“Carmen Elizabeth -Lichita- es una niña muy madura, resuelta, frontal, muy dicharachera y bromista. Es melliza de Tamara Anahí. Nacieron en cautiverio. Recuerdo que el cirujano me dijo: “tu hija nació con los ojos abiertos”. Nació en cesárea, y al salir tenía sus ojitos grandes y abiertos. Caminó a los 10 meses. Desde muy chiquita arrebataba el biberón de leche a su hermanita si terminaba el suyo primero. Cada fin de año, al término de las actividades escolares, las mellizas se quedaban un mes y medio por Asunción para estar cerca del Buen Pastor, y venir religiosamente los días de visita. Así entabló amistad con muchos niños y niñas, hijos e hijas de mujeres privadas de libertad”.
Quien comparte estos recuerdos es Carmen Villalba, presa hace más de 17 años en la Cárcel del Buen Pastor en Asunción. Carmen es parte del EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo), y está viviendo un tiempo de terror desde que el 2 de septiembre las Fuerzas de Tareas Conjuntas (FTC) detuvieron, torturaron brutalmente y asesinaron a dos de sus sobrinas: Lilian Mariana y María Carmen, niñas argentinas de 11 años –que vivían en Puerto Rico, Misiones- y habían viajado a Paraguay a visitar a sus padres, también integrantes del EPP.
Al estilo de los “falsos positivos” colombianos, después de asesinadas les colocaron a las niñas unos uniformes gigantes, les sacaron fotografías con ellos, y el mismo presidente Mario Abdó Benítez, hijo de quien fuera secretario de Stroessner, anunció que habían dado un gran golpe a la guerrilla. Argumentando el riesgo del COVID, enterraron a las niñas apresuradamente y quemaron los uniformes. La familia tuvo que realizar muchas gestiones para poder desenterrarlas, y constatar las torturas y vejaciones que sufrieron.
Nos dice Myrian Villalba, mamá de Lilian: “Las niñas no murieron en medio del fuego cruzado, como en algún momento pensé, esperando que no hubieran sufrido torturas. No pasó eso. Las niñas que lograron sobrevivir a la cacería y Laura, mamá de María Carmen que las acompañaba, dijeron que ese día estaban terminando de desayunar cuando vieron que el lugar fue ocupado por los militares. Lilian estaba distraída jugando y fue llevada sin un rasguño. Empezaron los disparos y las personas comenzaron a dispersarse. María recibió un disparo, pero no fue mortal. Carmen Elizabeth recibió otro en su pantorrilla. Ella salió arrastrándose del lugar, pero a María la capturaron los militares. Llegaron a escuchar los gritos de Lilian y María Carmen pidiendo auxilio. Ya no hubo caso. También escucharon los gritos de los militares diciendo: ‘¡Regalo, regalo!’, ‘¡barrera, barrera!’.
“Con este testimonio que nos dio mi hermana Laura, que ahora está presa en la prisión de Viñas Cué, no tenemos ninguna duda de que las niñas fueron capturadas vivas, y que fueron torturadas brutalmente. Los cuerpitos de las niñas los entregaron desnudos, con muchos cortes en la piel. Por eso es que el gobierno paraguayo y todas las autoridades allá, la Fiscalía, el Juzgado, todos, se cubren para no dejar entrar al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que podría hacer una autopsia auténtica. Ellos cuestionan la filiación, la documentación de su identidad argentina, para tratar de impedir que el Gobierno argentino pueda intervenir diplomáticamente.”
Las niñas sobrevivientes, Tamara y Anahí, declararon unos días atrás en la Relatoría de Ejecuciones Sumarias de la ONU contra el estado de Paraguay porque vieron cómo el Ejército de ese país atacó al campamento de civiles donde había solo niños/as y quienes las cuidaban y se llevaron vivas a Lilian y María Carmen. Este miércoles 13, Anahí declaró ante el Comité de Derechos del Niño de Ginebra.
Las niñas habían viajado a Paraguay a comienzos del año pasado para visitar a sus padres. Fue en esa situación que se desató la pandemia, y en consecuencia no pudieron regresar a la Argentina. Según el informe de la Gremial de Abogados de Argentina --que defiende a la Familia Villalba frente al hostigamiento que reciben incluso quienes están viviendo en Argentina por parte de fuerzas militares de Paraguay--, el 20 de noviembre del 2020 las tres personas que acompañaban a las niñas y a su tía: Lucio Silva, Esteban Marín López y Rodrigo Arguello, fueron detectados por las Fuerzas de Tarea Conjuntas (FTC) y ejecutados a sangre fría mientras transitaban por el bosque con disparos a 500 metros de armas dotadas de mecanismos calóricos e infrarrojos que detectan la temperatura humana y dirigen el disparo.
