Tras el anuncio del esquema de emergencia del transporte que se pondrá en marcha el 25 de enero, con fusión de recorridos y eliminación de líneas, el concejal Eduardo Toniolli consideró que se trata de "una reorganización en el marco reducido de prestación de servicios que se está dando durante la pandemia para mejorar la performance en algunas líneas y franja horaria determinada, con el objetivo de incrementar la relación de pasajero por kilómetro recorrido. Esto en algún caso puede traer algún beneficio puntual, en la hora pico y en las avenidas, en los recorridos troncales, pero siempre es en desmedro de otros recorridos más barriales y de otras franjas horarias", explicó el edil que integra la comisión de seguimiento y lleva adelante, desde 2015, el Observatorio Social del Transporte. 

La vecinal del barrio Echesortu ya envió una carta al intendente Pablo Javkin. "Nos enteramos de los cambios implementados en el transporte urbano y, ante la disconformidad de los vecinos, nos parece que no es propicio llevar adelante este tipo de cambios en un contexto de pandemia, donde no se puede dialogar ni escuchar la opinión de los usuarios de las líneas afectadas. Esta medida nos perjudica enormemente y nos parece necesario que esta decisión se postergue hasta que se pueda debatir sin poner en riesgo a los vecinos", explicó la presidenta, Vanesa Amato.

Ante la crisis que trajo la pandemia, y con anterioridad al anuncio municipal, desde el bloque del Frente de Todos, Toniolli hizo una propuesta de un fondo anticíclico para tomar recursos que permitan sostener --si no tal como era antes, al menos no tan restringido-- el sistema de transporte. "Por eso decimos es una manta corta, no está en discusión el tamaño de la manta", dijo el concejal, quien recordó que hubo otras propuestas para evitar un recorte tan abrupto. "Hay planteos para decir agrandemos un poquito la manta, que el recorte que es inevitable no sea tan importante". El edil recordó que los subsidios nacionales al transporte se triplicaron en relación a 2019. 

En barrios como Hostal del Sol, donde habrá que caminar entre cinco y diez cuadras más para tomar un colectivo, se plantea una situación concreta: si bien sus habitantes tienen un poder adquisitivo que les permite trasladarse en autos particulares, quienes prestan servicios allí --empleadas de casas particulares, por ejemplo-- son las principales perjudicadas por este tipo de medidas. "Nosotros eso lo estamos viendo. Pero lo que sabemos es que lo mejor es la misma experiencia de los vecinos. Cuando empezó a circular la información, enseguida aparecieron los llamados", planteó Toniolli, que recibió consultas y quejas de habitantes de diferentes barrios. 

En ese punto, la distancia entre la planificación urbana y la vivencia concreta de los barrios se hace palpable. "Esas cinco o seis cuadras en las que el planificador determina que esa línea no va a adentrarse, son cinco o seis cuadras que ganó ese barrio a partir de la lucha", puntualizó Toniolli y puso el ejemplo concreto de Barrio Alvear, donde después de las 6 de la tarde el colectivo no entraba. "Eso significa caminar 5, 6, 7 y hasta diez cuadras. Entonces, aparecieron reclamos de vecinales. Eso que en una planificación general aparece como unas cuadras significa un desplazamiento de población en horarios no recomendables, por zonas donde es difícil circular a esa hora e implica caminar en un descampado varios metros, por ejemplo", puntualizó las quejas que han recibido hasta ahora.

Toniolli tiene claro que la baja de pasajeros producto de la pandemia --de 450 mil diarios a 100 mil, con una baja en la recaudación de un 80% y pérdidas que se estiman en más de 10 millones de pesos diarios-- obliga a tomar medidas restrictivas. "No somos necios y entendemos que con baja demanda quizás se necesita ajustar para que cierren los números. El problema es si vas a receptar la demanda cuando empiece a crecer la actividad económica", indicó el concejal. 

Toniolli considera "razonable y entendible un esquema más reducido, atado a la baja durante la etapa de pandemia. Lo que no es razonable es trasladarlo en el tiempo cuando empiecen las clases presenciales y la recuperación económica, cuando haya otra dinámica. Porque el riesgo es lo que ya pasó en el transporte de la ciudad, que cuando pasa la crisis, como ocurrió después de 2001, se mantiene un sistema de transporte que no satisface esa nueva demanda, entonces el potencial usuario opta por una moto, para un auto, y eso no es bueno para el sistema de transporte, para el ambiente ni para la seguridad vial".