Larumbe, Fats Fernandez, Giacobbe, López Ruiz, Astarita, Alchourrón, Bergalli, González, Navarro, Malvicino… y siguen las firmas. En una cruzada mágica, intensa y apasionada, como esas que acostumbra hacer, Claudio Koremblit habilitará una serie documental basada en entrevistas a estos monstruos del jazz argentino. Bajo el nombre de “Legado Pionero”, el material empezará a verse a partir de este domingo a la 0 hora, por el Canal de Youtube del Archivo Armusa, con un formidable capítulo que pone cara a cara a Horacio Larumbe y Norberto Minichillo. “La serie contiene documentos musicales que dan cuenta de la riqueza de la música creativa argentina, que ha hecho que nuestro jazz esté entre los principales del mundo”, introduce el experimentado productor, acerca del audiovisual que durará quince capítulos, a razón de uno por semana. “Van a ver esas joyas que la TV debería pasar a menudo, como hacíamos en los ochenta, cuando los canales tenían oídos y auspiciaban un despertar de la conciencia colectiva, en vez de la idiotización que nos obsequian hoy”, dispara Koremblit, dueño de un tremendo archivo nacional, musical y popular, que ya mostró su impronta en el documental Gustavo Leguizamón creando la tierra, subido al mismo canal en septiembre pasado. Y que va por más, claro. “Armusa es como una lámpara a la que le pedís deseos y, con sólo franelearla un rato, te regala un audiovisual en el formato soñado”, se ríe el productor.

A cambio de un “bono cofrade” –voluntario— melómanos, acérrimos, curiosos o interesados podrán encontrarse entonces con una serie de lujo, protegida y defendida en forma independiente, cuyo sustrato radica en entrevistas hechas por el mismo Koremblit, pero también por Laura X, en el caso de Rodolfo Alchourrón; o de Gabriel Senanes, en el del “Fats”, más allá del cruce debut. Cada entrevista, además, está ilustrada con imágenes básicamente extraídas de recitales, y de producciones realizadas por Koremblit, para Badía y Compañía durante la década del ochenta. “Las entrevistas que hice yo iban a ser para un libro que no terminé… la pandemia me llamó a la puerta y me advirtió que si no cerraba los círculos inconclusos, podía ir despidiéndome de mis ilusiones. Se acabó el tiempo”, admite ante Página 12. “Además –insiste—me cansé de proponer esta serie en la televisión. Cuando inicié la recuperación de mi archivo empecé a visitar viejos conocidos en todos los canales para contarles que tenía la caja de pandora esperando encontrar su lugar en el universo televisivo. Pero mis antiguos compañeros me explicaron que la tv ya no admitía este material. Ni en canales de aire, ni de cable, ni satelitales, ni espacio alguno donde rija el dominio perverso del mercado, que sólo acepta el pochoclo que se escupe cuando pierde el gusto. Me explicaron que debía conformarme con las redes sociales, único lugar donde trabajar libremente, sin esperar ningún apoyo de nadie”.

--¿Qué hacer, entonces?

--Bueno, en estos próximos años llega el final de la prórroga que Néstor Kirchner les otorgó a los canales privatizados, y pienso que una nueva batalla habrá que dar para recuperar nuestro patrimonio cultural, diezmado y aniquilado. Menem entregó los medios sin controles ni inventarios sobre la memoria audiovisual privatizada, y los licenciatarios los destruyeron sistemáticamente. Es imprescindible que los canales vuelvan al Estado para repensar el futuro. Creo que ha llegado el punto final para la rifa de la vida en la que hemos estado sometidos.

--Y a la que han estado sometidos los diferentes protagonistas de “Legado Pionero”, según se desprende de algunas palabras, o itinerarios mostrados en la serie.

--Si. Aunque muchos han tenido sus experiencias fuera del país, al volver se han encontrado con la indiferencia de los funcionarios de turno, que se manejan con la moda. Si tuvieron la energía para lidiar con el contexto adverso y enfrentaron el vacío de los colegas más jóvenes, que creen que descubrieron la pólvora, a lo mejor pudieron recuperar un poquito del espacio que dejaron en su exilio, pero la mayoría sufrió mucho. El desarraigo en tu propia tierra es peor que el del emigrado.