 1980, más precisamente desde 1987 en adelante. La ubicación en tiempo y espacio no es un capricho ni una excusa para el lucimiento del diseño de arte, pues el contexto opera como uno de los principales factores condicionantes de la acción, sobre todo en la primera mitad del metraje: aquel año terminó oficialmente la Ley Marcial que había regido con puño de hierro el comportamiento de los isleños desde 1949, limitando, cuando no directamente eliminando, todo tipo de libertades políticas, sociales, culturales e individuales, entre ellas la sexual.
La similitud nominal y temática la han valido a la película de Kuang-Hui Liu varias comparaciones con Llámame por nombre, de Luca Guadagnino. Pero si allí la relación entre dos hombres avanzaba con fluidez y una naturalidad lúdica en medio de un verano luminoso de ensueño, si allí había un indisimulable placer en el descubrimiento de la plenitud sexual y el potencial vehículo de placer que puede ser el cuerpo, en Llevo tu nombre grabado se viven los sentimientos con culpa y tristeza, con el peso de la traición a un legado sobre sus corazones, como si se tratara de un error que debe corregirse, una suerte de castigo divino que ninguno eligió. Todos sufren en Llevo tu nombre grabado. Especialmente A-han, un estudiante de artes liberales que toca en la banda del colegio y se ubica entre los más populares de su comisión. Y ya se sabe que la popularidad, en una película ambientada en un secundario yanqui o taiwanés, implica ejercer burlarse de los débiles.
Así hasta que llega el año lectivo, y con él un nuevo alumno, Birdy, cuyos modales amanerados y ambigüedad sexual lo convierten en fija de un bullying que soporta con estoicismo. Pero para A-han su llegada significa otra cosa, pues se siente atraído hacía él. Aunque no quiera, aunque su familia, en especial ese padre que ocupa la cabecera de la mesa, remarque una y otra vez la importancia de los valores tradicionales. Por si fuera poco, ya sin la Ley Marcial el colegio admitió por primera vez alumnas, cargando más nafta al motor hormonal de los adolescentes. A medida que avancen las situaciones, Kuang-Hui Liu deja de lado el contexto, la vertiente más abiertamente política del film, para abrazar el melodrama clásico y focalizar su atención en la espiral de sentimientos contradictorios entre A-han y Birdy. A él, como a sus protagonistas, no le hubiera venido mal liberarse del ancla de lo deseable mediante una puesta en escena menos pulcra, más en los línea con el fuego interno de estos torturados muchachitos destinados a quererse.