¿En qué medida se puede hablar de una clínica psicoanalítica pospatriarcal, posheteronormativa y poscolonial en estos tiempos? El psicoanálisis con perspectiva de género le da respuesta a esta pregunta antes que formular nuevos interrogantes. La psicoanalista y doctora en Psicología Débora Tajer lo aborda en el libro Psicoanálisis para todxs (Topía Editorial) con la precisión justa para entender cómo se puede vincular la práctica clínica con el nuevo paradigma. “Por una clínica pospatriarcal, posheteronormativa y poscolonial” es el subtítulo de su libro. De acuerdo a su lectura, pospatriarcal implica identificar qué conceptos se sostienen y cuáles quedaron atados a modos históricos de las relaciones entre los géneros anclados en un modelo de diferencia jerárquica. Para Tajer, lo posheteronormativo se vincula con salir de una concepción binaria de la sexualidad en la cual se suponen solo dos posiciones, aun cuando esté desamarrada de los cuerpos biológicos, para ser consecuentes con la idea de que la pulsión no tiene objeto a priori. En cuanto a lo poscolonial, tiene que ver con salir de la teoría sexual colectiva que sostiene que “tanto lxs niñxs, como el psicoanálisis, vienen de París”. “Es la apuesta que tenemos que hacer. Hacer una clínica en esos términos no quiere decir que estemos más allá del patriarcado, de la heteronorma y de lo colonial sino que no tenemos que tener intervenciones que manden a esos lugares. O sea que tenemos que tener intervenciones que estén creando lo nuevo”, explica la especialista.
--¿Cuánto incide la perspectiva de género en las modificaciones de los abordajes clásicos en psicoanálisis?
--Ojalá que sirviera más. Está habiendo un cambio muy interesante, fundamentalmente en las nuevas generaciones de colegas que también están rozados, rozadas y rozades por el feminismo y por los cambios en las relaciones entre los géneros y también por los movimientos de la diversidad que se están planteando otras cosas. Y, al mismo tiempo, también estamos quienes trabajamos esos temas hace muchos años. Alguna gente no nos conocía pero esta corriente en la Argentina tiene cuarenta años. Ahora, con el auge de esta necesidad, de esta ola verde, del Ni una menos, el matrimonio igualitario, las marchas del orgullo y muchos cambios que ha habido a nivel de lo social hay una demanda y una expectativa diferentes en mucha gente. Y también en las nuevas generaciones que ven con más interés cuestiones que algunas personas hacíamos y que, a lo mejor, no había un interés tan masivo.
--¿Las leyes de Identidad de Género y de Matrimonio igualitario colaboraron para pensar un psicoanálisis poscolonial?
--No poscolonial pero sí posheteronormativo porque, de hecho, hay parejas y familias del mismo sexo consagradas legalmente. Por lo tanto, hay que revisar las marcas heteronormativas que tiene el psicoanálisis para no estar enviando desde la salud mental hacia lugares donde la sociedad ya tomó decisión de que existen y son legítimas las parejas del mismo sexo.
--¿Qué se mantiene del modo de relaciones entre los géneros y qué tiene para decir el psicoanálisis en este aspecto?
--No sé qué se mantiene en este momento. Es una buena pregunta. Estamos en procesos de cambio, pero pasa todo al mismo tiempo. Me parece que hay una coexistencia de modelos anteriores, medianos, actuales al interior de nuestra propia subjetividad. Yo utilizo una nomenclatura que son modelos tradicionales, transicionales e innovadores. Y eso pasa al interior de cada una de nuestras subjetividades. Estamos en un momento de transición en el que pasa todo al mismo tiempo. Y quienes hacemos clínica tenemos que escuchar estos conflictos de época.
--¿El psicoanálisis contemporáneo ha logrado salir de una concepción binaria de la sexualidad?
--No, la mayor parte del psicoanálisis no. Pero habemos quienes sí estamos desde una matriz no binaria y trabajando parta entender desde otro tipo de matrices, de una matriz más diversa. Esto les pasa a todas las disciplinas, pero el psicoanálisis tiene su particularidad: se han fraguado muchos de los conceptos fundamentales en relación a modalidades de relación de los géneros que son históricas. Nuestro trabajo es ver qué es lo que es transhistórico pero desarmar lo que es histórico. Es decir, si yo pongo en el centro de la crianza que el modelo ideal es la familia nuclear, todas las otras familias van a estar en falta, y voy a suponer que todas las otras familias que no sean la nuclear le van a hacer daño a los niños. En ese punto, tengo que ver los modos de crianza y cómo están funcionando los diferentes tipos de familia.
--¿Cómo observa la diferencia de la visión freudiana de “familia” en plena era victoriana a lo que hoy el psicoanálisis entiende como "familia"?
--Yo creo que la mayor parte de los colegas tiene una intención de mirar la diversidad familiar tal como existe. Pero lo que pasa es que muchos de nuestros conceptos están armados en la familia victoriana.
