¡La belleza política de un día inmenso!
¿Qué palabras podrían decir lo que sentimos hoy sin aprisionar las sensaciones corporales que se nos agolpan y nos hacen estallar en ese hacer que se vuelve grito colectivo?
Ciertamente me siento convocada a saborear este momento. Pienso que hoy nos merecemos eso: saborear la sensación de estar volando alto, porque nuestros horizontes siempre ambicionan lo que parece imposible y acá estamos, volviéndolo posible desde la espesura de una política creativa.
Saborearlo desde la convicción de que llegamos aquí porque amasamos esta posibilidad, como quien amasa con persistencia tenaz y paciente una causa tan vital como justa. Que se amasó también desde la sabiduría de quienes aprendimos que luchar es un arte cargado de disputas y afectividades.
Saborearlo para darle alojo a esas conmociones que aparecen y nos hacen estallar a cada rato en lágrimas. Esas lágrimas incontenibles que van a seguir proyectando -en los días venideros- todo lo que vendrá.
Saborearlo para hacerle lugar a las memorias feministas que nos sostienen y acuerpan. Con la certeza de que cada minuto ofrecido a esta lucha inmensa, ancha, brillante y atrapante, valió las penas y las alegrías.
Saborearlo desde el armado de la trama de complicidades que hizo posible lograr la ley.
Una ley que es más que texto. Una ley que se vuelve acontecimiento ético por las implicancias materiales y simbólicas que anuncia.
Una ley que viene a reconocer que la clandestinidad es intolerable. Que viene a reparar daños y a acompañar la vida elegida. Que se arma desde unas sensibilidades otras para con quienes necesitan abortar.
Una ley posible porque se construyó desde activismos y prácticas políticas que se direccionaron en múltiples sentidos y desde variados espacios, en la búsqueda por volver el mundo un poco más digno, libre y gozoso.
Una ley que se hace con furia y amor desde las potencias que a(r)man las amistades políticas. Que se hace -además- de los innumerables acompañamientos a quienes tomaron la decisión de abortar y buscaron ayuda en colectivas socorristas y en otras organizaciones de acompañantes, durante años.
Una ley que augura un presente más amable y con más cuidados para quienes decidan abortar.
Una ley que arma poderíos y se vislumbra como prometedora para toda la región Latinoamericana y Caribeña.
Una ley que anuncia larga vida a los feminismos.
Una ley deseante.
Integrante de la Colectiva Feminista La Revuelta, Socorristas en Red (feministas que abortamos) y la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.