Desde Río de Janeiro.Bolsonaro copió el estilo discursivo y de gobierno de Trump y confiaba en su reelección.
La derrota de Trump cayó como un rayo en cielo azul para el presidente brasileño, a lo que se sumó que el nuevo gobierno norteamericano le será un gobierno abiertamente hostil y la derrota de Boslonaro en las elecciones municipales. Además, a eso hay que añadir que la política de vacunación en Brasil es un fracaso. Brasil, que tenía el sistema de vacunación más desarrollado del mundo, está quedando rezagado, aparte de que es el segundo país con más víctimas de la pandemia de covid-19.
Desconociendo la realidad, Bolsonaro sólo ha reconocido la derrota de su amigo hace pocos días, aunque ha intensificado su forma de reproducir la actitud de Trump respecto a su derrota electoral. Ha retomado un viejo tema suyo: la posibilidad de fraude en las elecciones brasileñas, que se celebran mediante urna electrónica, afirmando que si no fuese por un fraude masivo el hubiese ganado las elecciones del 2018 en primera vuelta y empezando a preparar el clima para su derrota en 2022. Está claro que, en caso de que llegue hasta ahí y tras ser derrotado, pretende reproducir un simulacro de la invasión del Capitolio.
Ha reiterado que ha habido fraude en las elecciones norteamericanas y que es amigo de Trump, sin referirse a nada de lo que ha pasado en Washington. Asustado, además, porque las encuestas empiezan a reflejar directamente el nuevo ciclo de perdida de apoyos y como eso podría afectar no sólo a su posibilidad de reelección, sino incluso a su posibilidad de llegar a la segunda vuelta.
La vacunación es el nuevo campo de batalla en que se ha volcado Bolsonaro. Por una parte, al contrario de lo que está haciendo Trump, mantiene su negacionismo, afirmando que no va a aplicarse la vacuna, que sólo la mitad de los brasileños se interesarán por vacunarse. Sigue desincentivando la difusión de la vacuna, su gobierno es responsable directo del retraso de Brasil. Afirmó que no le importaba nada el retraso de Brasil en las vacunas, pero al mismo tiempo se percató de que ese retraso repercute sobre el gobierno, en la medida en que la gente le atribuyen a él el retraso de la vacunación. No olvidemos, que, por otra parte, el gobernador de São Paulo, João Doria, a quién Bolsonaro considera su principal adversario como candidato de la derecha en la segunda vuelta, hizo avances notables en la vacunación y anunció que se iniciará el 25 de enero, día de la ciudad de São Paulo.
El ministro de Salud de Bolsonaro, también militar, ha anunciado que el gobierno va a comprar vacunas para empezar la vacunación el 20 de enero, antes de la fecha anunciada por el gobernador de São Paulo. Es consciente de su desgaste y de cómo su imagen dependerá de cómo se desarrolle el plan de vacunación, que hoy se presenta muy difícil, porque a pesar del anuncio del ministro de Salud, el gobierno todavía no ha comprado vacunas, ni siquiera jeringas y agujas.
En ese escenario, por más desesperada que sea su actitud, Bolsonaro se acoge a la perspectiva de reproducir la actitud de Trump, como forma de responder a una situación cada vez más difícil para los líderes de la extrema derecha. Puede que Bolsonaro asuma que su futuro es disputar su continuidad política más allá del 2022, al igual que su amigo Trump; en ese caso no le quedaría más alternativa, en caso de se alargue su pérdida de prestigio, que un futuro similar al del derrotado presidente norteamericano.