Hoy partido a las 3, de Clarisa Navas  

(Competencia internacional)

Un equipo de fúbol femenino que se llama Las indomables –digan si ese nombre no es suficiente para querer ver esta película– espera para jugar un torneo barrial en Corrientes. Alrededor de esa situación se tejen amistades, amores y seducción con botines de punta. Clarisa Navas registra a sus jugadoras en ese tipo de documental que gradualmente se llena de historias, entre el cielo infinito y la escala más pequeña de las calles de tierra del pueblo.

Las cinéphilas, de María Alvarez 

(Competencia oficial argentina)

¿Quién no las vio algunas vez, en las tardes de la Sala Lugones, el Tita Merello o el Gaumont, a contramano de los que están en la llamada “edad productiva”? Las cinéphilas toma a mujeres como ésas que en Argentina, España y Uruguay van al cine cuando la edad o la jubilación les permiten conquistar el ocio y hace de ellas protagonistas. Antes que nada, las escucha, con paciencia y con cierta demora, y quizás capte –para hacer al cine y a ellas mismas un poco más conmovedores– alguna relación secreta entre las mujeres mayores, la producción de ficciones y la reescritura.

Medea, de Alexandra Latishev Salazar 

(Competencia internacional)

Este es el primer largo de una directora costarricense que pone en escena la extrañeza con el propio cuerpo que muchas veces experimentamos las mujeres. No porque ser mujer tenga que ver con eso particularmente, sino porque de repente al hacernos adultas podemos descubrir que habitamos un cuerpo construido desde un afuera, atravesado por mandatos. María José tiene 25 años, juega al rugby, vive con sus padres y siente que tiene que seducir, y al mismo tiempo no está tan segura. La cámara la sigue por las noches entre fiestas, baños, sexo casual, cada vez más cerca, como si ese cuerpo fuera el de un animal con el que nada se puede hacer más que registrarlo.

20th century women, de Mike Mills 

(Trayectorias)

No hay muchas películas protagonizadas por mujeres de cincuenta y tantos, como esta gloriosa Anette Benning que ahora, de grande, tiene algo de Diane Keaton y acá interpreta a una madre soltera que a fines de los setenta pretende criar a un adolescente, fuma sin parar y comparte la casa con dos inquilinas. Las chicas son Elle Fanning y Greta Gerwig, y aunque todo se narre desde la perspectiva del hijo de la protagonista, 20th century women es una película inusual, que retrata a través de dos generaciones -una más anticuada, que no puede decir “menstruación” en voz alta, y otra formada en pleno auge del feminisimo- una serie de experiencias relativas a tener un cuerpo de mujer, alcanzar o no alcanzar el orgasmo, cuestionarse la posibilidad de seducir después de los cincueta, ser madre y hacer de madre. Todo desde la mirada fascinada de un hijo (el director Mike Mills, también, que acá homenajea a su mamá) que entiende que el mejor despliegue posible a favor de las mujeres es darles letra y espacio a estas tres actrices hipnóticas, insuperables.

Otra madre, de Mariano Luque 

(Competencia oficial argentina)

Otra película protagonizada por una mujer que es madre, y otra películad también de Mariano Luque, que tuvo un debut aspicioso con su primer largo Salsipuedes (2011). Acá Mara Santucho, protagonista de esa primera película, es Mabel, una madre joven y divorciada que vive con una hija pequeña en la casa de su madre, en un pueblo serrano de Córdoba. En medio de viajes constantes en colectivo y a pie, de la casa al trabajo, Luque construye la cotidianeidad de estas mujeres, la dificultad diaria y los destellos de encanto y esperanza, con una sutileza infrecuente.

The edge of seventeen, de Kelly Fremon Craig 

(Hacerse grande)

No podía faltar una chica que crece en este festival que hace un tiempo ofrece una sección, coming of age, con relatos de furia adolescente. Centrada en uno de los tipos de relación más apasionados que existen, el de las mejores amigas, ese BFF que se estampa en cuadernos y diarios íntimos como si estuviera tallado en piedra, The edge of seventeen toma a Nadine (Hailee Steinfeld) en el mismo momento en que su mejor amiga empieza a salir con su hermano alto, musculoso, popular y ganador, y el mundo conocido estalla. Pero al mismo tiempo, Nadine se queda sola y esa soledad es la ocasión para salir de la burbuja, a los chicos, a experiencias nuevas, que la película pone en escena con humor, entrando y saliendo del género de comedia de secundario.

El despertar de Lilith, de Monica Demes

(Vanguardia y género)

Antes que Eva fue Lilith, esa mujer demasiado hermosa que habría sido la primera esposa de Adán, según la tradición judía, hasta que abandonó voluntariamente el paraíso para unirse a los demonios. En esta película de la brasilera Monica Demes, filmada en blanco y negro, Lilith se despierta en Lucy, una chica que vive en Iowa con su marido, atiende una estación de servicio de su padre y de repente se da cuenta de que está muy, muy, muy caliente. Vampiros y oscuridad, sueños con chicas y fantasías de sangre y erotismo son lo que se despierta con El despertar de Lilith.