El año en que las salas de cine estuvieron más oscuras que nunca. Un 2020 que, por suerte, ya se fue, dando un cierre simbólico a un período catastrófico para muchas actividades económicas, entre ellas la industria cinematográfica. El brazo más herido de la tríada producción-distribución-exhibición fue sin dudas este último, si bien las condiciones no fueron idénticas en todo el mundo. Mientras muchos países abrieron sus salas –con aforos reducidísimos y aperturas seguidas de cierres temporales y de vuelta a empezar–, en otros, como la Argentina, las butacas no volvieron a ocuparse desde mediados de marzo, cuando la clausura de las actividades grupales en espacios cerrados antecedió por escasos días el comienzo del aislamiento total. Paradójicamente, es probable que en los últimos diez meses y medio se hayan visto más películas (y series) que nunca: el streaming se transformó en amo y señor, demostrando que la pandemia de covid generó una larga fila de perdedores, pero también coronó a algunos ganadores. La gran incógnita: 2021. ¿Qué ocurrirá en las próximas semanas y meses? ¿Volverán los cines a ser lo que eran antes del comienzo de la pandemia? ¿Cuántos de los hábitos potenciados por el encierro y las nuevas normalidades llegaron para quedarse?
Marzo de 2020. El afiche de Corazón loco engalanaba las paredes y espacios publicitarios de la Ciudad de Buenos Aires, pero la fecha de estreno propuesta en grandes y coloridas letras no podría ser. Caso testigo, la película de Marcos Carnevale con Adrián Suar nunca llegó a la sala de cine más cercana, desembarcando directamente en la plataforma Netflix en septiembre, en simultáneo con una semana de exhibición gratuita en CineAr Play. Lógico: la espera ya no tenía sentido cuando resultaba evidente que los cines no volverían a recibir al público. El retraso internacional de los grandes tanques comenzó a ofrecer un espectáculo de efecto dominó a la vista de todos, iniciado por la nueva entrega de la saga 007, Sin tiempo para morir, que fue pateando su fecha de estreno varias veces y ahora promete lanzarse globalmente en abril de 2021. Otras producciones, como la última locura de Christopher Nolan, Tenet, estuvo en un limbo durante varios meses pero pudo verse en grandes pantallas europeas a partir de agosto, gracias al verano boreal y la baja de casos de covid en el hemisferio norte.
La dialéctica espera-streaming –parar la pelota y esperar hasta que aclare o bien tirarse a la pileta de la exhibición online– fue la gran fuerza dominadora de la temporada 2020. Con una gran novedad, que ha forzado nuevas problemáticas de fondo (en gran medida, económicas) impensables un año atrás. El lanzamiento de Soul, la última película Pixar, es sintomático: si bien el film tuvo un estreno reducido en salas de los Estados Unidos, el lanzamiento global y simultáneo en la plataforma Disney+ el 25 de diciembre, gratuito para sus suscriptores, rompió con la tradicional “ventana” theatrical, como se llama en el negocio de cine al estreno exclusivo en las centenarias salas, antes del paso a otros formatos y esquemas. ¿Y qué decir de Warner Media, el gigante de la producción audiovisual que se mandó por las suyas apostando por estrenos paralelos en salas y en la reluciente plataforma HBO Max –aún no disponible en Latinoamérica– durante todo 2021? Ese patear el tablero (más que una patada, una demolición a mazazos de la mesa y todo lo que está encima de ella) generó no pocas repercusiones y críticas, comenzando por el propio Nolan y otros realizadores como Denis Villeneuve, directamente involucrado en el asunto: su largometraje Duna, nueva adaptación de la novela de Frank Herbert, es una de las películas que formará parte de esos lanzamientos gemelos, junto a otros títulos de alto impacto como Godzilla vs. Kong, The Suicide Squad y Matrix 4.
El circuito de festivales internacionales también sufrió sus buenos golpes, con la Berlinale cerrando su 70° edición el 1° de marzo en pleno ascenso de contagios y fallecimientos. El Rey Cannes resistió durante dos meses con la intención de sostener una estructura presencial, pero la llegada de mayo y el peor momento de la primera ola de covid forzó al veterano evento a no realizarse por primera vez en la historia, con la excepción de la fallida entrega de 1968, abortada a mitad de camino como consecuencia de los hechos que se estaban produciendo en París. Muchas de las películas que estaban aseguradas para el encuentro en la Côte d'Azur terminaron presentándose en eventos posteriores como Venecia, San Sebastián o Toronto, que pudieron disfrutar de ediciones presenciales gracias al regreso de las altas temperaturas, aunque marcadas por los mil y un protocolos de seguridad sanitaria. Eso sí, con la “marca” Cannes presente antes de los títulos de apertura, suerte de “no pudimos tenerlos, pero eran nuestros”. Otras películas, en cambio, quedaron “guardadas” hasta 2021, como la esperada Benedetta, la nueva creación del holandés Paul Verhoeven. En Argentina, el Bafici debió rendirse a las circunstancias y bajar los brazos luego de varias semanas de lucha, y la edición 22 fue aplazada hasta 2021. El Festival de Mar del Plata, en tanto, realizó una edición completamente virtual hace algunas semanas, paliativo que permitió ver mucho cine, aunque sin mar ni olas ni viento a la salida de las funciones.
