Está claro que el futuro cercano ofrece más dudas que certezas. Nadie puede aseverar con seguridad si en 2021 las internas partidarias se resolverán a través de las PASO, tampoco si habrá que quitarse el tapabocas para comer el vitel toné de la próxima navidad. Sin embargo, en el Frente de Todos hay algo de lo que pocos dudan: Máximo Kirchner será consagrado presidente del peronismo bonaerense y su liderazgo saldrá por consenso. ¿Será así? El proceso no es sencillo, voluntades no faltan. La fecha anotada en el calendario es marzo, en consonancia con la asunción de Alberto Fernández en el PJ nacional.
"La cuenta ya está saldada", aseguran desde el espacio y enumeran la extensa lista de adhesiones pronunciadas en las últimas semanas para que el jefe del bloque de Diputados del FDT quede a cargo de la conducción de la estructura que hoy encabeza el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez. De “sensibilidad social y capacidad”, habló el lomense Martín Insaurralde; de la importancia de construir “unidad”, el mantancero Fernando Espinoza y el malvinense Leonardo Nardini. “Yo me planto”, respondió desafiante el vicepresidente del PJ bonaerense Fernando Gray, quien utilizó una iniciativa de forestación para enviar el único mensaje público de resistencia a la propuesta.
El dardo del intendente de Esteban Echeverria cayó muy mal en todo el espectro peronista. “Cruzó un límite. Le dio pasto a las fieras para que planteen que hay quilombo cuando todo estaba resuelto en armonía”, expresó uno de los armadores clave en la Provincia. Además, es una postura que carece de acompañamiento. A bordo del mismo barco se ubicaban Menéndez y el intendente de Hurlingham, “Juanchi” Zabaleta. Sin embargo, ambos entendieron que la marea iba en dirección contraria y que luchar contra esa fuerza gravitacional era una batalla perdida. Si bien es cierto que en un principio a más de uno la idea no le cerraba, el planteo tomó otra dimensión a partir de la palabra de Alberto Fernández. “El peronismo necesita abrirse, hacer un debate e incorporar nuevos elementos”, señaló el presidente y agregó: “Máximo es un hombre preparado, un gran dirigente, con capacidad de diálogo. Tiene todas las virtudes para ocupar un cargo de esa naturaleza”. Tras el pronunciamiento, el margen de la discusión se achicó notoriamente, para quedar finalmente sepultado el 30 de diciembre en un encuentro llevado a cabo en José C. Paz.
De la reunión encabezada por el Jefe de Estado participaron el gobernador Axel Kicillof, un nutrido grupo de intendentes, incluidos Menéndez y Zabaleta, y Máximo Kirchner. El mensaje de Alberto fue contundente. Había tomado la decisión de conducir el PJ nacional y consideraba central que el kirchnerismo, principal accionista del FDT, hiciera lo mismo con el sello del principal distrito del país. De esta forma, ató una suerte a la otra. “No hubo disidencias, todos asintieron con la cabeza”, detalló uno de los protagonistas del mitin.
La hoja de ruta expuesta aquel día, también presentó otras certezas. El presidente no está dispuesto a poner en marcha la construcción de una pata “albertista”. Ese intento, impulsado entre otros por Zabaleta, murió antes de nacer. Fue el propio mandatario quien se fastidió con la idea y la desactivó rápidamente. La explicación encuentra, por lo menos, dos aristas: primero, “no quiere ningún quilombo con Cristina”, explican; y segundo, porque tiene en claro que él no es Néstor y, fundamentalmente, que Cristina no es Duhalde. Todos coinciden en que un escenario beligerante a lo 2005 no tiene asidero y que, luego de que haya pasado mucha agua bajo el puente, las históricas tensiones entre los dirigentes del peronismo tradicional y el núcleo duro kirchnerista se desvanecieron. “La pelea Cámpora versus Intendentes es una disputa que atrasa 10 años. Eso ya no existe”, grafica un dirigente de primera línea.
Más allá de que el “modo confrontación” esté desactivado, el lanzamiento de la candidatura de Máximo generó ruido y enojo en algunos sectores. El faltazo colectivo al acto de La Plata que realizaron Menéndez, Gray, Juan José Mussi (Berazategui), Mario Ishi (José C. Paz) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) fue una clara expresión de eso. "¿Por qué tendría que dar un paso al costado?", repetía incesantemente uno de los intendentes. Ahora, el tiempo fue acomodando las piezas. Desde el entorno de Máximo Kirchner indican que, en público o en privado, “un 99% ya se expresó”, aunque el objetivo “es que salga consensuado en un 100%”.
¿Por qué ahora? ¿Por qué Máximo?
La propuesta no salió del Instituto Patria sino que surgió de Martín Insaurralde. Fue el intendente de Lomas de Zamora quien convocó a sumar voluntades para impulsar en el partido la figura de Kirchner. El desafío ahora es generar el mecanismo de elección. En principio, la intención es que no haya una situación de acefalía, de renuncias masivas, sino que se convoque a una reunión del Consejo del partido y que en ese marco se disponga adelantar la elección de autoridades que estaban previstas para el 17 de diciembre de 2021.
En 2017 se acordó esa fecha y que la presidencia del PJ provincial iba a ser rotativa. Así, la conducción de Gustavo Menéndez sería reemplazada por el jefe comunal de Esteban Echeverría, Fernando Gray. Cuatro años después, el escenario cambió. “La foto no es la misma que en aquel momento. Hoy a la centralidad de la gestión hay que incorporarle centralidad en la política”, explican desde el peronismo. Además, precisan que La Cámpora “creció”, que entendió la necesidad de acordar y utilizar esa potente herramienta que es el sello del PJ en el distrito más peronista del país y que los intendentes comprendieron que ubicar a Máximo en la cabeza del partido es un sinceramiento, es ponerle título al poder político en la Provincia.
La posible llegada del diputado a la conducción del PJ provincial es un claro síntoma del desvanecimiento de una época y la consolidación de un proceso de renovación. De ahí, que algunos se atrevan a sentenciar que los denominados “barones del conurbano no existen más”.