“Estamos preocupados y atentos por la inflación del 2,4 por ciento en marzo”, lanzó ayer el titular del Palacio de Hacienda, Nicolás Dujovne, al referirse a la variación de precios difundida anteayer por el Indec. Febrero terminaba cuando el titular del Palacio de Hacienda sentenció que la recesión estaba resuelta y que los aumentos de precios estaban controlados. Desde el Ministerio de Hacienda explicaban que, si bien los aumentos de las tarifas resultarían en una tasa de inflación “un poquito más alta”, el núcleo duro de los precios estaba descendiendo. No fue así. Junto con los servicios públicos, el alza en el IPC estuvo impulsada por los alimentos, las cuotas en las escuelas privadas y la indumentaria.
Por eso, Dujovne decidió señalar que los aumentos de precios “son bastante más bajos que los que teníamos en todos los meses del kirchnerismo”, lo cual no se ajusta a la realidad ni siquiera considerando el índice Congreso que difundía Patricia Bullrich y otros diputados opositores a ese gobierno. Entre 2011 y 2013, sólo en dos oportunidades la inflación superó el 2,4 por ciento. En 2014 lo hizo durante siete meses y en 2015 en ninguna. En cambio, la inflación de 2016 fue la más alta en dos décadas.
Ante el fracaso de la política antiinflacionaria, el funcionario enfatizó que “no tenemos que olvidarnos que venimos de muchos años de una economía muy estancada, con una inflación del 30 por ciento anual y nadie se preocupaba por el tema”. El análisis del responsable de Hacienda elige ignorar la variación salarial, un vector fundamental para medir el impacto de la inflación sobre la capacidad de compra de los trabajadores, jubilados y beneficiarios de la AUH, que durante el kirchnerismo mejoró todos los años a excepción de 2014.
Dujovne insistió que la fórmula propuesta por la autoridad monetaria es acertada: “Si el Banco Central no hiciera lo que hace, la inflación sería más alta y la economía no crecería”, consideró durante una entrevista con radio La Red.