La certificación de los votos del Colegio Electoral que iba a hacer este miércoles el Congreso de Estados Unidos no pudo llevarse a cabo como estaba prevista. Animada por Donald Trump, una turba irrumpió en el Capitolio en Washington para impedir la sesión que reconocería al demócrata Joseph Biden como el próximo presidente del país. El vicepresidente Mike Pence tuvo que ser evacuado y los miembros de las dos cámaras tuvieron que refugiarse mientras el edificio entró en un cierre de emergencia. La alcaldesa de Washington llamó a la Guardia Nacional y ordenó un toque de queda para frenar los disturbios.
“Nuestra democracia está bajo un asalto sin precedentes”, dijo Biden en una conferencia de prensa en la que pidió a Trump que “defienda la Constitución” y demande que se detenga “el asedio” al Capitolio. “Las escenas de caos no reflejan el verdadero Estados Unidos. No representan lo que somos”, sostuvo el presidente electo. “Lo que estamos viendo es un número pequeño de extremistas dedicados a la ilegalidad. Esto no es disenso, es desorden. Roza la sedición y debe terminar. Ahora”, agregó.
Las imágenes de este miércoles no tienen precedente en la capital estadounidense. “Insurrección”, dijo el senador Mitt Romney para referirse al caos. “Violento asalto”, lo llamó el ex presidente George W. Bush. Algunos representantes demócratas directamente lo calificaron de “intento de golpe de Estado”.
Trump en cambio grabó un corto video desde la Casa Blanca que publicó en Twitter. De esa forma les pidió a sus seguidores que se fueran a sus casas, insistió en que le robaron la elección y se despidió diciéndoles: “Los amamos. Son muy especiales”.
El video, lejos de dispersar a los fanáticos, indignó a los opositores y llevó a Twitter y a Facebook a tomar medidas sobre la publicación. “Esta es una situación de emergencia y estamos tomando todas las medidas adecuadas, lo que incluye remover el video del presidente Trump. Lo removimos porque, en general, creemos que contribuye al riesgo de que continúe la violencia en lugar de disminuirlo”, explicó Guy Rosen, el ejecutivo de Facebook encargado de los temas de seguridad e integridad. Twitter al principio se limitó a agregarle una etiqueta de advertencia y eliminar la posibilidad de compartirlo. También lo hizo con el siguiente mensaje del presidente, en el que insistió en una supuesta victoria suya que fue robada. Más tarde Twitter cerró la cuenta de Trump por 12 horas.
Un trámite que se convirtió en un caos
Los extremistas llegaron durante la tarde al edificio del Congreso después de escuchar a Trump en un acto en la zona de la Casa Blanca. “Nunca vamos a reconocer la derrota”, había dicho el magnate frente a quienes se habían convocado en Washington para protestar contra el conteo de votos del Colegio Electoral que iban a comenzar los legisladores.
En ese mismo discurso, deslizó la posibilidad de caminar hasta el Capitolio para presionar a representantes y senadores para que rechacen el triunfo de Biden. Sus seguidores le hicieron caso y hacia allí se dirigieron, mientras Trump volvía a la Casa Blanca.
En el Congreso, la sesión acababa de empezar. Pence ya había anunciado oficialmente que él no planeaba desempeñar otro papel más que el simbólico que le reserva la Constitución: habilitar el debate, contar los votos del Colegio Electoral y preguntar si existía alguna objeción por parte de los legisladores.
En primer lugar llegó la certificación de los nueve votos de Alabama. Todos para Trump, no recibieron ninguna objeción. Senadores y representantes también aprobaron los tres electores de Alaska, otro estado en el que ganó el Partido Republicano. Pero con el tercero, Arizona, llegó el primer rechazo de integrantes republicanos de las dos cámaras.
Pence pidió entonces que cada cuerpo se retirara a debatir si aceptaba o no las objeciones a los votos de Arizona. “Si esta elección fuera revocada por apenas acusaciones de parte del lado que perdió, nuestra democracia entraría en una espiral mortal. No veríamos a toda la nación aceptar una elección nunca más”, dijo en su intervención el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell. Pero otro grupo de su propio partido decidió avanzar con el rechazo tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Según el procedimiento, cada cámara tiene hasta dos horas para debatir esta clase de objeciones, pero ninguna llegó a definir la suerte de los votos de Arizona. En cuanto los extremistas pro-Trump lograron entrar al Capitolio, Pence fue evacuado. La policía también hizo vaciar oficinas de congresistas cercanas al edificio.
Los fanáticos del presidente atravesaron el escaso cordón policial que custodiaba el edificio, rompieron las ventanas e ingresaron al edificio. Es la primera vez desde 1814 que hay una irrupción así en el Congreso. “No vamos a retroceder”, le escribieron a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en un mensaje que dejaron en su oficina. Estuvieron en los recintos de la Cámara baja y del Senado. Llevaron con la bandera confederada, que ni siquiera había estado en el Congreso durante los años de la Guerra Civil del país.
La alcaldesa de la ciudad de Washington, Muriel Bowser, declaró un toque de queda a partir de las 18 hora local (20 de Argentina). Tuvo que pedir asistencia al estado vecino de Virginia, que envió los miembros de su Guardia Nacional, a efectivos de la policía estatal y se sumó a la medida de emergencia.
Solo cuando anochecía y habían pasado más de tres horas desde el caos, la multitud que permanecía fuera del edificio empezó a dispersarse. Quienes se quedaron en la zona antes de que empezara el toque de queda destruyeron los equipos de medios como la Associated Press y muchos se mantuvieron en la zona a pesar de que la media entrara en efecto.
Los medios estadounidenses reportaron que una mujer recibió un disparo durante la tarde y que fue atendida por médicos, pero falleció en el hospital. Las circunstancias en las que eso sucedió todavía no están claras. Durante la tarde, la policía arrestó solamente a 13 personas. También se informó que la policía encontrpo y removió al menos un artefcto explosivo dejado por los manifestantes en la oficina de un congresista.
Cuatro horas después de la irrupción, el jefe de seguridad del Capitolio declaró que el edificio era seguro. Los legisladores, cuya ubicación no se dio a conocer mientras duró el caos, se preparaban para continuar con el conteo de los votos del Colegio Electoral. “Nos vamos a quedar, cueste lo que cueste. Estos matones no nos van a correr”, dijo el senador demócrata Joe Manchin a un grupo de periodistas que seguían dentro del Congreso. El miercoles a la noche se reanudó la sesión.