En modo de “carta abierta” el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres (COPP) emitió un documento titulado “Ante el recrudecimiento de la pandemia moral” en el que realizan un severo análisis sobre la situación social y política del país, denuncian a quienes están empeñados en “poner palos en la rueda” y señalan a los que, por intereses de diverso tipo, “tratan de sacar tajada de la desgracia de todas y todos a costa del bien común”.
Reconociendo la gravedad de la situación sanitaria y sus consecuencias sociales y económicas, los curas plantean la necesidad de “poner el hombro” por parte de todas y todos para, con solidaridad, hacerle frente a la situación. Sin embargo, advierten, “en estas semanas en las que la curva de contagios ha aumentado notoriamente, asistimos al recrudecimiento de un carnaval de inmoralidad que se manifiesta en falsas noticias, conspiracionismos varios que pretenden disfrazarse de ciencia, oposición a cualquier medida que tomen las autoridades elegidas por el voto del pueblo, oposición por oposición, en definitiva”.
El texto se detiene en particular sobre el accionar de cierto sector de los medios de comunicación, al que se señala como directo responsable del clima social que se genera en el país. “La inundación de los medios hegemónicos con informaciones falsas respecto de la vacunación, la incitación a la aglomeración, la calificación de cualquier medida que pueda restringir la circulación del virus como restricción de las libertades individuales (¿terminarán diciendo que disparar un arma contra otra persona es un ejercicio de la libertad individual?), parecen la réplica multiplicada por miles de la inveterada costumbre de ciertos sectores de hacer política tirando muertos sobre la mesa”, se dice en el documento.
Y en una descripción de la coyuntura los sacerdotes católicos subrayan que “sectores económicos, que no han dejado de hacer pingües ganancias durante este tiempo en que la gran mayoría de la población ha asumido enormes dificultades económicas en beneficio del cuidado mutuo, manifiestan su insensibilidad social pretendiendo no reducir sus ganancias un mínimo porcentaje en beneficio de toda la sociedad”. A modo de ejemplo señalan que “empresas prestadoras de servicios, hoy indispensables, aumentan sus tarifas más allá de lo permitido, por si pasa “. Y que “una pequeñísima pero poderosa minoría cartelizada ―los dueños de la tierra que se autodenominan el campo― se niega a ceder una mínima ganancia (que no pueden llamar pérdida), aún poniendo en peligro el derecho a una alimentación digna de todos y en especial de los más vulnerados por esta crisis, extorsionando a la sociedad entera con la amenaza de un lockout convocado para la semana que entra por el solo hecho de que se les pide que por dos meses contengan su avaricia”.
Por último los sacerdotes católicos que trabajan en medios populares afirman que “como cristianos, nos asusta y nos avergüenza que muchos de los que lo conducen (el por ellos denominado carnaval inmoral) digan profesar nuestra fe” dado que “evidentemente no creemos en el mismo Cristo en quien dicen creer”. Porque habiendo celebrado recientemente “la memoria de Aquél que siendo rico, se hizo pobre por nosotros (…) no podemos dejar de intentar un llamado a la solidaridad, no podemos dejar de creer que pueden convertirse al Evangelio del Nazareno”.
Concluyen pidiendo que quienes así actúan “por lo menos, recuperen la sensatez y la responsabilidad social” y hacen un llamado final “a todos y todas a no dejarse engañar por la maldad”.