Los años 70 fueron una auténtica revolución para el género de terror: en esos años tuvo enormes best-sellers y muchos de sus mejores libros. Algunos son más conocidos por las adaptaciones al cine: la ola empezó algunos años antes con El bebé de Rosemary (1967) y se consolidó con El exorcista de William Peter Blatty (1971), Entrevista con el vampiro de Anne Rice (1973), Carrie (1974) y El resplandor (1977) de Stephen King. Todas estas novelas siguen siendo famosas –si no son leídas, las películas ya son clásicas-- pero muchas otras, entonces increíblemente exitosas han sido olvidadas o se las “rescata”. Burnt Offerings (1973), de Robert Marasco, por ejemplo, que fue llevada al cine con Oliver Reed y Bette Davis: en 2015 se la reeditó con prólogo de uno de los mejores del terror contemporáneo, Stephen Graham Jones; o The House Next Door de Anne Rivers Siddons (1978), que estuvo entre las más vendidas del New York Times pero se la recuerda más porque Stephen King le dedicó páginas de entusiastas elogios.
De esta enumeración, que podría seguir, se destaca un libro elegante y extraño, publicado en 1971: El otro, de Thomas Tryon. Vendió 3.5 millones de ejemplares, una cifra monumental entonces y siempre. Fue llevada al cine por Robert Mulligan en 1972: la película no fue un éxito y el propio Tryon, que escribió el guion, quedó disconforme. La novela tuvo su reedición conmemorativa en 2012, también con prólogo de un escritor actual, en este caso Dan Chaon, y desde entonces se la redescubrió como el peculiar tesoro que es, una mezcla de efectismo con cuento de hadas, de Otra vuelta de tuerca con grand guignol. Ahora acaba de publicarla en castellano Impedimenta (antes era de Grijalbo).
El autor, Thomas Tryon, también es un caso peculiar. Nacido en Connecticut, participó en la Segunda Guerra Mundial y después de graduarse en Yale se dedicó a la actuación. En Hollywood trabajó con Michael Curtiz (el director de Casablanca), obtuvo una nominación al Globo de Oro por The Cardinal (1963, de Otto Preminger), y se hizo relativamente famoso por una serie de televisión producida por Disney, Texas John Slaughter. Se retiró en 1969 para dedicarse a la literatura. El otro fue su mayor éxito, pero Harvest Home, de 1973, sobre ritos paganos en una granja de Nueva Inglaterra, también es una gran novela y quizá la próxima en ser reivindicada en el actual renacimiento del horror-folk. En los ‘70, además de cambiar de profesión, Tryon vivió con mayor libertad su sexualidad. Aunque siempre en el closet para familia y público, ya no sentía las presiones de Hollywood. Tuvo un romance de años con Clive Clerk, uno de los miembros originales del éxito de Broadway A Chorus Line y entre 1973 y 1977 estuvo en pareja con la estrella del porno gay Casey Donovan (nombre real Calvin Culver). Tryon murió en 1991: a la prensa se le informó que la causa fue cáncer de estómago, pero su albacea contó poco después que estaba enfermo de sida.
Por supuesto, abundan las lecturas queer de El otro, que ya se insinúan en el título. La historia transcurre en 1935, en la granja de la familia Perry. El padre, Vinning, acaba de morir en un accidente espantoso cuando se disponía a almacenar manzanas de la cosecha; sus hijos, los gemelos de trece años Holland y Niles hacen el duelo como pueden: su madre, Alexandra, vive encerrada y deprimida, la hermana mayor, Torrie, está en pleno romance y la abuela inmigrante rusa, Ada, hace lo que puede. Entre “lo que puede” está enseñarles a los chicos un juego telepático particular, una especie de don que posee y la ayudó a sobrevivir en su tierra natal, cuando era empleada doméstica de aristócratas, y que es perturbador pero en apariencia bastante inocuo. Ada sabe cómo compenetrarse psíquicamente con seres vivos y así “ver” y actuar como ellos. Si se concentra en un insecto puede acompañarlo en su trayectoria voladora y contemplar el mundo a través de sus ojos. Niles, el nieto gemelo amable y considerado ejecuta el juego con frecuencia y lo disfruta; Holland, el hermano que muestra características de sociópata adolescente, se resiste. Y de pronto, en la atmósfera gótica y dolorosa de esta granja que parece desconectada del mundo, empiezan a apilarse las desgracias. El primo Russell tiene un accidente horrendo en el mismo lugar que el padre. Una vecina muere en circunstancias poco claras. Una de las tías (hay muchas: Tryon se deleita escribiendo a estas mujeres) es perseguida por una avispa y ella tiene alergia a los aguijones. Ada, atenta y perceptiva, empieza a notar que el “juego” está fuera de control.
En el prólogo a la edición 2012 (que no reproduce Impedimenta), Dan Chaon describe a El otro como “una novela que nunca es lo que parece, que engaña al lector con su forma quimérica, sus cambios y giros elusivos… La pregunta es qué tipo de novela es. Al principio parece un thriller psicológico tradicional, estructurado alrededor de muertes horribles. Pero cambia, especialmente con una voz narradora que irrumpe, la de un enfermo psiquiátrico de 48 años. Con él, la novela se parece cada vez más a un relato de fantasmas pero en la tradición de Henry James con Otra vuelta de tuerca o Shirley Jackson con The Haunting of Hill House. Como en estas novelas, el elemento sobrenatural es ambiguo. ¿Son las figuras que acechan a la institutriz de James y sus pupilos espíritus reales? ¿O son parte de la imaginación febril de la joven, alucinaciones ponzoñosas que infectan a los niños que tiene a su cuidado? ¿Es la casa de Jackson realmente malévola o es el reflejo de la mente inestable de Eleanor Vance en su deriva hacia la psicosis?”.
El Otro tiene influencias, también, del clásico The Bad Seed (1955) de William March, sobre una niña en apariencia deliciosa pero con una disposición genética hacia el mal. Pero The Bad Seed es puro efecto: El Otro, en cambio, juega con los temas del terror –locura, posesión, fantasmas, telepatía-- y siembra pistas de cuento de hadas (un pozo, manzanas, un barril de vino, tréboles, cajitas secretas, una armónica como anuncio o llamada, canciones de cuna) para anunciar que esta iconografía habla de una infancia perdida (¿también de la inocencia que no volverá?) y se inscribe en varias tradiciones literarias del fantástico, incluso en mitos como el del changeling, cuando las hadas secuestran a un niño y dejan a otro, parecido pero imperceptiblemente diferente, en su lugar. El Otro es, también, una pregunta sobre la identidad. Una inquietud habitual del terror: no es casual que el protagonista se llame Niles, a sólo una letra de distancia de Miles, el niño ¿bueno o malo? ¿corruptor, corrompido o inocente? de Otra vuelta de tuerca. Como en el clásico de James, el secreto mantenido hasta la locura y la muerte es, también, una investigación en clave genérica de la represión y la doble vida, ese otro que, cuando es conjurado, resulta imposible de controlar.