Noelia Benítez, una joven de nacionalidad paraguaya presa desde el 17 de julio de 2016 por intentar defenderse frente a sus hijos pequeños del ataque de su ex pareja, Walter V., un varón que durante cuatro años ejerció sobre ella violencia física, simbólica, psicológica, sexual y económica, lucha por su libertad contra un sistema judicial que la revictimizó considerándola asesina en potencia tras decretarle una causa por “tentativa de homicidio agravado por el vínculo”. La autora de esa carátula es la fiscal de Instrucción Virginia Bravo, que desde un principio desconoció la relación de violencia de género que sufría Noelia al momento de defenderse y desestimó la declaración indagatoria en la que detalla los ataques sistemáticos de los que era víctima. Sus compañeras de militancia del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) junto con la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres y organizaciones políticas, feministas y sociales esperan que el Juzgado de Garantías N° 4 de La Plata, a cargo de Juan Pablo Masi, se expida favorablemente al pedido de sobreseimiento solicitado el 29 de marzo por la defensora oficial Julia Martínez y acompañado por un informe con el acta y los antecedentes de violencia de género que sufría Noelia, del Observatorio de Violencias de Género de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires (OVG). El organismo también presentará un amicus curiae para visibilizar en el proceso judicial cómo se enmarcan estos hechos de legítima defensa en el contexto de violencias de género.
“La de Noelia es la historia de miles de mujeres que sufren la violencia machista y que son abandonadas por ausencia de políticas de género, cierre de los refugios en esta ciudad y falta de trabajo y asistencia económica por parte del Estado, para luego ser criminalizadas por el Poder Judicial que en sus fallos reafirma y legitima las relaciones de desigualdad y violencia que genera el sistema patriarcal”, sostiene Yanina Waldhorn, del FPDS, que acompaña a la joven. “Este caso es uno más en los que el sistema judicial revictimiza por ser mujer, pobre y migrante.”
El ciclo de las violencias
Noelia es una mujer migrante de 22 años que llegó a la Argentina para mejorar sus condiciones de vida. Logró asentarse en la localidad platense de Villa Elvira, donde trabajaba en un club de canchas de vóley. Allí conoció a Walter V., con quien tiene un niño de 3 años y una niña de 1. Recuerda que al principio “las cosas iban bien”, pero al poco tiempo él comenzó a limitarle los espacios cotidianos “bajo la excusa de los celos y el temor a perderme”. Le prohibió estar en las canchas donde trabajaba si era día de partidos, “porque no quería que anduviera provocando a los pibes que jugaban”, hasta que una tarde llegó al club y la vio saludar a un amigo. La imagen selló el inicio del ciclo de la violencia física y las marcas en el cuerpo fueron grabando la imposición de nuevos límites.
Quiso recuperar la tranquilidad en la casilla que sus tíos le permitieron levantar en el terreno de Barrio el Carmen, en el Gran La Plata, donde viven, pero WV violó el domicilio el domingo 17 de julio de 2016, cuando Noelia volvía de una salida familiar con sus hijos. “Se lo encontró borracho y tirado en la cama. Había caído de gira”, recuerda Sandra Di Deri, otra de las compañeras del FPDS. “Noelia le pidió que se fuera y la discusión creció hasta que él se le abalanzó para pegarle y ella defendió su vida.” Un cuchillo de mesa gastado provocó la lesión al individuo, que aprovechó el tiempo para salir corriendo y trasladarse a un hospital. Su caso no revistió peligro. “En cambio, creyendo que habría justicia Noelia fue con sus hijos y una amiga a la Comisaría 3ª -explica Di Deri-, pero como respuesta sólo recibió la muestra del funcionamiento patriarcal y machista del sistema policial, que la revictimizó al detenerla de inmediato”. El periplo del terror continuó con un traslado a la Comisaría 10ª de City Bell, donde permaneció dos semanas incomunicada y dos meses detenida, y más tarde a la Unidad Penitenciaria N° 51 de Magdalena, donde estuvo hasta diciembre, cuando por pedido de la defensa le otorgaron la prisión domiciliaria en casa de su madre.
La fiscal de Instrucción de la causa, Virginia Bravo, calificó el hecho de “tentativa de homicidio agravado por el vínculo”, desestimando las violencias de género que entramparon a Noelia por años. Según la fiscal, “hay elementos suficientes para encontrarla responsable del delito”. Bravo prescindió de la declaración indagatoria de Noelia e ignoró el relato de las múltiples violencias que padeció. La ayudó a decir basta el camino de fortalecimiento transitado en la organización a la que pertenece.
¿Qué modelo?
En articulación con la defensora oficial para el pedido de sobreseimiento, el OVG prepara un amicus curiae donde se dará cuenta de la jurisprudencia existente en casos de legítima defensa en contextos de violencia de género. Se evalúa la posibilidad de sobreseimiento de un hecho “que podría haber sido calificado como lesiones leves”, destaca la coordinadora del organismo, Laurana Malacalza. “Cuando las mujeres denuncian ser las violentadas por otros varones, la Justicia casi siempre califica los hechos como lesiones y el 75 por ciento de esas causas terminan archivadas. Sin embargo, cuando la mujer se defiende de su agresor las carátulas se inscriben en ´tentativa de homicidio agravado por el vínculo´, como sucedió en este caso.”
Las palabras y los llantos de rabia compartidos en los últimos días resonaron con fuerza este martes en la movilización y asamblea a cielo abierto por Micaela García en Plaza de Mayo. Es Sandra la que concluye esta nota. A ella, como a Yanina y al resto de lxs compañerxs, la interpela el laberinto de todas las violencias que hay que continuar desandando. “Noelia tiene 22 años y Micaela tenía 21. Ambas organizadas, víctimas del sistema patriarcal. Los lugares y situaciones son y fueron diferentes. Ambas nos duelen en el cuerpo. La pérdida de Micaela nos hace estremecer, pero también que ante tanta violencia machista patriarcal por apenas defendernos nos encarcelen, procesen y revictimicen. Parece que no hay salida, como si fuera una encerrona por donde se lo mire. Nosotras, aunque algo golpeadas, sabemos que vamos a seguir luchando hasta que todas seamos libres.”