Superheroicos      7 puntos

We Can Be Heroes; EE.UU., 2020.

Dirección, guion, edición y fotografía: Robert Rodríguez.

Duración: 100 minutos.

Intérpretes: Pedro Pascal, Priyanka Chopra, YaYa Gosselin, Christian Slater, Boyd Holbrook, Christopher McDonald y Adriana Barraza.

Estreno en Netflix

Robert Rodríguez tiene sangre mexicana y nació en Texas, aunque por su capacidad e ingenio para arreglárselas con lo que tenga a mano, tranquilamente podría ser argentino. Cultor del cine de bajo presupuesto y artesanal desde los tiempos de El mariachi (1992), el director, que con chicle solucionaría una filtración en el casco de un transatlántico, suele ocuparse de varios rubros técnicos, delegando el resto en sus colaboradores habituales, la gran mayoría parte de su familia. En esta ocasión Rodríguez fungió también como editor, guionista y director de fotografía, mientras que su hijo Racer y su hija Rebel llevaron adelante la producción y la composición musical, respectivamente. ¿Qué pasa si se aplica este modelo fatto in cassa, de bajísima escala, a un tipo de relato asociado a la grandilocuencia, el gigantismo y la serialización como el de los superhéroes contemporáneos? Sale algo como Superheroicos, una película de aventuras infantil imperfecta pero noble, lúdica y desprovista de todo aspaviento.

¿Infantil? ¿Una de superhéroes? Pero claro, si Rodríguez es de esos directores capaces de mirar el mundo con ojos de chico, hablándoles de vos a vos en lugar de subirse al pedestal de la supuesta sabiduría adulta, ¿por qué no haría una película con ese punto de vista? Mira el mundo y sobre todo el cine, dado que juega –y se divierte- con sus códigos y lugares comunes. Así lo hizo con las películas de explotación en Planet Terror –parte del díptico Grindhouse junto a A prueba de muerte, de otro chatarrero como Quentin Tarantino– y con las de espías en Spy Kids. Y así lo hace ahora con las de los muchachos y las muchachas de capa, reincidiendo en la operación de Mini espías la saga por la cual bajaba la edad a los protagonistas, todos chicos y chicas de no más de 13 años.

Siguiendo esa directiva, Rodríguez despliega una trama sencillísima, situando la acción en un universo donde los superhéroes, a diferencia de los rosqueros de Marvel o los torturados de DC, están perfectamente ensamblados con una sociedad que los quiere y respeta. Por eso gozan del beneplácito gubernamental con una unidad exclusiva para ellos dentro del organigrama de las fuerzas públicas. Tan insertados están, que formaron familias y tienen hijos que, mientras ellos trabajan, pasan los días resguardados en un lugar seguro, alejados del entorno. No todos son comunes y corrientes: algunos tienen poderes personales tales como la capacidad para manipular el tiempo, estirar de miembros varios o cantar en tonos muy graves o agudos que rompen vidrios y tímpanos cercanos. Sí es normal Missy, hija de un retirado Marcus Moreno (Pedro Pascal, actor del momento gracias a sus trabajos en la aquí inédita Mujer Maravilla 1984 y la serie The Mandalorian) obligado a volver a la acción ante el ataque de unas criaturas con tentáculos que secuestran a sus compañeros.

Sin noticias de ellos ni adultos a la vista que los controlen, los chicos serán dueños de sus propias decisiones, para lo cual deberán zanjar diferencias y alinear objetivos, puntapié para que Missy YaYa Gosselin, de la serie 13 Reasons Why, muestre que lo suyo no es lo sobrenatural sino algo tan terrenal como la aptitud para el liderazgo. Cuando finalmente deciden ir al rescate de sus padres, Rodríguez despliega una cosmovisión juguetona y plácida, hecha de recursos visuales humildes y originales, para una película accesible, transparente y con la inteligencia suficiente para no vender gato por libre. A diferencia del universo Marvel o DC, donde la voluntad multitarget configura relatos con forma de pastiche hipertrofiado, Superheroicos elimina todo aquello que no sea funcional a la aventura infanto-juvenil: no hay profundidad psicóloga ni traumas arrastrados, así como tampoco la ambición ni la gravedad impostada de querer narrarlo todo. Si hay una épica lo-fi, atada a la fantasía y el ideario de esos personajes que, al menos una vez, son muy parecidos a quienes miran del otro lado de la pantalla.