Desde Brasilia.Cuando llegó al poder, en 2019, Jair Bolsonaro se presentaba como el Donald Trump tropical y planeaba realizar una cumbre de ultraderecha con la presencia del mandatario norteamericano que hoy incitó a una rebelión en el Capitolio.y otros jefes de estado, incluso Mauricio Macri.
En diciembre de 2018 realizó una cumbre precursora en Foz de Iguazú, bajo la coordinación su hijo Eduardo, uno de los hombres influyente en la formulación de la política externa brasileña.
Al policía y presidente de la Comisión de Exteriores de la Cámara baja Eduardo Bolsonaro le fue confiada la tarea de construir puentes con la Casa Blanca. Una tarea que cumplió con creces: en en uno de sus frecuentes viajes a Washington llegó a ponerse una gorra con el lema "Trump 2020".
Como premio a su alineamiento sin fisuras , el joven diputado fue escogido por el exasesor trumpista, Steve Bannon, como el reponsable en América del Sur del grupo neofascista Movimiento.
En 2020 los Bolsonaro hicieron campaña por la reelección del gobernante del partido Republicano y sólo reconocieron la victoria de Joe Biden el 15 de diciembre pasado. Lo hicieron después que otras figuras ultraconservadoras como el premier israelí Benjamin Netanyahu y presidente el húngaro Victor Orbán.
El tardío reconocimiento de Joe Biden y la insistencia en el argumento del fraude (el martes Bolsonaro volvió a deslizar un breve comentario sobre el mismo) serían el ensayo de una potencial rebelión golpista en 2022, acaso con apoyo de los paramilitares, que podría desatarse si el actual presidente no fuera re electo, señala el investigador de la Universidad de San Pablo, Bruno Paes Manso, autor del libro "La República de las Milicias".
En su más reciente gesto de devoción hacia Trump, el mandatario envió a hijo Eduardo a Washington para que se despida en persona.
Eduardo se presentó este lunes en la Casa Blanca junto a su esposa y su pequeña hija, Georgia, nacida en octubre. Lo habría recibido Ivanka Trump, la hija del magnate que hoy elogió llamó “patriotas” a los invasores del Capitolio en un tuit luego borrado.
El propio Eduardo confesó haber elegido ese nombre en alusión al estado norteamericano de tradición conservadora. Fue una especia de ofrenda realizada en plena campaña.
La ajustada derrota de Trump en Georgia convirtió al diputado en el hazmerreír de las redes sociales en noviembre, cuando llovieron los memes, uno de los cuales decía que la bebé Georgia sería electora oculta de Biden.
El flamante titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, el demócrata Gregory Meeks declaró el martes que defiende una nueva política externa en la que se tenga como una de las prioridades será “ejercer presión sobre los Bolsonaros del mundo”, en referencia a los líderes extremistas.
Pero las probables relaciones difíciles con Biden no amedrentan al presidente-capitán ni a su hijo: ambos parecen trabajar para consolidarse como estandartes del posttrumpismo. Y quizá organizar aquella cumbre de la ultraderecha con la presencia del inminente exmandatario estadounidense.