El gobierno y la cadena de producción del maíz comenzaron a trabajar sobre las herramientas que acordaron para poder mantener las exportaciones abiertas hasta marzo, a la par de que se sostenga el abastecimiento interno y se incremente el grado de desacople del precio interno respecto del internacional. Tal como anticipó este diario, en las reuniones que se llevaron a cabo este miércoles se analizó la idea del fideicomiso por el cual la exportación subsidiaría una porción del precio de venta a la industria local, junto a un sistema más amplio de garantías y financiamiento para las empresas avícolas y a las productoras de huevos, lácteos y carne, y el "monitoreo" del abastecimiento en el mercado.
Unas horas antes de lo previsto, terminó el lockout agrario, luego del guiño del gobierno al levantar la medida que cerró las exportaciones y dejar de lado el supuesto cupo de 30 mil toneladas diarias para la exportación. El lockout contó con movilización de productores en distintos puntos del país, amplia cobertura mediática pero escasa repercusión en comercio de granos, analizan en la Casa Rosada. "Lo evaluamos como prácticamente imperceptible, ya que no se paró la comercialización”, dijo el ministro de Agroindustria, Luis Basterra.
La secuencia y lo que viene
Después del anuncio del cierre de las exportaciones de maíz hasta marzo, el grito en el cielo que puso el sector agropecuario, las negociaciones y el lockout organizado por la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentinas y Federación Agraria, las fichas se volvieron a acomodar de esta forma: el gobierno reabrió las exportaciones sin límite oficial pero bajo un “monitoreo” y con el compromiso de los acopios y exportadores para que la industria de transformación, en especial la avícola, pero también los sectores de la producción de huevos, lácteos y carne, tenga suficiente maíz para operar. Adicionalmente, quedó sobre la mesa de la discusión una forma de diferenciar el precio interno del externo del maíz. La Mesa de Enlace sin Coninagro se opone de frente a las medidas, aunque en los hechos no forma parte del diálogo que el gobierno mantiene con el Consejo Agroindustrial (CAA). No obstante, las criticas de la dirigencia patronal están en sintonía con varios de los integrantes del CAA, por más que políticamente éstos últimos estén más contenidos.
“Es un permanente monitoreo para verificar que en ningún momento esté en riesgo la provisión a nuestros transformadores en proteínas animales: huevos, leche, carne de cerdo y aviar. Vamos a hacer un monitoreo ajustado para valorar que los registros de exportación que se hagan no dejen a la producción de proteínas animales en el país sin disponibilidad de maíz", explicó Basterra. En el pasado también quedó un supuesto cupo de 30 mil toneladas diarias destinadas a la exportación, que en un momento parecía que iba a regir el comercio exterior. "Ellos dicen que habrá un monitoreo, necesitamos ver cuál va a ser la modalidad y que no marque ningún tipo de diferencias", criticó Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria.
El otro tema está vinculado a precios. Si bien parece todavía lejano un acuerdo concreto, el gobierno pudo abrir una discusión sobre el grado de desacople del precio interno del externo, en un momento en donde los valores de los commodities del agro están en los máximos de los últimos seis años. El precio futuro del maíz en Chicago registró este miércoles valores que no mostraba desde junio de 2013, con un incremento en dólares del 76 por ciento con respecto a abril de 2020.
La brecha entre el precio internacional y el local es una pelea de corte histórico y eje de la disputa del 2008. Ahora reaparece de manera cada vez más abierta, aunque con la intención de canalizarla por un camino institucional cuyo resultado es incierto, en la medida en que la dirigencia y las bases agrarias no parecen dispuestas a ceder terreno más allá de las retenciones que rigen actualmente y que en los hechos es un mecanismo de desacople.
La herramienta sobre la cual está trabajando el gobierno y los actores de la cadena del maíz es un fideicomiso que permita aplicar un subsidio cruzado entre la exportación y el mercado local, en favor de éste último. Es un instrumento que fue aplicado en el aceite, disuelto por el gobierno de Mauricio Macri y ahora en vías de reeditarse, pero es novedoso en el maíz. "Buscamos que la oferta de maíz se haga desacoplando el precio interno de los valores internacionales y ese precio debe estar articulado con los demás eslabones de la cadena. Los productos que se derivan del maíz tienen que tener un insumo que se ajuste a una política de precios, para que todos los eslabones ganen y que además genere precios accesibles", describió Basterra.
Agregó que “en el programa de Precios Cuidados, los productos que se derivan del maíz deben tener un insumo que se ajuste a esa política, y en función de eso se va a ir definiendo en un acuerdo de mediano y largo plazo la forma en que tiene que estar desacoplado de los valores externos”. "No creemos en el desacople de los precios internos e internacionales. No sabemos qué es", advirtió Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural.