Las locuras que sacudieron Washington el miércoles pueden ser directamente vinculadas a la situación psicológica de Donald Trump que contagia a muchos de sus seguidores. Quizás lo más triste de los actos vandálicos y criminales en el Capitolio norteamericano sea que ese mismo día murieron 4100 norteamericanos de covid-19, un nuevo record.
En los últimos días mucha gente, aun cuando falta menos de dos semanas para el fin de esta presidencia, están hablando de hacer un impeachment o usar la enmienda 25. Esta es un mecanismo por el cual, el gabinete y el vicepresidente ven que el presidente no tiene facultades físicas o mentales para el puesto y piden su dimisión.
Historiadores norteamericanos como John Barry y Laura Spinney escribieron libros de investigación sobre la pandemia de 1918 con especial énfasis en la negativa casi total de las autoridades de EE.UU. de enfrentar una situación catastrófica. El presidente Woodrow Wilson, sumergido en la primera guerra mundial, casi ni mencionó la influenza en público. Pensaba que sería una manera de distraer la atención de su pueblo del esfuerzo bélico. Eso aunque la mal llamada Gripe Española ya le había matado a una de sus hijas y, como afirman algunos historiadores, la peste afligió el propio Wilson, eventualmente causando su fallecimiento.
La primera guerra dejó 116,000 muertos entre los soldados norteamericanos, la pandemia mató entre cinco y seis veces más en el país.
Hay diferencias entre la pandemia de 1918 y la que hoy sufrimos. Hace un siglo las victimas en su gran mayoría eran jóvenes entre 20 y 40 años; los sistemas de salud pública casi no existían y la medicina parecía seguir en la Edad Media. Faltaba una década para que descubren la penicilina. Hoy no hay una guerra mundial, hay sistemas internacionales y de cada país de salud pública y la medicina y ciencia han avanzado muchísimo. Pero hay algo similar, por lo menos en EE.UU., que es la falta de respuestas y acciones de los jefes de estado Wilson y Trump. Como los historiadores culpan a Wilson por la negación total de la pandemia, lo mismo van a escribir los investigadores futuros sobre Trump.
A falta de una guerra, Trump hizo de su reelección una guerra personal, a pesar del coronavirus. En lugar de liderazgo, Trump negó la pandemia, haciendo que el uso de barbijos un blanco de burlas, puteando a la comunidad científica –incluyendo a sus propios funcionaros con la responsiblidad de controlar la covid- y terminó hasta de curandero promocionando remedios peligrosos. Su campaña tuvo varios eventos de super-propagación de la enfermedad.
Trump hizo todo lo posible para dificultar que la gente votara de manera segura, llamando al voto por correo una invitación al fraude y pidiendo a sus votantes ir a las urnas el día 3 de noviembre. Su oponente Joe Biden organizó a sus votantes para que votaran antes por correo. Trump y su director de correo se la hicieron más difícil con medidas como quitarle fondos al correo en estados donde la elección fue muy reñida, sacar máquinas de contar sobres y mandar apenas una urna postal por condado en Texas.
Biden ganó cómodamente la elección, 306-232 en el colegio electoral, 81 a 74 millones en el voto popular, un porcentaje de 4.5 por ciento. Trump jamás admitió la derrota e insiste hasta hoy que hubo fraude, aun después de los recuentos y perder 39 casos judiciales. Entre las excusas ofrecidas por Trump, Rudy Giuliani y los otros abogados presidenciales para disputar la elección figuran que no dejaron a los observadores republicanos acercarse a los contadores, sin pensar que tampoco dejaron a los demócratas por las reglas de distancia social de la pandemia; o que si Trum se fue “a dormir la noche de la elección con una amplia ventaja y despertamos atrás”, fue porque en casi todos los estados contaron los votos presenciales antes que los postales, que eran casi todos demócratas.
Hay una relación entre la reacción de Trump a la pandemia y a la derrota electoral con la realidad alternativa en que vivía Wilson hacer un siglo. En 1918 se hizo un gran desfile en Filadelfia que es considerado el principio de la segunda ola de la pandemia, causando muchos muertos. En 2020 la insistencia de Trump en hacer campaña con multitudes casi sin barbijos contribuyó a una segunda ola de covid.
Wilson ni mencionó a la Gripe Española, Trump repitió muchas veces que la covid es un engaño y que el día después de la elección los demócratas y los medios ni mencionarían la pandemia. ¡Cómo se equivocó! Fueron records de casos diarios y de muertos por covid. En las primeras jornadas de diciembre murieron más norteamericanos de covid cada dia que los que fallecieron en los ataques de las Torres Gemelas.
La enmienda 25 surgió en gran parte de la enfermedad física y mental de Wilson, aunque tomó unas décadas para entrar en vigencia. Si invocan la 25 para destituirle a Trump, sería otra cosa que vincula a los dos: pandemias olvidadas por dos presidentes, Wilson consumido por la guerra mundial, Trump envilecido por su propio ego.