Laura y las niñas sobrevivientes, aterradas, se internaron en el monte tratando de huir de la persecución. Al no conocer el territorio se perdieron, y cuando Laura estaba buscando a Carmen Elizabeth fue detenida, el 23 de diciembre, y se encuentra presa desde entonces. Es la única mujer detenida en ese cuartel militar. Myrian cuenta que la semana pasada, cuando la visitó su hermano, Laura le relató que al detenerla, los militares le dijeron que estaba viva de milagro. “Tenés suerte porque te queríamos matar también a vos”, le aseguraron. Contó que en los ataques, los militares jamás dieron voz de alto. Cuando las detectaban empezaban directamente a tirar.
Laura no es parte del EPP. Hace once años que reside en Argentina. De manera mentirosa el gobierno paraguayo la nombra como “la enfermera del EPP”, del mismo modo que antes nombran a la familia Villalba que reside en Argentina como “guardería de guerrilleros”.
En el contexto de esa cacería Carmen Elizabeth fue desaparecida. Continúa el relato su mamá, Carmen Villalba: “En horarios de visitas, el patio de la prisión se volvía un jardín de niños que nos hacía olvidar el carácter represivo de la cárcel para sumergirnos en un mundo mágico y amoroso donde a cada minuto las niñas aprovechaban para contarme su vida de los 10 meses del año. Nos fundíamos en un abrazo prolongado hasta el término del horario de visitas. Siempre les tenía preparadas su comida favorita: milanesa de pollo con puré y papas fritas, con una tortita o arroz con leche con canela”.
La realidad es que las niñas y algunas de sus familiares tuvieron que salir de Paraguay, donde se encontraban en riesgo. Eran criadas ahí por su abuela Mariana Ayala, y por Myrian y Laura Villalba, hermanas de Carmen.
Myrian nos dice: “Laura Mariana Villalba Ayala es una madre soltera de 36 años de edad. Tiene seis hijos. Nació en Concepción, Paraguay. Allí cursó los primeros estudios. Se recibió de Licenciada en Enfermería en el 2008. Trabajó en Asunción dos años en una clínica privada. Luego por la persecución sistemática que sufrimos como familia tuvo que salir de Paraguay en el año 2011. Cuando nos asentamos en Puerto Rico, Misiones, comenzó a buscar trabajo. Con el título de la Licenciatura en Enfermería no consiguió absolutamente nada, así que estuvo varios años cuidando a personas ancianas. Luego estudió para técnica superior en enfermería en la Kolping. Ahí se recibió. Empezó a trabajar en una clínica privada hasta noviembre de 2019, cuando viajó a Paraguay para acompañar a Lilian y María Carmen a conocer a sus padres, y a Carmen Elizabeth y Anahí, para visitar a su mamá en prisión”.
Se puede sentir la desesperación con que Laura buscó a Lichita desde el momento de su desaparición, viviendo el duelo al mismo tiempo del crimen y la tortura previa de su hija y su sobrina. Continúa Myrian: “Como madre de familia, Laura es una mujer muy cariñosa, muy preocupada por sus hijos, siempre los cuidó muy bien. Como profesional de salud, se destacó en el trabajo. Eso siempre dijo la jefa y lo reconocieron los pacientes. Es una excelente persona, muy solidaria, amable. Siempre tuvo predisposición de ayudar a los demás. Es la única mujer civil que se encuentra en un cuartel militar. Ella está aislada, pese a que no tiene ningún antecedente penal. Hoy se encuentra procesada por terrorismo, asociación criminal, resistencia, transgresión a la ley de armas. Ella no tenía armas, no tenía uniforme, no opuso resistencia. Todo fue plantado. Así es la justicia paraguaya”.
¿Por qué tanta saña contra Laura Villalba? No es difícil comprender que la prisión de Laura y la tortura a la que está sometida tienen como objetivo golpear a su hermana Carmen, a su familia. Y a la vez, quebrar su voluntad solidaria gracias a la cual asumió el cuidado de las niñas asesinadas. Quienes convirtieron a Laura en un peligro son los mismos militares paraguayos que mataron a Lilian y María Carmen. Laura es testigo de ese crimen y así quieren callarla. El crimen de su hija y su sobrina constituyen “feminicidios políticos vinculados”, porque a través de los mismos se pretende escarmentar a sus madres. Es también víctima, en consecuencia, de estos feminicidios políticos. Laura está con un frágil estado de salud, como consecuencia de esta situación, con 20 kilos menos y muy desnutrida.
