Beforeigners parte de una premisa demasiado conocida, salida incluso de la crónica periodística sobre las recientes migraciones en el escenario europeo. ¿Qué pasaría si en la Oslo contemporánea llegaran cientos de visitantes a través de las frías aguas que bañan los fiordos? Lo curioso de ese punto de partida es que los imprevistos visitantes no llegan de lugares lejanos en la geografía sino en el tiempo. De la Edad de Piedra, de las gestas vikingas de comienzos del Cristianismo, de la Escandinavia del siglo XIX. Anne Bjørnstad y Eilif Skodvin --creadores de la exitosa Lilyhammer, sátira sobre un mafioso neoyorkino refugiado en la Noruega rural para escapar de la vendetta del crimen organizado-- deciden retorcer aún más esa febril convivencia entre la crisis migratoria y el relato de ciencia ficción a través del humor, y modelar un distópico cambalache, signado por tensiones culturales, grupos de protesta y fusiones temporales, que no esquiva la ironía como principal alimento de un escenario tan delirante como reconocible.

Convertida en la primera producción noruega para HBO Europa y ahora disponible en América Latina --desde este domingo 10 de enero a las 22 por HBO--, la serie está ambientada en un futuro cercano en el que extraños destellos preceden las apariciones de viajeros temporales en las aguas oscuras que rodean la costa. El policía Lars Haaland (Nicolai Cleve Broch) es uno de los primeros asistentes al fenómeno cuando se encuentra junto a su familia en la casa que, cree, será el hogar de sus sueños. Pero nada resulta así: unos años después, Lars es adicto a unas codiciadas gotas oculares, su esposa e hija viven con un caballero que fuma en pipa y recita la poesía de los románticos, y cada día se aventura en las calles de Oslo junto a los prehistóricos con sus cabras y sus trajes de piel, a los vikingos convertidos en repartidores de pizza y a las tribus de neoluditas, agitadores contra aquella tecnología que los ha hecho sus esclavos.

La estrategia narrativa de Beforeigners decide ir sobre seguro y convierte a un misterioso crimen en su punto de partida. Una mujer con tatuajes de la Era de Piedra aparece muerta en las costas de la ciudad y Lars debe aunar fuerzas con una nueva oficial de la policía para descubrir qué hay detrás de ese asesinato. Su compañera es Alfhildr Enginsdottir (Krista Kosonen), primera inmigrante vikinga sumada a las fuerzas policiales, pieza clave de las políticas de inclusión que intenta la moderna Oslo convertida en un grotesco bacanal. La relación entre Lars y Alfhildr no escapa de la dinámica de las buddy movies: Lars con su embriagante adicción, perfumado con el decadentismo de los fumadores de opio; y Alfhildr con su simpática extravagancia de guerrera medieval, con sus métodos heterodoxos para perseguir culpables y ganarse enemigos en la fuerza policial.

Desde el comienzo, Beforeigners asume la influencia de otras ficciones que han corrido la irrupción de lo sobrenatural del centro de la escena y han pensado el mundo más allá del evento originario que lo alteró, en su compleja y difícil reinvención. En una entrevista con Variety de mediados de 2019, cuando la serie se estrenó en Europa, Anne Bjørnstad señalaba: “Todos los clásicos de la ciencia ficción estaban en nuestra mente, desde Un mundo feliz hasta 1984. También hubo películas y series que nos dieron cierta inspiración, como District 9 o True Love, pero en cuanto a la construcción de la historia subyacente dentro del universo, analizamos The Leftovers”. La notable serie creada por Damon Lindelof y basada en una novela de Tom Perrotta cuenta la historia del mundo después de la desaparición del 2% de la población mundial. Beforeigners ensaya la misma estrategia que Lindelof centrada en un policía como hilo conductor, en la emergencia de cultos religiosos, comunidades resistentes y afinidades étnicas que permiten lidiar con un evento incomprensible –que supone apariciones en lugar de desapariciones-, y en las consecuencias afectivas y emocionales que nacen de la alteración de la vida conocida.

Bjørnstad y Skodvin se conocieron escribiendo comedia, se convirtieron en un equipo de trabajo y también en compañeros de la vida. “Ninguno de nosotros tenía formación como guionista. Yo estudié idiomas, sociología e historia de las ideas. Cuando comenzamos a trabajar juntos en Lilyhammer leímos todos los libros de guiones que encontramos y siempre aparecía la misma pregunta: ‘Tienes una gran idea, ahora… ¿qué haces con ella?’. Para mí la idea lo era todo, pero me di cuenta que después de crear el universo lo importante era construir la historia que lo sostenga”. Beforeigners es más que una alegoría sobre la crisis de refugiados en la Europa contemporánea, de hecho se propone repensar la convivencia de idiomas, culturas e identidades en un escenario que tiene tanto de fantástico como de cotidiano. El presente se convierte así en un territorio en permanente trasformación y aquello que era sagrado en eras pasadas, aquellos valores que eran considerados inalterables, ahora se chocan son sus resistencias y contradicciones.

“El matarreyes es un repartidor” es el mensaje que recibe Alfhildr de una de sus amigas del pasado. El matarreyes en cuestión no es otro que Tore Hund, un caudillo vikingo de la Edad Media que mató al rey Olaf II en la batalla de Stiklestad convirtiéndolo en santo patrono de la Iglesia Católica. Despojado de su bravía, sus títulos y parte de su memoria, Tore se ha convertido en el presente en un repartidor de comidas, ataviado con su bicicleta, su casco y su caja de reparto en las calles grises de la vieja Christiania. Su vida no es menos épica que la de la era vikinga, aunque sus gestas puedan parecer pedestres para sus escuderas de antaño y su escondite una deshorna para sus viejos enemigos. La amalgama entre la tradición y la inmediatez, las luchas religiosas y las estrategias de inclusión presentan un escenario complejo y actual pero nunca solemne, visto desde el prisma de una sátira que resulta al mismo tiempo un ejercicio político de afinada observación.

“Nuestra idea de ciencia ficción no tenía que ver con autos voladores ni ciudades espaciales sino con una historia anclada en la vida cotidiana. Por ello era importante el lenguaje y la cultura. El nórdico antiguo está bien documentado pero nadie sabía cómo pronunciarlo. Teníamos que reconstruir el idioma que hablaba la gente en la Edad de Piedra e incluso las formas del lenguaje del siglo XIX. El proceso fue largo pero creemos que el lenguaje es clave para la construcción de la identidad”. Beforeigners consigue mostrar a través de la comedia y el fantástico esa extraña convivencia de orígenes diversos que toda cultura permeada por la inmigración puede detentar. Y aún bajo la lógica de la investigación policial y el complot que parece alojarse tras los detalles del evento extraordinario, nunca se despega de esa épica que puede vislumbrarse en la vida de todos los días.