El lunes 28 de diciembre tras el cierre de los mercados bursátiles, el grupo Pampa Energía dio a conocer la venta del paquete accionario de Edenor a las empresas Energía del Cono Sur e Integra Capital de los empresarios Daniel Vila, José Luis Manzano y Mauricio Filiberti.
La venta, finalmente concretada luego de varias semanas de rumores, significa una de las principales operaciones del ámbito corporativo de los últimos años. Los nuevos dueños desembolsarán durante el próximo año 95 millones de dólares en cuotas por el 51 por ciento del paquete accionario en manos del grupo económico capitaneado por Marcelo Mindlin. De esta manera se hacen con el control de la principal distribuidora de energía eléctrica del país con más de 3 millones de usuarios y el 20 por ciento del segmento de distribución.
El cambio de manos de Edenor dejó abiertas un par de preguntas flotando en el aire:
1. Por qué Pampa Energía decidió vender en estos momentos.
2. Qué estrategia está abordando el grupo o las relaciones políticas que Vila-Manzano-Filiberti puedan tejer para conseguir una nueva recomposición tarifaria.
Sin embargo, nada de esto puede entenderse sin un recorrido por la historia de Edenor y de Pampa Energía.
Privatización y argentinización
Surgida de la ex SEGBA, Edenor fue creada como una empresa de distribución de energía eléctrica que reviste carácter de monopolio natural, con reserva zonal de mercado y que presta servicio en la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires y en 20 partidos del conurbano bonaerense.
Concretada la privatización en 1992, su control quedó en manos de la francesa Électricité de France y contó con participaciones minoritarias del grupo local Astra, de la española Endesa y del banco JP Morgan.
Esta situación comenzó a cambiar tras la crisis 2001-2002. La sanción de la ley de Emergencia Publica y Reforma del Régimen Cambiario ordenó desdolarizar y desindexar las tarifas de servicios públicos y llamó a una renegociación de los contratos de dichas prestadoras.
Los cambios regulatorios afectaron la rentabilidad extraordinaria que las empresas venían teniendo desde las privatizaciones y comprometieron su situación financiera, ya que pasaron a tener tarifas pesificadas con deuda contraída en dólares. A su vez, tanto desde el plano discursivo como desde los entes regulatorios, el gobierno de Néstor Kirchner comenzaba a cuestionar el lugar que el capital extranjero jugaba en los servicios públicos.
En ese contexto ingresa en escena Marcelo Mindlin y su fondo Dolphin Fund Management. En 2003 se rompe la sociedad que tenía con Eduardo Elsztain en IRSA, Mindlin junto a un grupo de socios se lanzó a la compra de activos en el sector energético. En primer lugar, incorporó a su cartera a Transener, empresa monopólica de transmisión de energía, por 48,5 millones de dólares y a Edenor, por 100 millones de dólares en 2005.
Pampa Energía
La estrategia del fondo Dolphin, cuyo nombre cambió por el de Pampa Energía en 2006, consistía en adquirir activos a precios de remate y en una delicada situación financiera para, posteriormente renegociar la deuda en default y esperar que concluya el llamado a la Revisión Tarifaria Integral pudiendo así reconstruir los ingresos y el valor de mercado de las empresas.
La estrategia no fue sólo implementada por Pampa Energía. En el mismo periodo diferentes grupos empresarios se hicieron con activos en el sector energético, entre ellos las familias Caputo, Escasany, Miguens Bemberg y Guillermo Reca, pasaron a formar parte de Central Puerto y Edesur. Como característica común compartían la total falta de experiencia en la actividad energética y, en su mayoría, trayectorias laborales vinculadas a las finanzas.
Si bien durante los 2000 Pampa Energía se expandió a toda la cadena energética, su principal objetivo, el aumento de tarifas, sufría permanentes postergaciones. El grupo nunca logró acceder a que el ministro de Planificación, Julio de Vido, quien tenía la llave para destrabar estos aumentos se los concediera. Hacia el 2011 se comenzó a fraguar la ruptura entre el grupo económico y el gobierno nacional. De los enfrentamientos velados se pasó a criticas abiertas por la situación económica de la empresa e incluso a presentaciones judiciales.
Durante el último periodo del kirchnerismo, con inflación creciente y tarifas congeladas Edenor llegó a tener patrimonio neto negativo, retaceó inversiones y pagos de energía a Cammesa, volviéndose totalmente dependiente de subsidios compensatorios crecientes, lo cual redundó en la calidad del servicio prestado.
Tan cierto como esto, fue el hecho de que Pampa Energía utilizó a Edenor para hacerse del control de empresas distribuidoras del interior, las cuales vendió con importantes ganancias al poco tiempo de adquirirlas. Edenor también recurrió a la práctica de otorgar créditos a subsidiarias e incrementó la remuneración que recibía el directorio de la empresa.
Cambiemos y el tarifazo
Fue tal la expectativa suscitada por el gobierno de Mauricio Macri en el sector, que entre octubre de 2015 y enero de 2018 la acción de la compañía subió 390 por ciento, pasando de casi 13 dólares en la bolsa de Nueva York a 63 dólares.
