El año del aborto legal, seguro y gratuito
Por Julia González
La Interrupción Voluntaria del Embarazo es ley, y es una victoria que busca reparar años de violencia de género. Pero en pos de que dejemos de ser estigmatizadas y puestas en riesgo por abortos clandestinos e inseguros, el compromiso tácito de hacer cumplir la ley sigue siendo nuestro. Media hora antes de que se cerrara la sesión, silencié al senador José Mayans: no estaba dispuesta a escuchar más argumentos prehistóricos, rancios y patriarcales. Ya legisladores y legisladoras habían citado a Perón y al Papa Francisco, habían amenazado con la mirada inquisidora de Dios y habían llevado la Constitución al cielo (y al infierno). Pero también se mencionó a la periodista Ángela Lerena, y por primera vez se habló de coger en el Congreso, luego de la inolvidable defensa del goce a manos de Pino Solanas en el debate de 2018. Al día siguiente de la votación en el Senado, me llegó un WhatsApp de una amiga del colegio: "Me saltan las lágrimas sin freno hace días, ¿vos estás igual? Tantas emociones, culpa, miedo, arrepentimiento, vergüenza, desconsuelo, soledad, vacío. Es mucho para alguien tan joven e ingenuo". Se refería a aquellos días de escuela en los '90, cuando vimos amigas abortar, abortamos nosotras y después nos enteramos de que lo hicieron nuestras madres, tías y abuelas. Y entonces caí o puse en palabras lo que nos persiguió desde que tenemos edad de gestar: el terror. Terror a quedar embarazadas porque si no, ya sabíamos, ya nos lo habían dicho, éramos unas putas, debíamos haber cerrado las piernas, debíamos soportar un aborto en las condiciones que fueran. "Es como si estuviera abrazando a mi pequeña yo, sola, con miedo", me escribió mi amiga. Una vez más, el trans-feminismo (también se consiguió el cupo laboral trans) fue protagonista de un año que no vamos a olvidar. Podemos ahora cobijar a las que fuimos e intentar sanar heridas de abortos, maltratos, abusos, violaciones. Ahora que estamos juntas, y que sí nos ven, nos hacemos cargo del goce. Agradecemos a las que caminaron antes y, con la ternura en una mano, abrazamos a hermanas, sobrinas y amigas. Dicen que es la revolución de las hijas. Pues entonces esta victoria, nuestra victoria, es para las pibxs y, fundamentalmente, para las hijas.
El año de los recitales en aislamiento
Por Yumber Vera Rojas
Si bien la música todo lo puede, el 2020 será recordado también como el primero sin recitales. O al menos a la vieja usanza. Justo cuando el Lollapalooza argentino estaba por consumar su edición con más fechas, y mientras los artistas locales moldeaban sus agendas, el coronavirus desembarcó en el país y obligó a la cuarentena. Entonces apareció el streaming, y, lo que antes era cosa de Netflix y Spotify, se tornó en una nueva forma de monetizar performances. Mientras el resto del mundo mostraba su frustración por no encontrarle la vuelta a los recitales presenciales, Argentina se convirtió en vanguardia de los shows online. Y hasta rescató el musical. Poco luego de que se instaló el formato, aparecieron los protocolos para los autoconciertos y más tarde para los espectáculos con público en espacios abiertos. En diciembre, España permitió soñar con la reapertura de las salas, al ensayar un experimentó científico que respetaba las medidas sanitarias y en el que ninguno de los mil participantes se infectó de covid-19. Esto sucedía al mismo tiempo que Santiago Motorizado encarnaba la primera gira pandémica en esta orilla del Atlántico. Sin embargo, a pesar de esto y de la vacuna, el futuro de los espectáculos en vivo sigue siendo una incertidumbre.
El año de las criptomonedas
Por Juan Ruocco
2020 será un número que quedará en la memoria por un tiempo, de mínima, largo. Bardo, muerte y destrucción. Ni apocalipsis ni normalidad. Un interregno viral, un enemigo invisible, miedo, paranoia, depresión. En medio de este caos, la tecnología ocupa nuevos terrenos. Bitcoin, abanderado del dinero que deviene software, desafía a todos los mercados, rompe su máximo histórico y roza los 29 mil dólares por unidad. Si el 20 en la quiniela es "la fiesta", entonces el 2020 será recordado como una doble fiesta para los acólitos del dinero mágico de internet.
