¿Sociedad transparente?
No harás imagen del mundo para
sustituirlo por ella.
Bertolt Brecht
Windows. Quien pasee por la ciudad de Amsterdam será atraído por sus originales casas inclinadas, si se detiene a observar detenidamente verá que las ventanas de las mismas no tienen cortinas, nada impide ver el interior de las mismas. La razón de esa visibilidad absoluta está en cómo el protestantismo entendía los riesgos de la intimidad, era preciso no ocultar nada. Su lógica exigía estar siempre a la luz, lo contrario era quedar a merced del pecado. Lo oculto es peligroso, dado que por allí se instaura el demonio. Por eso, austeridad y visibilidad es una parte imprescindible de ese proyecto, no sólo se trata de vivir acorde a esos mandatos religiosos, es necesario estar permanentemente bajo la mirada y el control de los otros. Las ventanas sin cortinas de los deslumbrantes y antiguos edificios de la ciudad de Ámsterdam demuestran que la visibilidad y el control social vienen de lejos. Dan a entender que en el interior de esos hogares no anida ningún pecado y ningún secreto. Invitan a mirar para constatar que adentro todo es transparente.
El minué del poder. Los mecanismos de vigilancia que quienes detentan el poder implementan nunca abandonan el sueño del control absoluto y cotidiano de cada persona. Lo modifican y lo adaptan a las circunstancias históricas - sociales imperantes. Esos dispositivos tienen pasos que están bien identificados: primer paso seducir, tratar de convencer para llevar a la población a identificarse con el sistema imperante. Que la mayoría de las personas esté en sintonía con sus ejes centrales. Segundo: si falla el paso anterior se reprime, este paso está previsto ante revueltas e insubordinaciones. Aquí ya las fuerzas de seguridad son las que ejecutan la orden de reinstaurar el orden político social imperante. Finalmente y tercero, de fracasar los procedimientos anteriores, no se duda en matar, ya sea en forma selectiva o realizando masivas matanzas. En este último paso se suspenden las garantías constitucionales y las calles se pueblan de fuerzas armadas que apuntan contra el pueblo. Sobre este baile estrictamente pautado, el poder hace danzar de acuerdo a sus conveniencias a los seres humanos, la melodía permanente es el marketing.
Amor al marketing. Nos encontramos hoy bajo la lógica del marketing, la dominación actual lo usa como el gran procedimiento de atracción y es el primer paso de seducción descripto anteriormente. El proceso tecnológico le permite descubrir y manipular los gustos e intereses de los consumidores, prácticamente sin que estos se enteren o si ello ocurre, lo acepten como un beneficio. Para tratar de demostrarlo tomaremos un spot publicitario de Samsung. En el mismo va mostrando cómo todos los aparatos de la casa pueden ser manejados desde el celular, casi sin esfuerzo. Culmina el mismo con el siguiente eslogan: “Todo está conectado para hacer tu vida más simple”. Establece a la comodidad como el eje de la vida actual, ilusiona con que la misma permite instaurar un ciudadano que centra su vida en la experiencia lúdica de la realidad virtual. Ese personaje de la publicidad está muy alejado de lo que en verdad sucede, donde los aparatos tecnológicos realizan toda la tarea hogareña, el que así vive, es un sujeto altamente controlado.
La empresa Samsung ha reconocido hace poco tiempo que coloca chips secretos en cada uno de esos aparatos que produce. Los mismos le informan, sin que el usuario se entere, del uso que se les da a los mismos. La idea general es que nada de lo que el usuario hace con esos aparatos sea secreto para la empresa. Samsung no es la única multinacional que promueve este consumismo hipervigilado, su justificación para esa intromisión en la vida privada es que promueve el bienestar, el entretenimiento y la prosperidad de las personas. En el fondo de este “paraíso de la vida simplificada” anida un férreo control del consumidor.1
El spot de Samsung demuestra el predominio de la conexión en tiempo real, que se realiza desde el celular por vía de las hiperconexiones que unen a todos los aparatos. Esta ilusión de la simplificación es una de las maneras seductoras en que se trata de disimular la condición de central de la sociedad global tecnificada, en la que no disminuye las diferencias entre explotados y explotadores, por el contrario, la diferencia a favor de los que más tienen es cada vez más abismal.