En el mismo periodo, mientras el Ministerio de Energía se completaba con la mayoría de sus cargos directivos integrados por ejecutivos con trayectoria en puestos de alta gerencia en el sector privado relacionados con la actividad energética, Edenor recibía una recomposición de sus ingresos vía incremento de tarifas, que pasaba para un consumo medio de 1,5 dólares mensuales a más de 15,0 dólares: un aumento del 892 por ciento.
La gestión de Mauricio Macri también habilitó la generación de nuevas oportunidades de negocios y el sector energético no fue la excepción: desde la venta de las centrales térmicas Ensenada Barragán y Brigadier López hasta los contratos PPA (Power Purchase Agreement) a 20 años y nominados en dólares en energías renovables.
En este marco, Pampa Energía compró en julio de 2016 los activos de Petrobras Argentina en una operación cerrada en 1000 millones de dólares. Lo distintivo fue que la compra involucró un préstamo intraempresas del propio grupo y otro préstamo de YPF. Una empresa con mayoría estatal financiando una operación entre privados.
Crisis económica mediante, la experiencia del macrismo en el poder significó entre otras cosas una profunda destrucción de valor de los activos argentinos. Cuando Cambiemos entregó el gobierno en diciembre de 2019, la acción de Edenor había perdido el 90 por ciento de su valor desde el máximo que alcanzó en el verano de 2018.
Tarifas
Los periodos de recambio gubernamental y de crisis económicas suelen abrir el juego a movimientos al interior del poder económico. La actual situación con la venta de Edenor por parte de Marcelo Mindlin ofrece algunas características similares a las vividas 15 años atrás cuando Pampa Energía ingresó al negocio, pero también importantes diferencias.
Por un lado, estamos ante una empresa con una deuda financiera de 111 millones de dólares, de los cuales 98 millones corresponden a una Obligación Negociable que vence en 2022 y cuyo pago semestral viene cumpliéndose regularmente. Es decir, la empresa no afronta un stress financiero como ocurrió tras el fin de la convertibilidad. De hecho, tiene una posición de caja neta de deuda financiera de 3,1 millones de dólares.
Por otro lado, se trata de una compañía que puede mostrar mejoras destacables en sus estándares de calidad de servicio tanto en términos de duración como de frecuencia de las interrupciones de este, situación divergente vis a vis Edesur, cuestionada crecientemente por los usuarios y por intendentes del Gran Buenos Aires.
Por último, está la cuestión tarifaria: suspendidos los aumentos desde la campaña electoral de 2019, la empresa sostiene en su ultima presentación ante inversores que sus ingresos llevan un retraso del 68 por ciento a noviembre de 2020.
A su vez, el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) se encuentra intervenido desde marzo de este año y abocado a una revisión tarifaria que tiene un plazo máximo de 2 años. El ENRE se encuentra a cargo de Soledad Manín, colaboradora del exinterventor Federico Basualdo, vinculado políticamente a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y uno de los críticos más enconados de los tarifazos durante la gestión de Cambiemos.
Vila-Manzano-Filiberti
Tarifas congeladas, perspectiva incierta sobre futuros aumentos y control del ente regulador a cargo del kirchnerismo. Es aquí donde entra a tallar la operación que Pampa Energía cerró con Vila-Manzano-Filiberti.
La sociedad Vila-Manzano se remonta a mediados de la década de 1990 cuando se expandió en la actividad de medios de comunicación. En la década siguiente también se insertó en el sector energético vía Andes Energía/Phoenix Global Resources: producción de hidrocarburos, participación accionaria en Metrogas y control de la distribuidora eléctrica mendocina Edemsa.
Tan importante como esta trayectoria son los vínculos políticos de José Luis Manzano con el peronismo. De líder de la renovación en los ‘80 a ministro del Interior de Carlos Menem y abanderado de las privatizaciones, puede exhibir una nada despreciable capacidad de llegada al elenco gobernante, algo que pese a reiterados intentos Mindlin nunca terminó de construir, incluso habiendo reclutado para Pampa Energía a ex funcionarios del entonces Ministerio de Planificación Federal.
No se puede soslayar que los rumores sobre el desprendimiento de Edenor vienen de larga data y contrariamente a su estrategia inicial, hoy Pampa Energía se encuentra focalizado en la generación de energía eléctrica y en la producción de hidrocarburos no convencionales en la formación Vaca Muerta. La venta de Edenor viene a cerrar el círculo iniciado con la compra de Petrobras Argentina.
Sin embargo, de fondo resuenan los conflictos que Mindlin y compañía tuvieron durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner por la cuestión tarifaria, así como la cercanía al macrismo y la compra de la constructora Iecsa al primo del expresidente, Ángelo Calcaterra, en una maniobra que incluyó la participación de firmas offshore a la fecha no esclarecida.
Hoy el grupo se desprende de una empresa cuya capitalización de mercado es de 168 millones de dólares pero que llegó a valer 2800 millones de dólares. Hasta dónde se arriesga Mindlin a cerrar una operación por mucho menos de su valor cómo un modo de encauzar su vínculo con el gobierno, y qué capacidad de maniobra tienen los nuevos dueños de Edenor para conseguir un nuevo esquema tarifario que incremente la rentabilidad de la empresa son cuestiones para tener presente en el devenir del sector energético.
* Investigador del Centro de Estudios Sociales de la Economía-Universidad de San MartÍn. [email protected]