El año de los sonidos de tierra adentro
Por Juan Ignacio Provéndola
Hace exactamente 366 días comenzábamos 2020 con pila, sueños y manija tras un año difícil. Pero el bisiesto nos tenía sorpresas en una caja negra que nos encerró material, habitacional y emocionalmente. ¿Cuál fue la salida? Ir hacia artistas por fuera de los canales habituales, entonces vedados por la pandemia. Y así, curiosamente, pudimos volver a salir de viaje con los platenses Lynx, el fueguino Gus Ozán, M3r0 de Mar del Plata, la matancera Real Valessa y las ¡50! bandas del interior compiladas por el sello punk Mala Difusión. Solo así el ruido blanco del aislamiento se rompió con un lindo trip expansivo por una cartografía musical amplia, profunda y recomendable.
El año de las viñetas digitales
Por Andrés Valenzuela
El ASPO tomó desprevenidas a las comiquerías y casi se paralizó la venta de libros en papel por un mes o dos. Pero los dibujantes siguieron con lo suyo: ya dibujaban en casa. Y explotó el webcómic. Aparecieron decenas de propuestas nuevas en Facebook, Instagram y las webs de las editoriales. Además, todo esto coincidió con que la convención rosarina Crack Bang Boom los incluyó como categoría en sus Premios Trillo. En un año abrumador –y por qué no, trepidante–, el webcómic ya dio toda la vuelta: ya hay libros que recopilan la producción en cuarentena.
El año de home office que volvimos a The Office
Por Hernán Panessi
En un año introspectivo, en el que volvió hasta el eco adolescente del Age of Empires 2, en el que hubo récord de ventas de consolas de retrogaming (con la deliciosa Tolueno en punta), de consumo hogareño (porro, porno y streaming), de recitales en casita (el de Fito Páez a la cabeza), era imposible que el mundo no le otorgara una nueva oportunidad a The Office, serie cosecha 2005 - 2013 que habíamos visto incompleta y que fue masticada pero nunca digerida. Ahora, gracias a Amazon Prime Video que la subió enterita (sí, sí, con y sin Michael Scott), pudimos atragantarnos con bemoles cotidianos, comedia cariñosa, reflexiones sobre la amistad y personajes bigger than life. Porque, ante el lunático presente de virus mortales y amenazas invisibles, la historia de una oficina cualquiera de un lugar cualquiera logró convertirse en un refugio y potenciar un sentimiento: lo extraordinario se ecualiza con normalidad.
El año que aprendimos de internet
Por Julio Nusdeo
La paliza que nos dió 2020 sólo se sintió aflojar en sus últimos días, cuando festejamos con fuerza y a corazón abierto la ampliación de derechos para los cuerpos gestantes, y cuando, casi a la par, reímos a carcajada limpia gracias a la Petisa, a Diego, Esteban y Natalia y sus múltiples representaciones. Antes que eso, fue todo resolver. Ver cómo hacíamos. Ir probando las maneras de sentirnos cerca, los canales de comunicación, la subsistencia. Personalmente, mi relación con herramientas para streamear, Twitch, Discord, pero fundamentalmente OBS, me demostraron la potencialidad para flashearla en colores con una cámara y un pedazo de tela verde. Recomiendo fuerte chequear sus posibilidades, y que este 2021 nos encuentre curioses, atentes, con ganas de experimentar y menos desiguales.
