Nosotros los Contramundos, los que hemos arrimado la quilla en secreto a estas playas hace tiempo estamos solos en el evento mundial de las Hadas que se celebra en Rosario para estas fechas. Tenemos que cuidarnos para que no nos atrapen. Nada como una copa de cerveza rubia, añejada en carbón para que el populacho las pueda admirar, atraerlas e incitarlas para hacerlas saltar al aire, llenando de brillitos el río. Entran por el Arco Mágico que se abre con cada año nuevo. Abajo quedan los bancos donde esperan el bondi Los Marranos. Nunca llegará puntual colectivo alguno. Junto con la torta al final del evento se los habrán de comer las Hadas. Si están desprevenidos desaparecen. Los cuelgan como dijes en sus cuellos y los llevan por años y al cumplir los quince junto con la torta se los mastican con ropa y todo. Es esta una ciudad embrujada donde ellas gobiernan y no el intendente ni el Consejo ni ninguna Oficina.
Al desprevenido Marrano también le puede ocurrir que en santiamén los destruyan a coletazos los Osos Grises que andan en motos de a dos, bajen y los descuartizen por placer luego de quedarse con sus pertenencias. Los Osos Grises vienen nadie sabe de dónde. Salen a cualquier hora y asaltan gente que va a los mataderos, a las oficinas, a sus hogares. Las Hadas no ven esto: están ocupadas en sus afeites y en creerse dueñas de todo, imbuidas de bellezas, de coronas y mayordomos esclavizados que antes eran agentes de tránsito y ahora lucen taparrabos dorados y ofician de sirvientes .
Hay días que el río ancho se vuelve rojo de sangre: bajan del despeñadero del norte espumarajos que los peces devoran con una pasión vegetal. Hay otros que se tiñe de azul: son las Lavanderas de Belgrano quienes condenadas a vivir en los bordes lavan y relavan la bandera patria hasta desteñirla. Dicen que está manchada de federales y hacen llegar, inocentemente, hasta el Delta de Buenos Aires sus quejas mediante este accionar.
Y hay otros días que sencillamente está quieto y marrón y deja atravesar los barcos cargados de torres con que derribar aviones enemigos que han adquirido para practicar tiro y suelen cargar sembradíos enteros para volcar sobre las quemas puesto que se han dado cuenta que sembrar es mayor ganancia que construir ciudades y exportan al mundo zanahorias especiales con aroma a capibaras que alargan la vida de los europeos.
La ex Catedral hoy Santa Congregación de la Orugas está en conflicto guerrero con las Hadas. La contienda se ha desatado hace mucho, pues al desarmarse la Iglesia, los Marranos ofrendaron regalos y rezos a las Hadas que por este tiempo eran solo alguaciles pero muchos vieron en ellos a deidades, quienes se creyeron serlo y se conformaron en cuerpos humanos y empezaron a realizar sortilegios. La Historia es larga de contar entrelazada con victorias y traspiés de ambos bandos. No hay más Niño Dios ni Cristos, ni pesebres ni Papas Noeles. Por ello sostienen una lidia permanente para no abandonar el conflicto. Las Hadas usan la magia, la Santa Congregación el armamento.
Y allí andan por los cielos, rodando por la tierra mientras nosotros, los Contramundos que somos la errancia, lo gitano del mundo, tratamos de escondernos, pasar desapercibidos y no caer ni apoyar a un bando o a otro. Andamos por los caminos, sin moralidad, sensuales, moviéndonos como un componente esencial del alma humana, poderosos, olfateando la libertad que tanto nos cuesta.
No andamos trasegando ya los campos con la música y la danza, ni usamos carromatos, ni cartas de adivinación. Solo somos o intentamos ser invisibles. Conocemos las máquinas, ya no contrabandeamos caballos, solo artefactos que la ciudad precisa. Que no es poco. Somos distintos.
Los Marranos, en cambio, son gentes que han perdido la fe en su corazón y no esperan demasiado de la vida más que un sueldo. Por ello los cazan, los comen, los apresan y deben seguir vivos, empujan la maquinaria de vivir en una ciudad como ésta. Gustan del fútbol, la familia y los asados. Todo es por miedo, no por vocación. Se arremolinan en los parques como gorilas en la niebla, comen y dejan todo sucio y se lamentan por la vida que les tocó. Creen todo lo que los medios de comunicación manejan y explican, desde la procreación hasta la perpetuidad del Reinado del Ano, rey en las sombras que desde la capital maneja la información, el ultraje, la mentira, los supermercados y las rubias que menean la colita para distraerlos.
Desde anoche que las Hadas en su festejo loco no paran de sobrevolar la ciudad, atemorizando con zumbidos a los curitas jóvenes que se persignan desnudos ante sus obispos, guarecidos en las catacumbas mientras limpian los morteros con que tratan de alcanzar el vuelo de las Hadas que están de festejo.
Parecen narcotizadas, arrojan cometas sobre los patios de la gente, pasan volando dando risitas como niñas y se roban las ropas tendidas solo para molestar a las gentes honradas. Beben licores y luego orinan sobre los monumentos a modo de burla.
La Santa Congregación de las Orugas por estas fechas están que bullen de odio. Los Marranos asisten a la romería pues no les queda otra. Los Osos Grises toman cocaína y los siguen matando. Nosotros, los Contramundos, esperamos, nos mimetizamos entre la multitud y esperamos nuestro momento desde siempre, cuando sea el tiempo de salir a la superficie y hacer de esta ciudad vacía un mundo lleno de plantas y animales, como cuando era antes del todo, cuando éramos felices por el solo hecho de ver amanecer.
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