Voces independientes
Si muchas de las películas de perfil alto y mediano, en su mayoría de habla inglesa, tuvieron canales de salida a través de Netflix, Prime Video y otras plataformas del ramo (ver recuadro), y el cine nacional pudo acceder a lanzamientos semanales en CineAr TV y CineAr Play, el gran perdedor de 2020 fue el cine de orígenes geográficos diversos y/o tonalidades narrativas y estéticas alejadas del mainstream. Las distribuidoras independientes fueron las más golpeadas durante estos últimos diez meses y, mientras algunas eligieron en cierto momento arriesgarse y tantear las posibilidades de las exhibiciones online, otras decidieron retrasar indefinidamente el estreno de sus mejores títulos hasta que lleguen tiempos mejores. “En términos económicos, para nuestro sector el año fue desastroso”, confía a Página/12 Federico Pascua. Para el gerente general de BF París, distribuidora que suele alternar en su porfolio películas europeas con algunos largometrajes asiáticos, amén de films independientes de los Estados Unidos, “esos doscientos ochenta y siete días sin actividad significaron que la facturación este año fue cercana al veinte por ciento del promedio anual. A eso hay que sumarles las dificultades que los independientes solemos tener en la distribución en tiempos normales, ya que representamos apenas el 8 por ciento del mercado”. Pascua destaca que, durante estos últimos días de 2020, varios cines del interior cerraron definitivamente, otra muy mala noticia para el sector.
Para Cris Zurutuza, unas de las agentes de prensa más destacadas en el panorama local del cine independiente, “con el cierre en marzo de las salas de cine se precipitó algo que ya estaba anunciado, de alguna manera: un devenir hacia el mundo online que parece irreversible. Hasta ese momento se mantuvieron algunas de las reglas del cine de otros tiempos, pero la crisis a la hora de conseguir pantallas venía arrastrándose desde hacía tiempo”. Desde el punto de vista puntual del trabajo de promoción y prensa de títulos poco masivos y con campañas publicitarias pequeñas o nulas, Zurutuza cree divisar “algo de la lógica de las redes que va a tener mucha relevancia a la hora de entender los nuevos modos de estreno. Más allá de que sigue habiendo medios tradicionales en papel, hoy la instantaneidad es la norma, y con cada película trabajamos de manera casi artesanal, teniendo en cuenta el género y el perfil de cada título. Llegará el momento de reencontrarnos en los cines y vamos a tener que reeducar al espectador para que vuelva a las salas, porque muchos han perdido el hábito. Trabajar en eso va a ser un elemento esencial si queremos recuperar a los espectadores”.
Más allá de la situación de crisis del sector, Manuel García, presidente de la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes Cinematográficos (Cadicine), ofrece una luz de esperanza y observa que “en el corto plazo el cine independiente extranjero puede tener una buena oportunidad si los cines reabren ahora, en enero, y no hay títulos fuertes de parte de las grandes compañías. En lo mediato, creo que al ser productos que no tienen compromisos globales –ni en salas ni en plataformas de streaming–, ni los apuros que suele tener el cine argentino, eso puede plantear una opción para recuperar el terreno perdido. Ese territorio cedido al cine de Hollywood y, cuota de pantalla mediante, al cine argentino. Tal vez, ojalá, 2021 sea el año en el cual ese cine tan postergado en los últimos años vuelva a tener cierta presencia. Me refiero no sólo al cine europeo o asiático más autoral, sino también a las películas intermedias que terminan generando una mayor diversidad en las pantallas”.
Si la fuerte suba del uso de las plataformas de streaming fue la marca más fuerte de 2020, para Pascua “ese comportamiento empezó a decrecer a medida que las salidas comenzaron a permitirse. La reflexión que puede hacerse es que no todo es blanco o negro, Internet versus las salas, sino un elemento más que está a disposición”. BF París comenzó a estrenar películas de manera online hace algunas semanas, en un nuevo sistema cuyas “entradas” pueden adquirirse en la boletería virtual de la cadena Hoyts-Cinemark. Así pudieron verse Estación Zombie 2: Península, la secuela del gran éxito del terror coreano, y Nuevo orden, el polémico largometraje del mexicano Michel Franco. “Estamos esperanzados y esperamos que la cosa se reactive muy pronto”, continúa Pascua, “ya que la incertidumbre ha sido muy prolongada. Va a ser duro y va a haber una gran concentración de títulos, en parte debido a la postergación, pero nada nos haría más felices que ver de nuevo a la gente yendo a los cines y disfrutando de la oferta cinematográfica”.
