La irrupción de la pandemia se adueñó de la agenda pública postergando algunas promesas de campaña y priorizando lo urgente. El inicio del aislamiento hizo que la atención estuviera puesta en la asistencia social. La imprevisibilidad de lo desconocido vino acompañada de una profundización de los problemas heredados tras cuatro años de políticas neoliberales impulsadas por Cambiemos. El ámbito de la comunicación y la cultura fue uno de los más perjudicados, un impacto negativo que guarda una relación directa con las decisiones del último tiempo.
Durante la gestión de Mauricio Macri, hubo una serie de afirmaciones que no tuvieron su correlato con la realidad. Entre ellas la necesidad de iniciar una política pública de comunicaciones del siglo XXI, con el objetivo de modernizar el sistema infocomunicacional. Detrás de estos discursos se escondía un entramado de prácticas monopólicas que configuraron una estructura de mercado desigual y concentrada. Las consecuencias de estas políticas se agravaron con la llegada de la pandemia y se vieron presentes, sobre todo, en el campo cultural.
Bajo la premisa de contar con una nueva instancia organizativa, el macrismo introdujo cambios en la normativa regulatoria de los medios. La intervención y disolución de los organismos AFSCA y AFTIC, vino de la mano de la creación del ENACOM como única autoridad de aplicación. La modificación de artículos esenciales de la ley 26.522 estuvo acompañada de una falsa promesa: la creación de una comisión para elaborar una nueva ley de medios. Sin embargo, el proyecto no prosperó debido a una serie de prórrogas que fueron postergando el proceso.
La creación del Ministerio de Comunicaciones se sumó a la aprobación de cambios que permitieron la eliminación de restricciones a la propiedad cruzada de televisión por cable, radio y TV abierta. Además, la extensión de los plazos de licencia por diez años resultó un impedimento para el ingreso de nuevas propuestas que pudieran generar una mayor competencia. Esta liberalización y relajación de los límites regulatorios profundizó la concentración mediática en lugar de impulsar la convergencia tecnológica.
Las medidas de ajuste dieron lugar a un gran vaciamiento cultural: el ejemplo más claro es la desjerarquización del Ministerio de Cultura, convertido en Secretaría en el año 2018, bajo la justificación de un “reordenamiento estratégico”. La reducción de los instrumentos de fomento cultural por parte del Estado derivó en una profunda crisis, tanto económica como social en el sector que dañó el intercambio e imposibilitó garantizar el derecho a su producción y acceso.
Estas políticas de comunicación propuestas bajo la promesa de convergencia y modernización, expusieron a la crisis pandémica sobre el mercado cultural debido a la falta de pluralidad generada por la concentración monopólica. El desfinanciamiento de programas, despidos masivos, la falta de políticas inclusivas, entre otros, son ejemplos que desmienten el discurso que presentaban, el cual estaba sujeto a la idea de acercar la cultura a todos.
De cara al futuro es fundamental el diseño e implementación de políticas públicas a largo plazo que representen los intereses de la sociedad en su conjunto. Una vez más queda claro que alentar una mayor concentración de medios no debe ser el camino a seguir.
* Licenciadas en Comunicación Social (UNM). Integrantes del equipo de investigación “La dimensión discursiva de las políticas públicas de comunicación del macrismo: entre la modernización y la desdemocratización” (PICYDT SdI N° 20/20) del Centro de Estudios de Medios y Comunicación DHyCS- UNM.