Desde Washington D.C. Dos meses después de las elecciones presidenciales, Estados Unidos terminaba este martes de definir quién tendrá el control del Senado. En una segunda vuelta, el estado de Georgia en el sureste del país volvió a las urnas para decidir la suerte de las últimas dos bancas que faltan adjudicar en la Cámara alta. Como en una nueva versión de los comicios de noviembre pasado, se esperaba que los resultados tarden en conocerse.
De las dos elecciones en Georgia dependen muchos de los planes que tiene el demócrata Joseph Biden para su gobierno. El Senado no solo es el encargado de aprobar los nombres que el presidente electo presente para constituir su gabinete. El control de la Cámara alta también será crucial para cualquier reforma que intente a partir del 20 de enero.
Después de las elecciones de noviembre, el Partido Republicano tiene 50 bancas de 100 en el Senado. Si gana por lo menos una de las que están en juego en Georgia, mantendrá la mayoría que ostenta desde 2015. Si pierde las dos, la situación de paridad beneficiará a Biden: en caso de empate en una votación, la decisión quedará en manos de la futura vicepresidenta Kamala Harris. En un estado con tradición republicana, el primer escenario es el más probable, pero hasta el lunes pasado las encuestas mostraban una segunda vuelta reñida.
Las elecciones en Georgia no solo son críticas para Biden. También lo son para Donald Trump, quien insiste en que hubo fraude en ese estado en noviembre. Las acusaciones fueron refutadas una por una este lunes por las autoridades electorales estatales, pero marcaron el desarrollo de la campaña en los últimos dos meses.
El conteo final tardará en saberse. Más de 3 millones de personas votaron en forma anticipada, pero se esperaba que casi un millón más se acercaran a los centros de votación este martes. La participación, según las autoridades estatales, parecía menor a la de las elecciones presidenciales. Si los resultados son similares a los de noviembre, la diferencia también será ajustada y será difícil hacer proyecciones rápidas. En la votación anterior y en medio de denuncias de fraude, Georgia tuvo que hacer dos recuentos de boletas.
Tanto Trump como Biden estuvieron en el estado durante la campaña para motivar a sus seguidores a votar. Este martes, los dos siguieron alentando a los simpatizantes a acercarse a los centros a través de Twitter. “Georgia, la nación te está mirando para que nos guíes hacia adelante. El poder está en tus manos”, publicó el demócrata.
Por su parte, Trump se dedicó también a sembrar dudas sobre la forma en la que se estaba desarrollando la votación. “Hay informes del distrito congresional 12 de Georgia sobre máquinas de Dominion que no están funcionando en ciertos bastiones republicanos hace más de una hora. Las boletas quedan en cajas cerradas. Esperemos que las cuenten”, tuiteó.
“Este problema en el condado de Columbia se resolvió hace horas y nuestra oficina informó al público en tiempo real. Los votos de todos van a ser protegidos y contados. Siento que haya recibido inteligencia vieja, señor presidente”, le contestó el funcionario encargado de los comicios en el estado.
Trump también aprovechó Twitter para presionar a su vicepresidente para que desconozca el resultado del Colegio Electoral que votó en su mayoría por Biden. Este miércoles, al vicepresidente Mike Pence le tocará presidir la sesión en la que las dos cámaras del Congreso certificarán el resultado.
“El vicepresidente tiene el poder de rechazar a los electores elegidos fraudulentamente”, sostuvo Trump en Twitter. No es cierto, pero la sesión pondrá a Pence en una situación incómoda: tendrá que decidir si se suma a las maniobras del trumpismo para desconocer el triunfo de Biden o si se limita a aceptar el resultado del Colegio Electoral. Un grupo de representantes y de senadores republicanos ya se prepara para rechazarlo, en línea con las denuncias infundadas de fraude.
La estrategia del ala más afín a Trump es desconocer los resultados de la elección presidencial de por lo menos tres estados: Georgia, Arizona y Pensilvania. Es la última jugada posible para empañar el triunfo de Biden, pero no cuenta con todo el apoyo del Partido Republicano.
Según el sitio Politico, al menos 24 senadores republicanos planean aceptar las certificaciones enviadas por cada uno de los 50 estados y el Distrito de Columbia, los documentos que sellan el triunfo de Biden. Entre las razones esgrimidas en diversos comunicados o declaraciones a la prensa aparecen principalmente las referencias a la Constitución, que deja en manos de los estados la decisión del Colegio Electoral, no en las del Congreso.
A pesar de eso, en cuanto el grupo de legisladores republicanos afines a Trump ponga en duda los resultados, las dos cámaras deberán votar y definir si aceptan los electores enviados por los estados o no. Para tener éxito, la jugada deberá ser aprobada en las dos. Las chances son mínimas: el Senado está bajo control republicano pero los números propios no alcanzan y la Cámara de Representantes tiene mayoría demócrata.
No obstante, el debate se prolongará y se espera que sea una sesión larga. Empezará a las 13, hora del este de Estados Unidos (15 horas de Argentina), y hay posibilidades de que se extienda hasta el jueves.
A la espera de la sesión en el Congreso y para presionar a los legisladores, este martes comenzaron las marchas en la capital del país. Hasta la ciudad de Washington se acercaron grupos de manifestantes pro Trump bajo el lema “paren el robo” y las protestas continuarán el miércoles.
En alerta, la ciudad movilizó a la Guardia Nacional y a la policía local. La alcaldesa Muriel Bowser pidió a quienes residen en Washington que no se acerquen a las zonas cercanas al Capitolio y a la Casa Blanca “para evitar la interacción con gente que está buscando una confrontación”. El Distrito también tuvo que recordar que no está permitido portar armas de fuego en un rango de 300 metros alrededor de las manifestaciones.
Entre los grupos que tienen planeado asistir a las protestas hay organizaciones de ultraderecha como los Proud Boys. Este lunes, el líder de la agrupación, Enrique Tarrio, fue detenido cuando ingresaba a Washington, acusado de quemar una bandera del movimiento Black Lives Matter. Un día después fue liberado, pero un juez le ordenó mantenerse fuera del Distrito de Columbia.
El propio Trump promocionó la convocatoria a las marchas de este miércoles y deslizó que él también podría asistir al acto. En tanto, Biden simplemente tiene planificada una aparición en público desde Delaware para hablar sobre la economía del país.