En Argentina históricamente se enarbola la bandera del buen juego (algo que en boca de los brasileños suena mejor y con más música: jogo bonito). Es común que se refieran a este país como uno de los más futboleros o que se diga que los futbolistas brotan de abajo de una baldosa. Es cierto que muchos equipos y jugadores han contribuido con la construcción de esta reputación, pero quizás para llegar al foco de la cuestión y encontrar una explicación posible a todo esto, hay que detenerse en un club, en ese que convirtió a esta nación en semillero del mundo. Para rastrear la génesis de esta estética engalanada, de pelota al pie que viene acompañando a lo largo de la historia, hay que trasladarse al barrio de La Paternal y abrir los archivos de la Asociación Atlética Argentinos Juniors.
El Bicho colorado, Tifón de Boyacá o simplemente Argentinos –elija y gane– es responsable de la formación y fomento de muchos de los jugadores que hoy son parte del panteón de cracks que vistieron la celeste y blanca e hicieron grande este deporte: Maradona, Borghi, Batista, Redondo, Cáceres, Cambiasso, Sorin, Riquelme, Markic y Placente, entre tantos otros. Parte de esa historia grande que alumbra a esta institución, que al día de hoy cuenta con cinco títulos en sus vitrinas, es contada desde una película que se estrenó en 2012 bajo el nombre de Bichos Criollos. Este trabajo repasa la historia del club de La Paternal a través de documentos visuales y el testimonio de protagonistas de la talla de José Pekerman, Polo Quinteros, el mismísimo Diez (en esa época DT de la Selección Argentina) y algunos de los nombres ya mencionados más arriba.
La película tiene una duración de 75 minutos y en los créditos aparece la dirección de Diego Lombardi, la producción de Victor Tujschinaider y la voz en off de Gabriel Schultz. Si bien su ficha dice que el estreno en cines fue hace poco más de nueve años, hoy se vuelve sobre sus pasos gracias al interés de Flow. La plataforma de Cablevisión adquirió Bichos Criollos y hoy la tiene disponible entre sus novedades. “Vamos a viajar en el tiempo y vamos a recorrer una historia; nuestra historia. Esa que nos llena de orgullo. Y que nos hace vivir semana a semana esperando que llegue el domingo. Porque ahí, en la cancha vimos al Diego, a Checho, al Bichi, a Osquita, al Polo, a Piscu, a Nené, a Nicha, a Nino, a Pipa, al Tano, al Mono, y a tantos otros”, decía el programa que acompañó su estreno en 2012.
En esa hora y un poquito más que dura el recorrido de esta película, además del relato coral que le pone épica a un barrio con ADN futbolero, y que muestra a un Sorin a cara lavada y pelo atado, hablando sobre esos campeonatos de caños que jugaban en los entrenamientos para después utilizarlos en un campo de juego e imprimir ese valor inquebrantable de jugar bien a la pelota, también hay lugar para contar el nacimiento de Argentinos Juniors y su simpatía por el anarquismo a la hora de elegir los colores para identificar su camiseta. Dice la voz en off de Schultz que a principios del siglo XX se jugó un partido entre Mártires de Chicago y Sol de la Victoria y los jóvenes que integraban esos equipos se entusiasmaron tanto con el resultado de aquel encuentro que decidieron fundar un club, o mejor dicho: el semillero del fútbol mundial.
“El documental lo hicimos durante cinco años. Fue cambiando varias veces, porque una cosa era con Maradona y otra sin él. Haber llevado a Maradona a la cancha de Argentinos fue increíble. Costó conseguirlo, hasta que una vez después de tanto insistir me dijo que sí y hubo que preparar un operativo especial para que nadie se enterara. Esa fue la primera vez que volvió a pisar el campo de juego de Argentinos, después de aquel partido de 1980 con Platense”, dice Tujschinaider a Página 12 por mensaje de audio de whatsapp. Por su parte Lombardi, la otra pata fuerte de este documental, en ese programa que acompañó la película al momento del estreno, describe que “el proyecto creció, y por esa fuerza mágica, mucha gente empezó a sumarse. Víctor fue el principal, él tenía muchas cosas en la cabeza. Fue la persona que me dio la seguridad que este sueño se cumpliría. Fue el contacto para traer a Maradona al estadio. Estuvo un año atrás de eso...sin Diego el documental no tenía sentido”.
En línea con lo que dicen sus realizadores, efectivamente sin Maradona no hubiera tenido la misma carga emotiva. En los pasajes del documental en los que aparece Diego, además de su agradecimiento con el club que lo vio crecer, recuerda el momento en que fue descubierto por “Francis” (Francisco Cornejo). Aquel hombre que entrenaba a las divisiones inferiores de Argentinos Jrs, conocida como “Cebollitas”, apenas vio al Diez se dio cuenta que era “de otro planeta” y tuvo la fortuna de anotar en su curriculum el glorioso hallazgo. “Me causa gracia cuando dicen club chico”, dice Pekerman y reflexiona sobre esta institución que tanto ha aportado para engrandecer lo que se conoce como buen fútbol. “Esa relación atildada con la pelota ha sido, si se quiere, una constante en Argentinos Juniors, un rasgo identificatorio, un sello de fábrica...”, escribió Roberto Fontanarrosa en el libro “No te vayas, Campeón”.