Con indicadores como la industria y la construcción en alza y con perspectivas de sostenerse, el Gobierno puso el ojo en el factor salarial como la condición fundamental para que la recuperación económica tenga futuro y sea sostenible. En este contexto, el Ejecutivo que conduce Alberto Fernández abrirá el juego sin restricciones a las paritarias privadas y también dará señales en las estatales que se vienen en la primera parte del 2021. 

Según confiaron a Página I12 fuentes de la Casa Rosada, la muestra más clara de que habrá mesas salariales sin techo es la paritaria de los aceiteros. Luego de 20 días de conflicto y parate en los puertos, las empresas nucleadas en la cámara empresaria CIARA cerraron con el gremio un paquete de aumentos salariales y bonos que no sólo recuperan en un año en el que casi todos los trabajadores perdieron, sino que adelanta un aumento con condiciones interesantes para el 2021. 

Aunque aclaran en el Gobierno que el sector aceitero y agroexportador es particular porque nunca paró en pandemia y es dinámico en sus números, esa paritaria cerró por sobre las previsiones: un 35 por ciento de suba para 2020, un bono anual igual al salario del 2020 que incluye el aumento del 35 sobre el 2019; un bono pandemia excepcional de 90.000 pesos a cobrarse en 9 cuotas para los que trabajaron durante la Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO); y un ajuste salarial para 2021 de 25 por ciento en dos tramos y la chance de una revisión en agosto, en base al índice de precios al consumidor.

Descartan en el Gobierno que habrá otras paritarias de gremios grandes que darán en procentajes parecidos, y que además las estatales tendrán mayor dinamismo que en 2020. Allí pesa el antecedente de los empleados estatales de UPCN, que lograron un 25 por ciento de aumento más un bono. En el Ejecutivo aseguran que, de todos modos, es importante el alza porcentual general que será producto del aumento y los plus, todo como una unidad. Así, el Gobierno apuesta a que haya sueldos que estén algunos puntos sobre el 29 por ciento de inflación presupuestada en la ley de leyes del año próximo. 

Además de la crisis que atravesó en pandemia, el Gobierno tiene un grillete de señales negativas heredadas y desafíos propios hacia adelante. Por un lado, durante el mandato de Mauricio Macri, ante la disparada inflacionaria, hubo pedidos de moderación a las alzas salariales en los dos últimos años, generando un perfil negativo acumulado para los asalariados. El resto lo hizo la recesión, que no sólo generó cierres de empresas y caída del empleo, sino una primarización de los ingresos registrados. Todo en un último año con los precios yendo cerca del 60 por ciento. 

Por otra parte, hace unos días, la vicepresidenta Cristina Fernández dejó un mensaje concreto que, según supo este diario, comparten en la alianza de gobierno y sobre el que se cerraron filas en el Frente de Todos. Sin esos aumentos salariales, la recuperación se auto impone un techo. Aunque parezca curioso, el establishment coincide con esa visión, un tema que ya fue conversado con diferentes funcionarios de áreas económicas del Gabinete, entre ellos el ministro de Economía, Martín Guzmán. Naturalmente, cada sector ofertará según sus condiciones, pero se comparte la mirada de que el esfuerzo del sector privada debe estar puesto en 2021 en los salarios.  

En este contexto, el Gobierno buscará que los privados, ya creciendo, paguen buenos sueldos y que, en ese contexto, la inflación no se desboque. Es ésta la tarea más compleja: el mensaje antes mencionado de CFK casi que adelantó el problema en cuestión. Aumentar sueldos si o sí, en un escenario post crisis y en el que se planean discutir aumentos varios, entre ellos en las tarifas de servicios públicos. En Economía entienden que el objetivo de que haya crecimiento sin rebrote inflacionario es complejo pero posible. Lo dirán los números que, sobre todo, empiecen a conocerse en el primer trimestre del 2021.