Al cumplirse un nuevo aniversario del incendio del boliche Cromañón en el que murieron 194 personas, siguen siendo incontables y sobrecogedoras las historias de los sobrevivientes y familiares que vivieron el horror durante aquella madrugada en el barrio de Once. Como la de Leandro, que 16 años después se para en la esquina de Bartolomé Mitre y Ecuador, y revive en detalle los ecos y fantasmas de la desesperación.

“La sensación de los olores… El olor a muerte todavía lo siento”, dice y se huele las manos con las que subió en los autos que azarosamente pasaban por allí, a los chicos desvanecidos por el humo tóxico.

Su testimonio fue compendiado en un trabajo publicado por IP, que rescató los relatos en primera persona de los que estuvieron en aquel recital de Callejeros, donde las bengalas que encendieron la media sombra que cubría el techo revelaron la trama de negligencia y corrupción que rodeaba las noches de Buenos Aires.

La historia de Leandro está matizada con imágenes de aquella noche, con adolescentes corriendo con el torso desnudo, con la policía y las ambulancias sin poder ordenar el descontrol, con los gritos indignados contra los medios: “El sábado con La 25 pasó lo mismo. ¿Tiene que haber tragedia para que vengan a denunciar?”, dice un pibe.

"Empezó el show, chispazo arriba, puntito rojo (en la media sombra) y le digo a mi amigo Damián ‘se está prendiendo fuego el techo’”, cuenta Leandro. Luego, prosiguió, “Chabán diciendo ‘¿le tienen miedo a un poquito de fuego?’ Y se fue, desapareció. Nos dejó como unos perros.”

Después corrió a rescatar a sus amigos. Mientras tanto, Nacho, otro de los pibes que estuvo allí, estaba desvanecido y tirado en la calle. Lo ahogó “el plástico quemado en el techo”. Se encerró en el baño, se envolvió la remera en la cara y salió como pudo.

“Me tiré de cabeza (desde el primer piso) y cuando me desperté ya estaba afuera. Abrí los ojos y me estaban reanimando, tenía la bota de un bombero o de un poli en la cara, mientras largaba todo el hollín”, narró. De todas las voces que oyó le quedó la voz de una mujer que le decía “no te mueras, no te mueras…”