Dale Play
¿Está en Netflix? La pregunta se repite una y otra vez ante la recomendación de una serie o película, ejemplo práctico de la condición casi hegemónica de la plataforma como canal de transmisión de material audiovisual. A pesar de ello, durante 2020 el crecimiento de Amazon Prime Video fue importante y la aparición de un nuevo jugador fuerte, Disney +, logró desequilibrar ligeramente ese trono con forma de N. La supernova del streaming presentó su oferta usual de títulos mensuales, entre los cuales no pueden dejar de mencionarse el último largometraje de David Fincher, Mank, ficción basada en el proceso de escritura de El ciudadano, y la nueva incursión en las profundidades de la mente de Charlie Kaufman, Pienso en el final, dos de las apuestas menos masivas en términos formales de la plataforma. En ese último departamento, Netflix regaló comedias que permitieron afrontar mejor el encierro como Eurovisión – La historia de Fire Saga, con un adorable Will Ferrell, dramas históricos oscarizables como La madre del blues, con Viola Davis y Chadwick Boseman, y la reciente incursión en la ciencia ficción de George Clooney, en el doble rol de protagonista y director, Cielo de medianoche.
Prime Video, en tanto, estrenó este año la notable ópera prima The Vast of Night, relectura del sci-fi de los años 50 dirigida por Andrew Patterson, y el muy buen drama psicológico de Darius Marder El sonido del metal, en el cual el baterista interpretado por Riz Ahmed enfrenta una incipiente sordera que amenaza con terminar su carrera. También en la plataforma de Amazon pudieron apreciarse las bondades del documental Time, en el cual la realizadora Garrett Bradley sigue a la activista Fox Rich en sus intentos por liberar a su marido de una injusta condena en prisión. El sistema de streaming Apple TV +, que de ninguna manera es exclusivo de los usuarios de aparatos con el logo de la manzanita, presentó este año títulos muy esperados, como el más reciente documental de Werner Herzog, Fireball: visitantes de mundos oscuros, un paseo por el misterioso mundo de los meteoritos y parientes cercanos, y el film de animación Wolfwalkers, cuarto esfuerzo de la compañía irlandesa Cartoon Saloon, usuales contendientes en los premios Oscar en la sección correspondiente.
En el universo más cinéfilo, solamente dos plataformas parecen capaces de alcanzar el podio en términos de curadoría. Por un lado, la local Qubit, especializada en cine clásico, de autor y de género, que este año sumó completos programas dedicados a realizadores como Alfred Hitchcock, King Hu, Serguéi Parajanov y Woody Allen, además de bloques temáticos y geográficos de enorme atractivo para el amante del cine, tanto el empedernido como el recién iniciado. La plataforma Mubi, en tanto, logró este año una llegada más profunda al mercado latinoamericano, sumando a su oferta mensual un nutrido paquete de películas disponibles de manera permanente (en su mayoría clásicos del cine, de todas las épocas y procedencias) y un marcado énfasis en el lanzamiento de títulos recientes que han recorrido los festivales más prestigiosos. Entre muchos otros films, muchos de ellos relevados en Página/12 con entrevistas a sus hacedores y las reseñas correspondientes, no pueden dejar de nombrarse las rusas Beanpole, de Kantemir Balagov, y A Russian Youth, de Alexander Zolotukhin, la china So Long, My Son, de Wang Xiaoshuai, las canadienses Répertoire des villes disparues (Denis Côté) y MS Slavic 7 (Deragh Campbell y Sofia Bohdanowicz) y la suiza Bird Island, de Sergio Da Costa y Maya Kosa, además de casi dos docenas de ficciones y documentales brasileños de factura reciente. Esfuerzo local, la plataforma Puentes de cine, creada por la Asociación de Directores de Cine PCI, ofreció varios largometrajes nacionales, pero también películas muy destacables de otros orígenes como Drift, de la alemana Helena Wittmann, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, del chileno José Luis Torres Leiva, Catorce, del estadounidense Dan Sallitt, Los hijos de Isadora, del francés Damien Manivel, y Alba, de la colombiana Ana Cristina Barragán. Lo dicho en la nota central: las salas estuvieron cerradas pero cine hubo mucho. Bienvenido, 2021.