Desde Santiago.Si Santiago luce vacío este primer fin de semana de 2021 no es porque sus habitantes sorpresivamente estén respetando la fase 2, a la que se retrocedió en diciembre tras una nueva explosión de contagios de COVID-19, sino porque es un fin de semana largo que gran parte de la población aprovechó para viajar a zonas del país con menos restricciones. En efecto, mientras la capital de Chile volvía a cerrar comercios no esenciales y prohibir los desplazamientos, otras zonas del país eran relativamente más permisivas como el sur de Chile o el litoral. A pesar del control policial, gracias a salvoconductos o simplemente resignarse a que los carabineros no detendrán los autos, los santiaguinos vaciaron la capital que, a pesar de todo, registra la cifra de contagios más alta en cinco meses y un Ministerio de Salud que se niega aún a reconocer una “segunda ola”.
Quizá sea un efecto del optimismo infundido por el gobierno a través de los medios, sobre la adquisición de la vacuna Pfizer, donde el 31 de diciembre debieron haber llegado 11.700 nuevas dosis que se suman al primer envío de 10 mil dosis el 24 de diciembre y que, supuestamente se irán incrementando semanalmente. Un número notablemente bajo de vacunas pero que con la cobertura 24/7 de la TV abierta genera la sensación de que ya hay solución a la pandemia. Incluso el gobierno anuncio un salvoconducto especial para vacaciones,
Sin embargo, los datos son sombríos: 22 mil muertos entre casos confirmados y sospechosos, 25 por ciento del personal clínico privado está con licencia médica debido al agotamiento según el gremio Clínicas de Chile (y esto sin contar a los de los hospitales públicos) y la Región Metropolitana —que agrupa a las 52 comunas en que se divide la capital fizechilena— ayer 1 de enero, pasó la barrera de los 800 casos diarios (833) sólo siendo superado por los 912 positivos del 27 de julio. También las regiones del Maule y Los Lagos han registrado records de contagios desde que comenzó la pandemia con 321 y 355 casos respectivamente. En términos nacionales, por tercer día consecutivo los contagios superan los 3 mil casos.
Todo esto en medio de llenos totales y sin distancia social en playas como El Quisco o Algarrobo y decenas de denuncias de fiestas clandestinas en diversas ciudades de Chile. Algo que, como varios expertos señalaban ya desde el segundo semestre de 2020 incidirán en un colapso posiblemente más grave que el vivido este invierno en el país.
PIÑERA SUPERSTAR
Desde el interior del gobierno se ha filtrado que Sebastián Piñera comenzó a planificar desde mayo del año pasado la adquisición de vacunas que lo ha posicionado como líder en la región . Era una forma de “borrar” el lamentable historial de fallecidos y mutilados que dejó el “Estallido Social” de octubre de 2019 siendo carabineros y, en menor medida el ejército, los responsables. Por eso comenzó vía whatsapp a presionar a los embajadores de países como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Holanda, China o Israel para que lo tuvieran al día sobre los avances de los laboratorios en la creación de la vacuna.
Lo que le preocupaba al empresario y gobernante de Chile eran los tiempos de certificación, poder licenciar esta tecnología, la logística (y venta) y que esto permita que Chile apareciera como país pionero. Entre los involucrados en la operación estaba el cuestionado ministro de ciencias Andrés Couve que antes de su nombramiento criticaba en los medios la falta de presupuesto para la investigación y una vez allí fue el rostro visible del recorte de dineros que incluso puso fin a las Becas Chile en el extranjero en 2019.
Casi como una nueva versión del rescate a los mineros, Piñera armó planes de acción, acciones de prensa (para el “Estallido” incluso se reunió abiertamente con directores de diarios y canales para “conversar” sobre cómo informar del tema) y armó un equipo que según fuentes de gobierno fueron bautizados como “Task Force Vacunas”. Todo esto al mismo tiempo que se decretaba confinamiento en el país, pero a mismo tiempo se permitía a las empresas “suspender” a los trabajadores sin pagarles ni los despidos, además de entregar pequeños bonos (que debían devolverse o ser descontado de la devolución de impuestos de los años siguientes) y cajas con alimentos que duraban, con suerte dos semanas y que llegaron a incluir, con cuestionable gusto, un par de condones de marca genérica.
Finalmente, tras meses de negociación —y enormes gastos en consultoras extranjeras— se llegó a un acuerdo confidencial con Pfizer por 10 millones de dosis. También se llegaron a diferentes niveles de compromisos con otros laboratorios para cubrir a una población de 18 millones de habitantes. Así, a partir de abril deberían llegar las vacunas de AstraZeneca/Oxford, Covax y Johnson & Johnson.
¿LUZ AL FINAL DEL TUNEL?
Todo este proceso, como marca registrada del gobierno de Piñera fue hecho con diligencia de economista, sin informar a la población, con mucha confidencialidad y acuerdos que quizá nunca se sepan. Lo único claro es que hay 8 mil vacunados correspondientes a personal de la salud de Santiago y las regiones de Biobío y Magallanes.
“Chile tuvo una bendición de Dios, que son ustedes, quisiera expresar mi gratitud y orgullo por lo que ustedes han hecho”, señaló el presidente en La Moneda en el cierre del año ante representantes del personal de Atención Primaria de Salud y Servicios de salud, además de anunciar un bono de reconocimiento de 200 mil pesos (281 dólares) que será repartido a cerca de 222.400 funcionarios tanto contratado como de reemplazo. ¿No hablábamos de lógica empresarial?
“Estamos viendo la luz al final del túnel” agregó Piñera. Una frase hecha que, considerando la información disponible, la crisis de empleo, los conflictos sociales que despertarán en un año de elecciones y redacción de nueva constitución sumado a los efectos de la vacuna, perfectamente podría ser, parafraseando al filósofo esloveno Slavoj Zizek, la luz de otro tren dispuesto a colisionarse.