Buena banda de tango, Piraña. Tozuda. Pertinaz en el desarrollo de un estilo, de un destino. Ahora va por el arrabal, y de eso cuenta un nuevo EP disponible en redes, cuyo nombre trae reminiscencias románticas del siglo XIX, en el Río de la Plata: Son las doce y no hay novedad. “Hace referencia al pregón de aquellos cuerpos de serenos que, farol en mano, velaban la ciudad en aquellos años. Incluso, varias letras de tango del 900 como ´Trovador mazorquero´ o ´Federación´, hablan de este oficio”, indica Romina Grosso, cantora del grupo, en trance federal y popular. La explicación coyuntural es que frases del tipo de la que da nombre al disco le surgían a los Piraña cuando la noche se detuvo, al principio de la pandemia. “Parecía que solo faltaba que pase el sereno anunciando la hora y la novedad”, imagina Grosso. “Luego, con el correr de los días, pasó que vimos infinidad de actividades con proclamas, profecías, hechos culturales a modo de encuestas, aseveraciones y vueltas atrás… una carrera a mayor prisa que otros años, así nos pasó de ver y llegar al segundo momento del pregón: ´no hay novedad´, como un dato del momento.
Pasado y presente se conjugan entonces –desde el título-- en un trabajo cuyo contenido porta seis grabaciones cortas y contundentes. Temas con anclaje serio en el trabajo de guitarras (Daniel Frascoli y Mauro Vignetta juegan bien ahí), en el contrabajo de Pablo Odriozola y, claro, en la genuina voz de Romina Grosso. Una conjunción de músicos que, desde 2014 cuando fundaron la banda siguiendo el nombre del club de Parque Patricios, se fue instalando en las entrañas del tango de hoy, a fuerza de toques en vivo –míticos los del sótano de Boedo, junto al Tata Cedrón-- y una trilogía disquera formada por Larvas, El chiflido y El suspirante y otros ensueños. “En estos cinco años intentamos continuar un camino, una misma manera de hacer que viene de lejos”, sostiene la cantante. “Nos sentimos deudores de estos más de cien años del tango canción y de la canción criolla. El 'Tata' Cedrón nos compartió su espacio y su mundo, logramos sostener encuentros como 'Domingo de folletín' o 'Noches suspirantes' hasta que empezó la pandemia. Extrañamos esto, porque se generaba un clima familiar que nos ayudó a consolidar una identidad, al punto que nos vemos representados en toda la letra del tema 'Gorriones', dada por ese sentimiento del camino que se elige y del que toca, ambos juntos y por igual”.
-Recurrieron a Celedonio Flores en esta pieza, y a Azucena Maizani en “Pero yo sé”. ¿Por qué anudaron este último con “La mueguerita” de la murga Los Alucinados de Parque Patricios?
-Por un juego propio de la murga porteña, que toma melodías populares a las que cambia la letra, en general en forma humorística y burlona, a veces sentimental y nostálgica. Es uno de los grandes permisos que se da la murga dentro del amplio universo del astracán o la astracanada, digamos, que utiliza lo que le viene bien para hacer reír y para hacer su show. Nos pareció que cerraba con el universo Piraña, relacionado con rodearse de expresiones y sentimientos populares… por eso decidimos hacer una versión propia, y en este juego –retomo-- no está mal la conjunción con “Pero yo sé”, porque habla de una suerte de Don Juan al que le gusta la farra pero que en el fondo es alguien que añora profundamente un amor perdido, mientras que “La Murguerita” trata de una linda piba de barrio que a todos gusta. También hay algo en la murga porteña del "Pero yo sé", en el sentido que una murga es un grupo muy ruidoso y alegre, que supuestamente siempre va de farra pero que enmascara, en esa alegría a veces agresiva, profundas tristezas y dolores.
-Esa tristeza que persiste…
-(Risas) De todas formas, creo que Piraña no se caracteriza por ser un grupo oscuro o triste, aunque sí está atravesado por la realidad que en muchos momentos es dura, y que tratamos de disuadir con melodías que acompañen. Como dice Celedonio "... y cuando una pena nos tala por dentro, cantamos más tristes pero igual cantamos..."
-Entre los temas propios se desataca, en letra y música, “Che Pescado” ¿Cuál es su historia en ambas dimensiones?
-La letra surgió en una sola noche, de corrida. Fue el 19 de diciembre de 2017 –el día de la maldita reforma previsional-- después de haber estado en Plaza de Mayo a la tarde, y vuelto a la noche cuando estalló el cacerolazo. Tiene que ver con esa sensación de bronca y dolor que sentíamos ese día. Si se quiere, es una canción sobre el neoliberalismo al estilo Piraña.
-¿Cuál sería el “estilo Piraña”?
-El de jugar con historias más personales y sentimientos más cercanos, y no hablar explícitamente de jubilados, macris y pobrezas, sino expresar el dolor que esas cosas conllevan para algunos compañeros y compañeras argentinas, más que para otros. La letra, además, tiene una particularidad dentro del universo cancionístico de Piraña en el tono. Y también porque hay un juego con el oyente donde muchas veces las palabras no están terminadas. No sé… una frase que dice "pollerí que voló piernita de arró, la belé que tené te perdió esta vé", que quiere decir "pollerita que voló, piernitas de arroz, la belleza que tenés, te perdió esta vez". La música apareció después de la letra escrita por Pedro Fernández, y cuando la leímos nos sugirió esa manera a lo Villoldo o a lo Gobbi, salvando las distancias por supuesto... Ese espíritu con ese ritmo milonga-tango-criollo. Por eso lo hicimos solo acompañados con las guitarras, los silbidos y cantado entre los tres así de entrecasa- Fue como un guiño a aquella manera declamativa.