Acorde con los desarrollos tecnológicos y el auge del individualismo, han quedado atrás definiciones previas de lo social, por ejemplo: la sociedad de masas, la sociedad de las muchedumbres solitarias, las sociedades disciplinarias, las sociedades de control, etc. Estamos cursando a pasos gigantescos la sociedad del espectáculo2 que contiene aspectos de todas las anteriores, pero que estableció notables diferencias en los modos de vivir, que abarcan a múltiples comunidades de todos los continentes y las homogeniza al modelo social y cultural hegemónico. El uso masivo de los smartphones colabora enormemente para desplegar esta ideología imperante.
Desde su llegada, los smartphones, computadoras de altísima capacidad, se han tornado en el instrumento imprescindible para acelerar la vida cyborg. Eficaces en múltiples tareas, es el fetiche que se apropia de todas las formas de sociabilidad y comunicación. Acorde con ello, existe para cada internauta un espacio de acumulación de datos casi inagotables en la placenta mediática. Aparatos cada vez más diminutos al servicio del espectáculo-mundo, como predijo hace ya mucho Guy Debord: “Allí donde el mundo real se transforma en simples imágenes, las simples imágenes se convierten en seres reales, en motivaciones eficientes de un comportamiento hipnótico”3. No hay más que ver al hombre jugando en la realidad virtual en el final del spot de Samsung.
Entendemos que se hacen necesarias nuevas definiciones para tratar de capturar mejor el proceso social-tecnológico y de los cambios con que el mismo avanza, como pautó la ley de Moore4, y que busca establecer un mundo sin oscuridad, donde se ilumine tanto el espacio público como los deseos personales5. La sociedad del espectáculo deviene así en la sociedad transparente, que parece simbolizar y describir mejor las nuevas condiciones, tanto subjetivas como sociales, que nos atraviesan. Sorpresivamente nos encontramos con una vuelta de tuerca de la visibilidad del puritanismo anglosajón. Claro que sus condimentos son otros.
Sociedad transparente. Al compás del velocísimo nanosegundo se impone la perentoriedad de ver y de mostrarse en las redes sociales. Velocidad y luz definen al nuevo modo donde la sociedad del espectáculo se convierte en la sociedad transparente. El escapar de la oscuridad va imponiendo una luz absoluta, brillante y permanente. Es decir, aspira a la transparencia absoluta6. Ya no se puede vivir en las sombras apañados o cobijados por el anonimato que, por ejemplo, en los siglos XIX y XX permitían las ciudades. En Londres, por ejemplo, se calcula que son más de trescientas las visualizaciones por cámaras de seguridad que se registran de quien sale de su casa a comprar algo a unas pocas cuadras de su casa.
La cultura dominante incluye un combo donde la visibilidad personal aumenta sin parar y una profusa tendencia a la producción de imágenes construye ese universo que aúna espectáculo, exhibicionismo y voyerismo. No es lo único, también la vigilancia convierte a cada persona en sospechosa. Con los algoritmos y los robots de captura y análisis del tráfico comunicativo, las grandes compañías de internet más los servicios de información hacen su agosto en la denominada internet profunda. La habilidad del modelo es que pregona una libertad personal sin límite con la que logra adentrarse, como lo hace Samsung, en lo más intrincados vericuetos de los gustos personales. Es decir que en la cara oscura de la web, el denominado internet profundo, el seguimiento y el control social se perfeccionan y se hacen cada vez más estrictos.
* Psicoanalista. Extracto del artículo que publica el autor en la edición de abril de la revista Topía.
1. Hazaki, César: El usuario como Pokémon, en www.laizquierdadiario.com, publicado el 6-12-2016. En este artículo se analiza el gran ataque que paralizó a los más grandes servidores de internet durante el mes de octubre de 2016. Para el mismo se utilizó a los chips secretos que estaban dentro de los aparatos de DVD para lanzar mensajes, en múltiples direcciones y sin sentido, con el objetivo que la web se atascara y no pudiera funcionar.
2. Donde cada vida debe ser expuesta y vivida como un espectáculo propio.
3. Debord, Guy: La sociedad del espectáculo, La Marca editorial, Buenos Aires, 2008.
4. La ley de Moore es la que mostró ya en el año 1965 que los chips de memoria cada año serían más pequeños, más veloces y con mayor capacidad de almacenamiento.
5. Revista Topía, número 76, Abril 2016.
6. Hazaki, César, “Hágase la luz” en Revista Topía N° 76, Agosto 2015 o en www.topia.com.ar