--¿Y qué puede aportar, en ese sentido, el psicoanálisis a las nuevas configuraciones familiares?
--Ponerles palabras a las nuevos vínculos tal como existen y ver dónde esos vínculos funcionan y dónde no funcionan, pero no desde el prejuicio sino en entenderlos. Por ejemplo, en el libro menciono a una familia monoparental de un varón homosexual que hizo un tipo de paternidad con un niño y, en realidad, anotó como niño propio a un niño que le dieron; o sea, se anotó como padre. Lo crio él, pero desde un modelo de varón tradicional, en el sentido que él era el que ganaba la plata y no estaba en la crianza temprana. Y la crianza temprana la hizo la pareja que él tenía en ese momento, otro varón, al cual él no consideraba el otro padre o el otro criador del niño, sí para que lo cuide, pero no como que fue de la pareja. Después se separó de esa pareja y no dejó ver más a ese cuidador primario al niño. Esto no es "Las parejas gay crían así" sino que esta configuración fue de esta manera. Y hay que entender cuáles son los efectos de este tipo de crianza. No hay que generalizar sino ir viendo cómo cada una de las personas van armando las familias, van criando y ahí trabajar con esas configuraciones.
--¿Y el psicoanálisis puede colaborar en el deseo de hijos/as en parejas del mismo sexo?
--Por supuesto. Y también en personas que quieren criar solas. Debemos acompañar sin prejuicio fundamentalmente, pero también viendo qué les pasa a las personas, qué dificultades pueden tener, qué facilidades. También colaborando en armar la novela familiar de minoría porque no es lo mismo armar todo lo que tiene que ver con "quiénes somos como familia" cuando sos una minoría en muchos sentidos. Por ejemplo, muchas familias que se arman entre personas del mismo sexo van a tener que recurrir a técnicas de reproducción asistida. Entonces, ahí tenés un donante y tenés que pensar qué lugar ocupa ese donante en esa familia que estás formando. Estoy hablando fundamentalmente de aspectos fantasmáticos, de la fantasía. Trabajar desde el psicoanálisis con perspectivas de género en esos casos es colaborar armar esto.
--¿Qué rol debe jugar el/la analista en casos de infancias trans? ¿En estos momentos hay más discriminación social que psicopatologización clínica?
--Yo creo que sí, pero al mismo tiempo todavía existe una tensión. Y una tentación a incluirla en el campo de la psicopatología. Y me parece que ahí hay que hacer la distinción fina de qué se trata cada infancia trans porque no son todas iguales. Y, además, también que cuando hay psicopatología también puede ser una infancia trans. No quiere decir que sea una infancia trans que no sea, no es trucho porque haya psicopatología. Pero hay que ver qué hay ahí. Hoy hay más conocimiento (y esto se está generalizando en los y las colegas) de entender que mucho del sufrimiento de estos niños o niñes tiene que ver con la discriminación y con que las instituciones no están preparadas para alojarlos. En este sentido, parte del trabajo es también acompañar a las instituciones. Quienes trabajan con infancias trans muchas veces tienen que trabajar con los pediatras, con las escuelas, con los clubes para que puedan ser receptivos de estas infancias.
--Otro tema: ¿Cuánto incidió la fortaleza del movimiento de mujeres como, por ejemplo, en la lucha por la reivindicación de derechos, por la legalización del aborto y contra la violencia de género en pensar un psicoanálisis más adecuado a este paradigma?
--En lo que influyó fue en la masificación de la necesidad de otro tipo de escucha. Alguien que ya fue a la Plaza, alguien que ya entendió muchas cosas no va querer que le envíen de nuevo a lo binario, a lo heteronomado y lo patriarcal fundamentalmente. En ese sentido, las demandas son diferentes. Se les pide otra cosa a los psicoanalistas. Y se empieza a buscar algo que a muchos colegas les pone los pelos de punta: psicoanalistas con perspectiva de género. Muchos dicen: "Soy psicoanalista. ¿Por qué tengo que tener perspectiva de género? Yo puedo escuchar a todo el mundo". Pero la gente quiere ser escuchada desde esta perspectiva y yo creo que todos estos movimientos han cambiado mucho la demanda. También ha cambiado que las nuevas generaciones de terapeutas o estudiantes de Psicología quieran tener otro tipo de formación.
--¿Los estudios de género permitieron darle a la feminidad un status de construcción social? ¿Cómo dialoga esto con el psicoanálisis?
--Los estudios de género trabajan la construcción social de la subjetividad. Ya la feminidad es una construcción social, pero la masculinidad también es una construcción social. Hay que tomarlo de esa manera. Ahora, porque sea construcción social no quiere decir que no existen. No hay esencia. No es natural que seamos como somos, lo que no quiere decir que no seamos como somos. Que algo sea cultural no quiere decir que no sea sino que es algo que puede armarse de otra manera o que puede tener otro destino.