Carmen Elizabeth, Lichita, sobre quien algunos pobladores de la zona dicen que fue llevada por los militares, es otra testigo. Por eso su vida tiene precio, aunque sea una niña. El Estado infanticida de Paraguay no tiene consideraciones humanitarias, ni respeta los tratados internacionales, como no lo hizo el Estado terrorista de Argentina cuando se apropió de más de 500 niños y niñas durante la última dictadura cívico militar en nuestro país.
Carmen continúa el relato emocionado: “Muy unida y cómplice con su melliza, Lichita es una excelente alumna. Siempre se ayudan con su hermana a la hora de hacer su tarea escolar. Como dice Anahí, su melliza “ella siempre andaba un paso delante de mí, tenía mejores notas”. Lichita decía que era la mayor por nacer primero, y asumía la responsabilidad de cuidar a su hermana. Pintar y dibujar era su pasatiempo favorito. Tengo decenas de dibujos en la pared de mi celda, y en hojas guardadas en una caja hecha por ellas. Le gustaba enseñar a los más chicos con la tarea, desarrollando amorosa y solidariamente ese apoyo. Igual a su melliza, leía sobre mitología griega, historia del Paraguay, el mundo de Sofía (resumen infantil sobre filosofía antigua). Era muy afectiva pero muy exigente con su melliza en las tareas domésticas. Permaneció conmigo en prisión un año, luego fue a vivir con su abuela y tías. Sintió en carne propia la represión, la pérdida de su hermano Néstor, a los 4 años, y el exilio, la permanente campaña mediática hacia sus padres, pero eso nunca le sacó su hermosa sonrisa”.
Encontrar a Lichita se ha vuelto una tarea que necesariamente comprometen a las organizaciones del pueblo. Esperar que lo hagan los responsables de la persecución y el crimen, sería una fantasía imperdonable. Por eso una delegación de la Gremial de abogados, entre los que se encuentran Gustavo Franquet y Germán Lovari Marx, se adentró en el monte para seguir sus rastros, en diálogo con los pobladores/as del lugar. También en una carta firmada por activistas de derechos humanos, agrupaciones feministas, de defensa de los derechos de niños y niñas, dirigida al presidente argentino Alberto Fernández, frente a su anunciado viaje al Paraguay para realizar negocios, se lo insta a que demande explicaciones por la situación de las niñas argentinas asesinadas, por Carmen Elizabeth, desaparecida, por Laura Villalba –migrante en Argentina- presa en una cárcel militar. Se pide que no se realicen negocios mientras no haya una respuesta favorable a esta demanda.
Trascendió de fuentes del gobierno argentino el malestar que existiría en las relaciones entre los dos países debido a esta vulneración de los derechos humanos por el crimen de las niñas argentinas, y la desaparición de la niña paraguaya. En una reunión de feministas del continente, junto a organizaciones de derecho humanos y de defensa de niños, niñas y adolescentes, se resolvió realizar una gestión ante la ONU, Parlasur, y en cada uno de los países, impulsando movilizaciones en repudio a estos crímenes brutales.
El miércoles 13 en distintas ciudades de América Latina y de Europa se realizaron movilizaciones, para que el Nunca Más y el Ni Una Menos no sean consignas vacías, sino que vuelvan a ser contraseñas para que la solidaridad encuentre su lugar en nuestra humanidad. Para que aparezca con vida Lichita. Para lograr la libertad de Laura Villalba. Porque no es un crimen maternar. Porque no puede ser que la única persona presa por el crimen de las niñas sea la madre de una de ellas. Porque no pueden seguir asesinando y desapareciendo a las niñas de nuestro continente.
En una carta enviada por Carmen Villalba desde el Pabellón 2 de la Cárcel del Buen Pastor escribe: “Lichita, mi indiecita irreverente ¿dónde estás? Silencios, indiferencias y claudicación no toquen a mi puerta, hoy la contienda nos necesita con la palabra, la pluma y el hacer certero de la lucha, con la mente sobria aunque el corazón este sangrando. Lichita, ¿dónde estás? Que no te trague el silencio abrumador de las bestias que te hieren, buscando el tiro certero contra la niña insumisa que nació en cautiverio con los ojitos abiertos dando sus primeros pasos en prisión a los 10 meses. ¿Lichita dónde estás? Desde donde estés sacúdete de tus amarres, no te des por vencida, no olvides que para vos nunca fue opción dejarse morir. Indiecita guaraní, no habrá montañas ni cerros que te trague. El pueblo en lucha te arrancará desde donde estés”.