La Procuración General abrió una nueva investigación contra el fiscal Carlos Stornelli basada en un pedido del juicio político del senador Oscar Parrilli que reclama su remoción por haber incumplido las obligaciones propias de su función. La denuncia se apoya en la relación de Stornellli con el falso abogado y espía inorgánico Marcelo Sebastián D’Alessio, y advierte que más allá de si cometió o no delitos lo que se debe evaluar es su actuación como fiscal. A través del vínculo con D’Alessio, advierte, se nutría de “informes” que “le reclamaba”, “consentía la realización en su propio interés de cámaras ocultas fuera de cualquier procedimiento regular” y “aceptaba sin ningún cuestionamiento a arrepentidos que eran llevados” por él para declarar luego de hacerlos entrar en pánico para generar maniobras extorsivas. Nada de esto era una colaboración oficial como parte de algún servicio de inteligencia nacional para una causa judicial pero los “aportes” eran utilizados por la fiscalía, advierte el escrito. La Secretaría Disciplinaria intimó ya a Stornelli para que presente un descargo, según pudo confirmar Página/12 por fuentes cercanas al organismo.
En la Procuración existe desde 2019 un expediente administrativo contra Stornelli que apunta a evaluar su conducta en función de los delitos que se le atribuyen en la causa a cargo del juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. Pero esa investigación disciplinaria avanza lentamente porque prima el criterio –que hasta ahora operó como protección del fiscal— de esperar a que el caso avance lo más posible en el plano penal. La Cámara de Mar del Plata confirmó el procesamiento de Stornelli por dos hechos de espionaje, pero para el órgano que nuclea a las/los fiscales –al mando del interino Eduardo Casal—no está firme ya que irá a la Cámara de Casación Penal. Por todo esto es que Parrilli subraya que más allá de los delitos, lo que importa es la conducta de Stornelli en su cargo y en base a eso promueve una nueva acusación y pedido de juicio político, que después de sus explicaciones será analizado por un consejo evaluador de fiscales. Ese cuerpo había decidido abrirle el jury para aplicar la ley de fueros y que compareciera ante los faltazos a la indagatoria durante casi un año y tras la declaración en rebeldía. Apenas enterado Stornelli se presentó a la indagatoria y aquella conclusión quedó sin sustancia. El sumario por la rebeldía terminó sólo en un apercibimiento.
Uno de los puntos del pedido de enjuiciamiento del senador del Frente de Todos señala que el fiscal no podría escudarse en que fue engañado o que no sabía sobre las actividades ilícitas de D’Alessio, como intentó argumentar cierta vez, porque él mismo recibió la denuncia de Pablo Barreiro, ex secretario de Cristina Fernández de Kirchner, quien dijo que se veía “amenazado por D’Alessio y Carlos Liñani” que invocaban el nombre del propio Stornelli para ofrecer le posibilidad de evitar quedar detenido, como su padre, en la causa de los cuadernos. Barreiro, de hecho, era ajeno a esa investigación y terminó sentado en la fiscalía por las advertencias que relató que recibía. Su declaración terminó hecha un bollo en un tacho de basura porque no servía para comprometer a nadie, y nunca se investigó lo que denunciaba. Este hecho forma parte de la ampliación del procesamiento de Stornelli que dictó en octubre el juez Ramos Padilla, y sobre la que también tendrá que dar explicaciones ante la Procuración ya que fue un tema incluido en el expediente administrativo que ya está en trámite. El fiscal “no fue sorprendido en su buena fe”, “al contrario, sabía que se estaba relacionando con un personaje que transitaba la ilegalidad”, dice Parrilli.
La nueva denuncia hace hincapié en situaciones que muestran que el fiscal “consentía” irregularidades que le ofrecía D’Alessio, como hacer una cámara oculta con la promesa de presentarla en la fiscalía a través de un “tercero” lo que a la vez implicaba “un claro fórum shopping”. Uno de los casos por los que fue confirmado su procesamiento fue la planificación de una cámara oculta al abogado José Manuel Ubeira, que defendía a Oscar Thomas en la causa de los cuadernos, a quien querían hacer aparecer en alguna transacción irregular. El propio Stornelli le pidió, además, al falso abogado, información sobre Jorge Castañón, ex marido de su actual pareja, y aceptó el ofrecimiento adicional de plantarle droga en su valija. Castañón es piloto y la intención era generarle alguna complicación legal en su viajes.
El pedido de juicio político transcribe algunos de los diálogos entre Stornelli y D’Alessio, para mostrar el tenor de la relación y enfatizar que nunca el fiscal se ocupó de verificar tampoco para quién trabajaba D’Alessio, que se decía vinculado con la DEA, la embajada de Estados Unidos y con la Agencia Federal de Inteligencia también. “¿Qué puedo hacer?” preguntaba Stornelli sobre Castañón. “Algo peor”, respondía D’Alessio. “Dame una mano”, le dijo otro día Stornelli. “Obvio, yo lo empomo al abogado que te quiso girar (…) Llego y nos vemos afuera. Dejame que haga lo que te imagines sin qué nadie se de cuenta. Las cosas lindas las hago sin que nadie se entere. Contá 100% conmigo…”. Luego planifican que se encuentran en Pinamar, como efectivamente quedó demostrado al comienzo de la investigación. “Hola Carlos! El martes a qué hora no te parece invasivo para la familia? Así voy a verte a Pina y organizamos lo del abogado hdp que te quiere girar? Yo me adapto!”, y allí fue, con el empresario Pedro Etchebest que luego lo denunció. Sobre el modo en que le llevaba arrepentidos: “Mañana voy a hacer que se arrepienta un actual director de una residual de PDVSA, q sigue operando en el país”, anunciaba D’Alessio, y explicaba que primero lo llevaba a una entrevista con el periodista de Clarín Daniel Santoro y “el lunes te lo siento para tu primer testimonial”.
“El vínculo de Stornelli con D’Alessio no fue circunstancial ni ocasional. Tampoco fue personal o privado. Fue un vínculo a partir de su trabajo como fiscal federal, que se consolidó a partir de un intercambio que incluyó pedidos de información por parte del fiscal, encuentros en la fiscalía y en la playa, mensajes a cualquier hora y diálogos sobre temas diversos que evidencian, cuanto menos, una gravísima irresponsabilidad funcional por parte de Stornelli y, cuanto más, su participación en maniobras extorsivas”, plantea la denuncia. El juez Ramos Padilla señaló en una de sus resoluciones que entre Stornelli y D’Alessio había más de 100 páginas de conversaciones por mensajes entre principios de diciembre de 2018 y comienzos de febrero de 2019, cuando el segundo fue detenido. Algunos días los chats se extendían durante horas.
La causa penal está casi terminada, sólo falta que revise más procesamientos la Cámara de Mar del Plata, que hasta ahora se movió con notable parsimonia, muy similar a la que aplicó la Procuración y que hasta ahora dio cierta tranquilidad a Stornelli.