"Es loco porque uno extraña tocar pero no te das cuenta cuánto te gusta eso hasta que estás de vuelta en un escenario, es una sensación muy concreta", larga Louta apenas empieza la charla con Página/12. El cantante, compositor, performer y productor musical es un bicho de escenario. Más que “gustarle” presentarse en vivo, su propuesta artística se completa, se entiende y se potencia en interacción y diálogo con el público. Una maquinaria de sonidos y estímulos visuales se enciende en función de una obra que trasciende el plano musical. “Incluso las canciones que hago tienen mucho que ver con el vivo. Entonces, conectarme de nuevo con eso fue súper importante. Si bien es raro tocar en estas condiciones, con la gente sentada y en corralitos, la conexión con las personas que tenés en frente es algo espectacular y universal”, dice Louta, que viene de realizar dos shows en Obras y en Córdoba, en diciembre, y el sábado 16 a las 20 se presentará en el Hipódromo de Palermo (Av. del Libertador 4241).
Hijo del director teatral Diqui James (uno de los fundadores de De La Guarda y Fuerza Bruta), y de la bailarina y directora teatral Ana Frenkel, Louta creció rodeado de luces, vestuarios y coreografías. "Cuando tomás la decisión de hacer en espectáculo en un momento tan difícil como este, naturalmente intentás hacerlo de la mejor manera posible. Y a partir de ahí empiezan a surgir las ideas, las maneras”, cuenta. “Disfruté más que nunca estos shows, y la gente está muy sensible y tiene una conciencia muy grande sobre lo que está pasando. Es un momento muy especial que no vamos a olvidar nunca”, dice este artista irreverente y multifacético, que conjuga la electrónica, el trap, el rap, el rock, la cumbia, el pop y toda sonoridad que esté a su alcance.
En pleno confinamiento, en mayo del año pasado, el artista de 26 años lanzó su tercer disco, 2030, que muestra su faceta más reflexiva, intimista y cancionera (“No me estás haciendo un favor”, “Poco”, “Media hora”, “Argentina”) pero que también apela al baile y al flash (“Amame”, “Alto visto”, “Waisi”). “Siento que esta es una presentación del disco, pero también una forma de sacudir la tierra para que se resquebraje y aparezca algo nuevo, diferente, transformador”, plantea Jaime James, tal su nombre real. “2030 es un disco muy particular porque se hizo en plena pandemia, cuando nadie salía ni a la calle. Y a partir de eso surgió un color muy único en todo el disco”, cuenta sobre este trabajo que contó con la producción general de Visitante (Calle 13) y obtuvo una nominación a los Latin Grammy en la categoría Mejor Álbum Alternativo. “Creo que el hecho de no estar tocando en ese contexto le dio un espacio distinto a las letras y a los arreglos musicales, algunas sutilezas más propias del encierro y la quietud”, dice sobre estas diez canciones creadas con su computadora en la soledad de su casa.
-¿Te esperabas la repercusión del disco y la nominación en los Latin Grammy?
-La nominación a los Grammy para mí fue recontra grossa, una alegría muy grande. Toda la vida estuve muy al tanto toda esa movida porque los músicos que más me ceban la rompían ahí, desde los raperos yanquis hasta los cantantes latinoamericanos. Entonces, estar ahí es una motivación para seguir haciendo aún más la música que me gusta. Te da un golpe de golpe de confianza, porque te pone al lado de tus referentes y eso te da mucha potencia. Te hace ver a dónde estás parado y te permite ser más consciente de las posibilidades que tenés. Es un reconocimiento a la decisión de hacer un disco en el momento más difícil.
-En tu obra aparecen muchas referencias del teatro, el cine, la música y a la cultura popular. Mencionás a Gardel, Javier Bardem o a personajes de Miyazaki en las canciones., ¿En tu vida cotidiana te alimentás de muchas fuentes?
-Sí, todo el tiempo, sin que sea consciente. En el momento que escribís, usás los elementos que tenés donde estás parado. Es como dibujar con lo que tenés en la mochila. Cuando componés o estás frente al micrófono, creás con las herramientas que tenés. Y eso es lo más sincero. A mí me re ceba el cine, la literatura. Es lo mismo que hago yo pero en diferentes formatos. Me gusta también hablar de referencias que entiende cualquier persona, como Gardel.
-¿Y creés que la faceta de artista inclasificable o indefinible es tu fuerte, lo que te hace distinto?
-No sé bien cuál es mi fuerte como artista, pero sí entiendo como espectador que me gusta más cuanto más amplio es lo que veo,o cuanto más incluye otras cosas. Cuando hago las cosas, trato de conectarme con un sentimiento o una sensación concreta. Algo que impacte, entretenga o emocione. A veces es raro desmenuzarlo rápidamente, pero sí creo que toda esa deformidad que pasa en el escenario busca una simpleza, la potencia directa en la persona. No deja de ser una cosa recontra humana y conectada con las personas que tenés en frente. Me gustaría, por ejemplo, armar recitales de composición e invitar a la gente al estudio. Porque, en realidad, uno no compone solo pensando en lo que le pasa sino que, en algún punto, vibra a través de las otras personas. Lo artístico tiene una experiencia en sociedad, está atravesada por los otros. Cuando escucho a los Redondos, siento que hay un montón de gente que escucha esas canciones. No hay nada menos introspectivo que cantar o escribir poesía.
-¿Por qué?
-Porque todo eso cobra vida cuando sale para afuera; cuando toca el aire, empieza a vivir. Entonces, me parece que la creatividad surge de esa cosa espectacular del humano de buscar a los demás y conectar con los demás. Hay canciones que parece que están hechas para el ser humano universal y siento que algunos compositores tuvieron esa sensación en el corazón. En cada canción se ve mucho qué es lo que tiene cada persona adentro. En definitiva, hay algo que todos los humanos compartimos. Lo que uno escucha es la sensación de la canción, la sugerencia, la emoción implícita. Y eso muchas veces ni siquiera lo puede decidir el compositor. No hay forma de chamuyar ahí.
-¿Y a vos te desvela esa búsqueda?
-Creo que tengo ésa búsqueda, pero desde un sentido amplio. Hago música para hacer surgir algo potente, tanto en la canción como en el recital y en el espectador. Que se genere algo. Y hay muchas maneras de hacerlo, pero tiene que pasar. Y cuando pasa, no hay vuelta, por eso es tan lindo cuando sucede. Cuando uno habla del humanismo, habla de algo que engloba a todas las personas, pero no como un punto medio donde están todos tironeando sino algo que une a todos. Una visión que abarque a todas las personas: la cultura genera justamente eso. Por eso la cultura está para hacer florecer a la sociedad. Y ése es el rol que tenemos los artistas, muchas veces sin saberlo.