Desde Washington D.C. Enero nunca es un mes tranquilo en la política estadounidense, pero este año empieza con mayor intensidad. En la primera semana de 2021, la ciudad de Washington será el centro de protestas de seguidores del presidente Donald Trump, quienes buscan que el Congreso no certifique la victoria de su rival Joseph Biden en las elecciones de noviembre pasado. La capital del país mira también con atención hacia el estado sureño de Georgia, en el que se decidirá la suerte del Senado.
Mientras Estados Unidos se acerca a las 350.000 muertes por covid-19, Trump enfoca sus esfuerzos al tema que más parece importarle desde hace dos meses: las denuncias infundadas de fraude en las elecciones. “Una cantidad masiva de evidencia va a ser presentada el 6”, prometió el mandatario a través de un mensaje en Twitter en el que citó el tuit de un senador por Misuri que objetará los resultados en el Congreso.
El próximo 6 de enero, la Cámara de Representantes y el Senado se reunirán en una sesión que presidirá el vicepresidente, Mike Pence, para contar los votos del Colegio Electoral emitidos a mediados de diciembre. Para el miércoles, parte del Partido Republicano tiene preparada la última acción posible para evitar que Biden llegue a la presidencia: desconocer el resultado.
A pesar del resultado que parece inevitable, los seguidores del magnate planean una protesta masiva en la capital estadounidense para el mismo día en que se reúne el Congreso. “Paren el robo” es su consigna, convencidos de que hubo fraude. Trump mismo los alienta a través de Twitter a llegar a Washington para sumarse a la marcha.
La sesión conjunta suele ser apenas una formalidad, porque los votos llegan certificados por los estados. En el caso de que haya dudas sobre quién ganó en algún estado, el Congreso puede votar para definirlo. A eso apunta una docena de representantes republicanos y un número similar de senadores.
Si finalmente lo hacen, cada cámara votará para aceptar o rechazar el resultado de cada estado en disputa. Será un día largo en el Distrito de Columbia si eso pasa. Para que la estrategia funcione, tanto la Cámara de Representantes como el Senado deberían votar a favor de desconocer los resultados. Es muy difícil que pase, porque la cámara baja está en manos demócratas y no está claro que los partidarios de Trump tengan el apoyo de todos los republicanos en el Senado.
La relación entre el magnate y su partido empeoró la semana pasada, cuando la Cámara alta, de mayoría republicana, insistió en aprobar una ley de gastos en defensa que Trump había vetado. Es la primera vez que lo hace en todo el mandato, que terminará en menos de 20 días. “Nuestro Senado republicano acaba de perderse la oportunidad de deshacerse de la Sección 230, que da poder ilimitado a las grandes empresas tecnológicas. ¡Patético!”, se quejó Trump.
Pensando en Georgia
Otro de los blancos del presidente dentro de su propio partido es el gobernador de Georgia, a quien acusa de no haber verificado correctamente los votos en noviembre. No es solo porque el estado sureño es un bastión republicano que en 2020 se volcó hacia los demócratas en los comicios presidenciales. En manos de la gente de Georgia está ahora el destino del Senado, con dos elecciones en segunda vuelta que este 5 de enero decidirán si continúa controlado por los republicanos o si ambos partidos estarán en una situación de paridad. Para la presidencia de Biden será clave contar con una Cámara alta favorable a cualquier reforma que planee.
Hasta Georgia viajará Trump este lunes. También lo hará Biden, quien estará en Atlanta, una zona que fue crucial para su triunfo en noviembre pasado. “Tenemos menos de una semana para hacer todo lo que tengamos en nuestro poder para ayudar a Jon Ossof y Raphael Warnock a ganar sus elecciones en segunda vuelta en Georgia. Estas elecciones no van a determinar solamente el destino del Senado sino el futuro de nuestro país”, sostuvo el presidente electo. Kamala Harris, la futura vicepresidenta, estará este domingo en la ciudad de Savannah, para motivar el voto en los últimos días de campaña. Por ahora, los números del voto anticipado parecen favorecer al Partido Demócrata, pero allí saben que no es un estado fácil de ganar.
Mientras siguen el desarrollo de las elecciones en Georgia, Biden y Harris ponen el foco en los números del coronavirus en el país. Estados Unidos empezó 2021 acumulando más de 20 millones de casos de contagio y acercándose a los 350.000 muertos desde que comenzó la pandemia. Hasta ahora, unos 2,7 millones de estadounidenses recibieron la primera dosis de la vacuna, muy por debajo de los 20 millones que había prometido la Administración Trump como meta para alcanzar antes del fin del año pasado.
“Algunos estados tardan mucho en inocular a los receptores a pesar de la distribución exitosa y a gran escala de vacunas por parte del gobierno federal”, se justificó Trump este viernes. Al igual que en los primeros meses de pandemia, cuando la provisión de barbijos y otros equipos de protección quedó en manos de los gobernadores, la distribución de las vacunas quedó a cargo de cada estado.
Biden, en cambio, planea centralizar las acciones y ya nombró un equipo que se encargará de manejar la cadena de suministro, la campaña de vacunación y de testeo a partir del 20 de enero. La pandemia teñirá su mandato desde el principio y para su acotada ceremonia de asunción ya planea un homenaje a las víctimas de la enfermedad. Sabe que la respuesta ante el covid-19 será el principal desafío que deba enfrentar apenas llegue a la Casa Blanca. “Las próximas semanas y los próximos meses serán muy duros, un período muy duro para nuestra nación. Quizás los más duros de toda la pandemia”, dijo recientemente el presidente electo.