En una decisión histórica, la Cámara de Representantes aprobó la apertura de un segundo juicio político contra el presidente Donald Trump. Los congresistas demócratas habían presentado en el inicio de esta semana el cargo de incitación a la insurrección contra Trump por alentar el asalto al Capitolio que dejó un saldo de cinco muertos y decenas de detenidos. Así, el magnate republicano se convirtió en el primer mandatario del país en ser enjuiciado dos veces por el Congreso. Ante la amenaza de nuevos incidentes, decenas de militares de la Guardia Nacional permanecieron dentro del Congreso. Muchos durmieron en el piso de las salas y en los corredores. Para graficar la situación el congresista y veterano de la Marina, Seth Moulton, señaló que vio más tropas desplegadas en Washington que en Afganistán.
Mientras que el inicio del juicio político del año pasado por presiones a Ucrania no contó con el apoyo de ningún congresista republicano, diez representantes rompieron en esta ocasión con la línea del partido y se sumaron a los demócratas, con quienes coinciden en que Trump es un peligro para la democracia. El mandatario saliente pidió a sus seguidores no incurrir en "violencia" ni violar la ley en los próximos días, ante múltiples versiones que apuntan a nuevas concentraciones violentas antes de la investidura del mandatario electo Joe Biden, que tendrá lugar el próximo 20 de enero.
Debate caliente
Las intervenciones de los representantes fueron enérgicas desde ambos bandos. La presidenta de la Cámara Baja, la veterana Nancy Pelosi, aseguró que Donald Trump "debe retirarse" ya que es "un peligro claro y presente" para el país. "Sabemos que el presidente incitó esta rebelión armada", sostuvo. "Desde la elección presidencial de noviembre, una elección perdida por el presidente, mintió repetidamente sobre el resultado" buscando sembrar dudas sobre el proceso electoral, dijo quien estuvo a cargo de abrir el debate.
"Trump es un tirano", disparó por su parte la congresista musulmana Ilhan Omar, blanco de varios ataques del mandatario saliente. "No podemos dar vuelta la página sin hacer nada", agregó. Cori Bush, demócrata recientemente electa, pidió sin vueltas la destitución de Trump. "Si no logramos remover a un presidente supremacista blanco que incitó a una insurrección supremacista blanca, son las comunidades como el primer distrito de Missouri las que más sufren", dijo Bush, quien agregó que el Congreso "debe entender que tenemos el mandato de legislar en defensa de las vidas de los negros". Apenas terminó de hablar, algunos representantes republicanos abuchearon sus dichos.
En tanto Jamie Raskin dijo que los miembros de la Cámara "podrían haber muerto" durante la insurrección del seis de enero, en sintonía con las palabras de la legisladora Alexandria Ocasio-Cortez. Mencionó que la turba había instalado una horca fuera del edificio del Capitolio y que les escuchó gritar "Cuelguen a Mike Pence". Raskin sostuvo que algunos de los que ingresaron al edificio tomaron la oficina de Pelosi y desde allí les escuchó gritar: "¿Dónde está Nancy?".
En las intervenciones de los republicanos se advirtieron algunos matices. La mayoría de los legisladores del partido rechazaron el pedido de impeachment al argumentar que éste iba en contra de lo que necesita el país en estos días convulsionados. "Éste no es el camino si queremos recuperar la unidad. Es momento de buscar la cura. Paremos este juicio político", aseguró Jeff van Drew, legislador por Nueva Jersey.
La republicana Debbie Lesko se opuso a la destitución de Trump explicando que no tiene sentido pasar por los procedimientos para destituir al presidente cuando solo le queda una semana en el cargo. "En un momento en que nuestro país necesita estar unido, es preocupante que mis colegas demócratas hayan optado por iniciar un proceso de juicio político contra un presidente al que le quedan apenas siete días en el cargo", dijo durante el debate sobre el artículo que acusa a Trump de incitar a la violencia.
El líder de la minoría republicana en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, dijo que el presidente "carga con la responsabilidad" de la invasión al Congreso, pero consideró inapropiado someterlo a un juicio político. La nota de color la dio la congresista de Georgia Marjorie Taylor Greene, una fiel seguidora de las teorías conspirativas de QAnon. Greene llevaba un tapaboca con la inscripción "censurada". mientras pronunciaba su discurso que era transmitido en vivo por todos los canales de televisión del país.
Ningún representante republicano votó en diciembre de 2019 a favor del impeachment de Trump por las presiones a Ucrania para investigar una presunta corrupción de Biden. Pero esta vez, diez legisladores apoyaron el proceso de impeachment. Entre ellos se encuentra Liz Cheney, una de las líderes de la minoría republicana en la Cámara Baja e hija del exvicepresidente Dick Cheney.
A diferencia de hace un año, Trump llega debilitado a este nuevo impeachment luego de haber perdido las elecciones de noviembre pasado y también la mayoría republicana en el Senado. De todos modos, parece poco probable que los demócratas reúnan las dos terceras partes de las bancas, los votos necesarios para destituir al mandatario en la Cámara Alta.
Barranca abajo
El segundo juicio político a Trump será bajo el cargo de incitación a la insurrección. El texto de cuatro páginas con la acusación de juicio político se centra en las denuncias sin fundamento del mandatario sobre un supuesto fraude en las elecciones del tres de noviembre, y su discurso del seis de enero alentando a sus seguidores a marchar al Congreso, horas antes de que estos irrumpieran con violencia en el Capitolio. El ataque ocurrió mientras los legisladores certificaban la victoria electoral de Biden.
El vicepresidente Mike Pence rechazó invocar la 25ª Enmienda de la Constitución que le habría permitido destituir al mandatario saliente, declarándolo no apto para ejercer su función. Pese a ello, la Cámara de Representantes aprobó el martes a última hora una resolución simbólica en la que llamaba a Pence a reunir al gabinete y apelar a ese mecanismo constitucional.
Capitolio reforzado
Estados Unidos vive una tensión política sin precedentes después del violento asalto al Capitolio en manos de una turba de seguidores de Trump. El mandatario saliente llamó el miércoles a la calma y dijo que se opone a cualquier tipo de violencia. "Ante las informaciones sobre más manifestaciones, insto a que NO haya violencia, NO se cometan delitos y NO haya vandalismo de ningún tipo. Eso no es lo que yo defiendo, ni tampoco lo que Estados Unidos defiende", aseguró el magnate republicano en un brevísimo comunicado emitido por la Casa Blanca.
Luego de que el FBI advirtiera que seguidores radicalizados de Trump planean "protestas armadas" previstas en todos los 50 estados del país entre el 16 y el 20 de enero, el Departamento de Defensa autorizó el uso de armamento por parte de los 15 mil miembros de la Guardia Nacional desplegados en Washington. El miércoles en algunos pasillos del Capitolio se pudo ver desde bien temprano a decenas de miembros de la Guardia Nacional con sus uniformes de camuflaje durmiendo o descansando en el suelo, una imagen que marca el masivo despliegue de fuerzas federales que se verá hasta el próximo miércoles, día en que finalmente asumirá la presidencia Joe Biden.