Joe Biden, que este miércoles asume como presidente, anunció una agenda económica que cambia por completo la política republicana y cumple lo que reclaman los demócratas desde el comienzo de la pandemia. El paquete incluye 400.000 millones para financiar el desarrollo y distribución de vacunas, además de la preparación de las escuelas públicas para que abran en abril. Los gobiernos de cada estado y de las principales ciudades recibirán 350.000 millones para cubrir los agujeros presupuestarios causados por las cuarentenas, y cada ciudadano recibirá un cheque de 1400 dólares, más dinero por desempleo por más tiempo, subsidios para guarderías y licencias pagas.
Biden explicó que sus medidas buscan compensar a "los millones que perdieron la dignidad y el respeto que da el trabajo", y que "la economía real siente el dolor de la recesión. El ambicioso timonazo no va a ser fácil de aplicar, pese al cambio político en Estados Unidos. La derecha republicana ya está criticando con fuerza lo que considera un plan deficitario, y hasta algunos demócratas moderados mostraron su nerviosismo. Las cuentas en el Congreso, donde el paquete tiene que ser aprobado, van a ser ajustadas. Los demócratas tienen una mayoría pequeña en Diputados y el Senado resultó un exacto empate de 50 a 50 bancas, con la vicepresidenta Kamala Harris dándole la ventaja al presidente. Pero con que un senador demócrata dude, la ley no pasa.
Para peor, la ley hace que el Senado tenga que dedicarse casi a tiempo completo al impeachment contra el saliente Donald Trump, único mandatario en la historia del país en ir a juicio político dos veces. Que los senadores traten el impeachment y el paquete de leyes al mismo tiempo es dudoso...
La urgencia de Biden, sin embargo, es palpable. El paquete que propone es el doble de grande que el que pasó Barack Obama en 2009, en medio del derrumbe financiero de la burbuja inmobiliaria. En parte, esto se debe a que los demócratas descubrieron que la infraestructura pública para vacunar a la población era bastante más pequeña de lo que creían. El ahora llamado Plan Rescate fue elogiado abiertamente por el ala progresista del partido y también por la Cámara de Comercio, el mayor lobby de negocios de Estados Unidos.
Este inesperado elogio de una entidad que criticó el paquete de ayuda de Obama, se debe tal vez al sentido de crisis que se siente en Washington en estos días. No sólo los casos de coronavirus no paran de subir, sino que un millón y medio de desempleados nuevos pidieron su seguro en la primera semana de enero, una suba del 25 por ciento respecto al final de diciembre. Los trabajadores que no tienen relación de dependencia tienen otro plan de ayuda, que en la misma semana recibió casi 300.000 nuevos pedidos. La capital, además, ya parece una base militar con 20.000 efectivos de la Guardia Nacional desplegados y el tránsito en el centro controlado por una serie de barreras, y controles armados.
Una promesa de campaña que se incluye en el paquete económica es la de vacunar a cien millones de personas en cien días de gobierno. Este Programa Nacional de Vacunación va a recibir 20.000 millones de dólares implica crear centros comunitarios de vacunación en edificios ya existentes en todo el país, incluyendo escuelas, estadios y hasta shoppings cerrados, con personal militar, de la agencia federal de emergencias y hasta estudiantes de medicina, si fuera necesario. Una prioridad especial serán las prisiones y los barrios de bajos ingresos, lo que busca compensar la disparidad racial entre las víctimas de la pandemia.
Estas medidas también complementan la creación de empleo, porque Biden quiere crear cien mil nuevos puestos de trabajo en el sector sanitario nacional y estatal. El inminente presidente también puede tener en la manga un plan alimentario: aunque no lo anunció, dijo que "casi un latino o negro en cuatro en nuestro país dice que no tiene para comer. Esto es trágico, es inaceptable". Una posibilidad es que los mismos centros de vacunación y asistencia médica sean también puntos de reparto de alimentos. Otras áreas de ayuda inminente son un subsidio para pagar el alquiler y para los comercios pequeños, además de un aumento de 400 dólares semanales en los cheques de desempleo.