--¿El hecho de que se hayan modificado las modalidades vinculares, laborales y amistosas, entre otras, permite entender que hay un terreno propicio para el desarrollo pleno de las mujeres en la sociedad o qué es lo que falta para que esa fortaleza de la que hablábamos se encarne en el tejido social?
--Uno de los temas fundamentales es que todavía lo sexoafectivo, lo amoroso atrasa. En este terreno, los modos deseantes y los modos eróticos tienen mucho que ver con las primeras impresiones y con los primeros años de vida y, entonces, aunque vos a los 20, 30 o 40 años pienses otras cosas tenés marcas de los momentos fundantes. En ese sentido, lo que observamos es que, al mismo tiempo que las personas quieren vivir en relaciones más democráticas o con otro tipo de vincularidad, tienen armado su deseo en modalidades de género anteriores. Entonces, hay conflictos en relación a este tipo de cuestiones y es parte de lo que hay que trabajar.
--¿En qué consiste el patriarcado en su modalidad actual de acuerdo al psicoanálisis con perspectiva de género?
--En su modalidad actual es un patriarcado que todavía existe pero que ha perdido legitimidad social. Por ejemplo, algunos chistes o algunos comentarios se hacen igual pero tenés que pedir perdón. O hay cosas que tienen la sanción social que hace 20 o 30 años no tenían porque hay otra expectativa con respecto al buen trato y la paridad. En ese sentido, éste es el momento del patriarcado, lo que no quiere decir que no exista el patriarcado porque si no hubiera patriarcado las mujeres no ganaríamos menos que los varones y no habría femicidios. Los femicidios son la cara más atroz del patriarcado. Pero no es lo mismo un patriarcado que ha perdido legitimidad que un patriarcado que goza de buena salud. Entonces, permite que la gente diga otras cosas, piense otras cosas y demande otras cosas.
--¿Considera que se logró la autonomía de las mujeres del dominio masculino en distintos espacios de la sociedad?
--Yo creo que sí, pero hay muchas cuestiones de la autonomía que son subjetivas, que no son solamente externas. A lo mejor, te dejan hacer cosas que no te animás a hacer porque fuiste subjetivizada para no hacerlo. Si te criaron para callarte la boca, para componer vínculos, para nunca decir lo que pensás, para no crear problemas o para no alzar tu voz ni para decir que no, probablemente aunque puedas hacerlo no lo hagas.
--En uno de los últimos capítulos de su libro señala que “con el psicoanálisis solo no alcanza pero sin el psicoanálisis no se puede”. ¿Es una valorización de la práctica con perspectiva de género?
--El feminismo (y el campo de la diversidad) sin psicoanálisis tiene un techo porque no tiene posibilidades de pensar desde una concepción de la subjetividad tan compleja y tan rica como el psicoanálisis. Ahí es donde es muy importante la relación entre psicoanálisis y género para pensar estas cuestiones. Por otro lado, también tiene otra punta esa cuestión que yo planteo en el capítulo: para poder pensar lo que está pasando en la actualidad con el psicoanálisis solo no alcanza. Es necesario pero no es suficiente. Hay que leer otras cosas.
¿Por qué Débora Tajer?
Débora Tajer es Licenciada y Doctora en Psicología (UBA). También Magister en Salud (Flacso) y profesora Adjunta a cargo de la Cátedra Introducción a los Estudios de Género, y profesora Adjunta regular de la Cátedra Salud Pública/Salud Mental II de la Facultad de Psicología de la UBA, donde también es directora del Programa de Actualización en Género y Subjetividad. Imparte el Seminario “¿Cómo trabajar en clínica psicoanalítica con perspectiva de género?”. Estuvo a cargo de la Cátedra Alicia Moreau (2019), Universidad Paris 7 Diderot. Es co-fundadora del Foro de Psicoanálisis y Género (APBA) y miembra de su Comité Asesor. Autora de Heridos corazones (2009), es también co-compiladora junto a Irene Meler de Psicoanálisis y Género. Debates en el Foro (2000).
En Psicoanálisis para todxs. Por una clínica pospatriarcal, posheteronormativa y poscolonial (Topía Editorial) se propone la tarea de construcción de herramientas psicoanalíticas desde un abordaje pospatriarcal, posheteronormativo y poscolonial del sufrimiento humano. La autora hace una doble apuesta. Por un lado, el develamiento de la visión patriarcal, heteronormativa y colonial subyacente a los abordajes “clásicos” psicoanalíticos. Por el otro, los aportes de instrumentos teórico-clínicos en la perspectiva de género y psicoanálisis. A lo largo del libro da cuenta de los cambios en las femineidades y masculinidades, las nuevas configuraciones familiares y vinculares, las actuales formas de inserción laboral, los nuevos ideales, los cambios en las modalidades de asunción de las identidades de género y las formas de expresiones sexuales y amatorias.