El año que fumamos en soledad
Por Luis Paz
Cannabis es cultura, sí, pero sobre todo es una planta con demostradas capacidades terapéuticas. En 2020 se regularizó el uso medicional y se autorizó el autocultivo para tales fines, aunque distintas legislaturas locales siguen revisando su aplicación. Esta era la principal columna del reclamo de despenalizar y legalizar la marihuana, una demanda amplia en sus fundamentos de la que el derecho al acceso a la salud (a un instrumento natural de salud, como resulta ser el cannabis) es el abrebocas. En cuanto a los demás usos de la planta, al año le faltó abono. Sin la habitual marcha, sin poder compartir cosecha, sin recitales ni paseos ahumados, la pandemia de covid-19 cambió nuestra relación con el porro, y nos metió en casa a entender mejor la estética, la dinámica y la botánica de una planta mágica que en los últimos años resistió el feroz avance de la explotación simbólica de las nuevas industrias asociadas al cáñamo. En la música, el trap puso al porro al tope de las listas de éxitos. Y en la intimidad del encierro, la marihuana infló pulmones con otros aires de libertad, más esquivos que el libre tránsito y la libre reunión, pero evidentemente transformadores de nuestras intimidades.
El año que vivimos en Zoom
Por Federico Lisica
En 2020, "zoom" cambió de significado como "distancia focal variable" y dejó de ser el deseo "anatómico" al que le cantaba Gustavo Cerati. Pandemia mediante, la aplicación creada por Eric Yuan fue fundamental para reorganizar nuestra vida. Un dato: Zoom Video tuvo un crecimiento del 2000%, ya que de 10 millones de usuarios en unas pocas semanas pasó a tener más de 300 millones. Su desarrollador, de origen chino, ya está entre las personas más ricas del globo. Hubo que aprender a mirar varios cuadritos al mismo tiempo, a hablar y esperar más de lo soportable, a insultar cada vez que el tututu, el swip y el tin tin se colaban en una reunión. Agendamos zoompleaños, se hicieron clases remotas y aparecieron hasta diputetas, todos términos derivados de la herramienta que reconfiguró la existencia.
El año de los padres en episodios
Por Javier Aguirre
Vivimos en los años de la revolucionaria lucha de las mujeres, con ampliación de derechos y visibilización de identidades, inequidades y violencias, y con su gran episodio de final de la temporada 2020 en la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En este contexto, curiosamente o no tanto, dos de las series por streaming más populares del período reinseminan en el debate pop la figura paterna. Una es Cobra Kai (Facebook/Netflix), la pegadiza heredera de Karate Kid cuyos dos papás protagónicos, Daniel y Johnny, entrecruzan paternidad y docencia en un universo de sabiduría y combate, padres biológicos ausentes y padres sustitutos que triunfan y fracasan. Y en una saga en la que –con la excepción de Sam–, todos los hijos son varones. La otra es The Mandalorian (Disney+), última gema de Star Wars, que tiene un gran historial de padres difíciles que va de Darth Vader a Han Solo, y que en este western en capítulos convierte a un duro –el cazarrecompensas huérfano, de armadura irrompible y armas desintegradoras– en un papá adoptivo protector, altruísta y tierno para el adorable y verde Bebé Yoda, aka Grogu. Dos paternidades de pantalla que implican epifanía, sacrificio, viaje interior, desafío y amor. Padrísimos.
El año que la casa se convirtió en nuestro mundo
Por Lucas Kuperman
Uno de los aprendizajes más brutales y exagerados para algunes fue el convertirse en multiuso mientras vivíamos (o sobrevivíamos) en nuestras cuatro paredes. Nos encontramos con home office forzado; aprendimos a cocinar con Paulina Cocina, MasterChef, Bake Off y muchas otras alternativas como estandartes de una nueva educación culinaria online y televisiva; llevamos el orden (y el desorden) de nuestros espacios a niveles extremos; ni hablar de la desinfección de manos y pisos que nos hizo expertxs en materia higiénica y antibacterial; hicimos (o al menos intentamos) ejercicio en el living; y nos encontramos con lo que, tal vez, fue lo más difícil de la cuarentena: 24 horas con nosotrxs mismxs, con nuestras parejas, hijxs, amigxs o mapadres viviendo en una especie de Gran Hermano. Por eso tuvimos, tenemos y tendremos que seguir cuidando mucho nuestra salud y de nuestros cercanos. Tanto la física, como la mental y emocional.