Los gobiernos nacional, porteño y bonaerense analizan que en los últimos días se están estabilizando los contagios de coronavirus, con una leve tendencia a la baja. Pero lo más trascendente es que el ritmo de crecimiento tanto de la ocupación de camas en terapias intensivas como en fallecimientos es mucho más lento que el de los contagios. Eso podría preanunciar que la ocupación y las muertes llegarán igualmente en pocas semanas pero hay varios factores que desmienten esa hipótesis. En primer lugar, está claro que los contagiados son jóvenes y de clase media. Tal vez ellos terminen contagiando a personas mayores, pero será en una proporción menor. Y lo significativo es que disminuyó en forma notoria el índice de mortandad en las terapias, esencialmente porque se aprendió a usar mejor la medicación, se ventila mejor al paciente y entró en juego el plasma que también bajó el número de muertes. A esto se agrega que se redujo mucho el tiempo de permanencia de las personas contagiadas en las terapias intensivas. El índice de mortandad en las terapias medianamente eficientes pasó del 40 por ciento al 20 por ciento.
“Sí, hay un cierto cambio de tendencia”, sostienen desde los ministerios de Salud. Daniel Gollán, el titular de la cartera bonaerense, afirma que el dato surge de un software utilizado para analizar las llamadas a la línea 148. El índice 148, como lo denominan, ha funcionado bien como predictivo con diez o doce días de antelación. “Podemos decir que está estable, con leve tendencia a la baja”, dice Gollán.
Por una vía distinta coincide Fernán Quirós, ministro de Salud porteño. “El R, que es el número básico de reproducción está levemente por debajo de 1 y eso indica que los contagios tienden a bajar. Diría mejor que está estable, en leve baja”.
Por supuesto que los números que se dieron a conocer vienen siendo altísimos para el verano, si se compara con lo que ocurrió en Europa. Los 13.000 casos que se repitieron varios días provienen, según las autoridades, de las juntadas de fin de año, y de hecho significaron la triplicación de contagios, comparado con principios de diciembre. Transcurridos 14 días de fin de año y también con la intensificación de la publicidad, parece que se viene una leve disminución.
El dato en el que coinciden los ministros es que no sube al mismo ritmo la ocupación en terapias intensivas y tampoco en la cantidad de fallecidos.
Tres razones para explicar el actual escenario
● La primera, es que los contagiados son en altísima proporción jóvenes. “Respecto de los mayores no podemos ni hablar de rebrote todavía”, dice Quirós. El dato igualmente no deja de preocupar porque, como se sabe, los jóvenes contagian a los mayores. O sea que tal vez por ahora el aumento no se trasladó a terapias y fallecimientos, pero es posible que con el correr de las semanas se termine trasladando.
● La segunda razón es que los contagiados son sectores de clase media, que son los que más se sociabilizaron en diciembre. Por ejemplo, en CABA pegó más en Barrio Norte, Palermo, Recoleta. O sea, los casos afectan a personas que están en mejor estado de salud. En las terapias intensivas de los hospitales públicos, la ocupación pasó de 100 camas a 118, cuando en el pico de la pandemia se ocuparon 310 camas. El aumento fue menor al 20 por ciento. Mientras que en las terapias del sistema privado, se pasó de 300 a 400, un aumento más significativo. Un poco por arriba del 33 por ciento, aunque todavía lejos de las 780 camas que fue el máximo ocupado en el sector privado
● La tercera razón es que hubo enormes mejoras en las terapias intensivas, en la Argentina y en el mundo. Se utilizan mejor los anticoagulantes, se aplican mejor los respiradores y el plasma ayudó a cambiar el panorama. Según Quirós, “desde hace dos meses, la letalidad en las terapias bajó del 40 por ciento al 20 por ciento. Y eso es así en casi todas las terapias que funcionan normalmente”. Traducido: de cada diez personas que entraban a terapias intensivas, cuatro fallecían. Ahora fallecen dos. Según Gollán, también bajó en forma notoria el tiempo en que los pacientes quedan en la terapia. Antes, entre tres semanas y un mes, ahora, más o menos unos 15 días.
Vacunas
Por lo que se ve en el mundo, el proceso de vacunación lleva muchos meses. El cálculo de los ministros es que en la Argentina habrá que vacunar unos 30 millones de habitantes. Y el universo de las vacunas está hostil, difícil, con maniobras siniestras de parte de los países poderosos que acumulan dosis y más dosis e incluso boicotean la fabricación retaceando equipos e insumos a los laboratorios que no tienen sede en las metrópolis.
De acuerdo al contrato firmado con Rusia, después de las 300.000 segundas dosis de la Sputnik V, deberían llegar cuatro millones de la primera dosis y otro millón de la segunda dosis antes del 31 de enero. No está claro de donde vendrán: en principio afirman que de India o Corea del Sur.
Mucho runrún político hubo por las 300.000 dosis que se mandaron a la Argentina desde Moscú porque se alegó que la prioridad la deben tener los rusos. En términos objetivos, Rusia cumplió con el envío de las 300.000 dosis iniciales que figuran en el contrato y nada indica que no cumplan con lo firmado. Pero también es objetivo que traer cuatro millones de vacunas requiere la movilización de varios aviones y todavía no hay indicios desde Moscú sobre cómo sería la provisión.
Un cuello de botella es la autorización para que se aplique a los mayores de 60. El presidente Alberto Fernández quiere aplicarse la Sputnik cuanto antes para salirle al cruce a los antivacunas. Pero no puede hacerlo porque hasta ahora la Anmat no la autorizó para mayores de 60. Lo que se espera es que el laboratorio Gamaleya, que produce la Sputnik, envíe la documentación sobre los estudios que llevaron a la autorización de los +60 en Rusia. Lo que se alega es que se están traduciendo del ruso al inglés y que los papeles llegarían el lunes. La realidad es que todo se demora.
El resto de las vacunas tampoco constituyen un desfile en una alfombra roja. La negociación con Sinopharm es áspera. El laboratorio chino acaba de venderle a Perú, nada menos que a 75 dólares la dosis, un disparate. La de Pfizer se cotiza a 19 dólares, la de Sputnik a 10 y la de Oxford-AstraZeneca a 4 dólares. En esta última están las mayores expectativas de las autoridades argentinas: el lunes se envían a México para su envasado los elementos activos de esa vacuna que se producen en la planta de mAbxience, en Munro. El compromiso es que habrá 22 millones de vacunas para la Argentina a fines de marzo y principios de abril.
Las tratativas con Pfizer y Moderna son igualmente difíciles. La impresión es que no existe capacidad de los laboratorios para proveer las dosis y entonces esbozan argumentos legales o contractuales. La pelea es durísima y del otro lado no sólo están los laboratorios sino países poderosos con una enorme crisis por la pandemia, desesperados por más dosis. De manera que el pronóstico sigue siendo que, al menos en el primer semestre, la clave estará en las medidas de cuidado, con marchas adelante y atrás, momentos peores y mejores.