Brasil tuvo anoche fuertes cacerolazos en protesta contra el presidente Jair Bolsonaro, ante el colapso y la falta de oxígeno en los hospitales de la ciudad amazónica de Manaos, que vive una una segunda ola de coronavirus, y en medio de la demora en la llegada de las vacunas contra la covid-19
"¡Fuera Bolsonaro!", gritaban enfurecidos desde sus ventanas en distintos barrios de Rio de Janeiro, San Pablo o Brasilia numerosos brasileños. No se registraba una protestas así desde mediados de 2020, cuando el país atravesaba los peores momentos de la primera ola de la pandemia.
El norteño estado de Amazonas, que en abril y mayo del año pasado presenció entierros colectivos y el colapso de su sistema de salud, vive desde hace algunas semanas un nuevo brote que saturó los hospitales y agotó las reservas de oxígeno.
Imágenes en las redes sociales de personas llevando tanques a los hospitales, relatos de médicos teniendo que ventilar manualmente a sus enfermos y de pacientes muriendo asfixiados escandalizaron al país; mientras, el gobierno local impuso un toque de queda por diez días para intentar contener la situación. Este viernes, decenas de personas hacían fila frente a una distribuidora con la esperanza de poder recargar cilindros de oxígeno para familiares internados.
El director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Michael Ryan, advirtió que "de continuar así las cosas, claramente vamos a ver una ola que será peor que la ola catastrófica de abril y mayo" en la región amazónica.
El gobierno federal informó del envío de cilindros de oxígeno y empezó a trasladar pacientes por avión hacia otros estados, en un intento de desahogar el sistema de salud de la capital Manaos, ubicada en el corazón de la selva amazónica. La falta de oxígeno afecta a todos los pacientes que dependen de este insumo, no solo aquellos internados con covid-19.
Es el caso de 61 bebés prematuros que, al límite de agotarse sus cilindros, iban a ser trasladados a otros estados, aunque el ministerio de Salud informó que había conseguido abastecer sus reservas de oxígeno para mantenerlos en Manaos por 48 horas más. Una carga de 70 mil metros cúbicos de oxígeno llegó esta mañana desde Belem para tratar de paliar la situación.
La gestión de Bolsonaro es criticada por su inacción. Brasil es el tercer país en contagios, con 8,3 millones y 208 mil víctimas fatales, un 10 por ciento del total de dos millones de decesos que ha causado la pandemia hasta el momento. El presidente brasileño elude toda responsabilidad y defiende el uso de medicamentos que no tienen su eficacia comprobada contra la enfermedad.
Sin fecha exacta, se espera que comience con la campaña de vacunación. El vuelo que debería haber despegado ayer rumbo a India para buscar dos millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca/Oxford fue aplazado "dos o tres días", según Bolsonaro, por "presiones políticas" para que el país asiático dé prioridad al inicio de su propia campaña de vacunación. El otro inmunizante que ha pedido la autorización de emergencia en Brasil es la vacuna china CoronaVac, cuyas seis millones de dosis iniciales ya fueron importadas y están en San Pablo.
Asimismo, diversas personalidades se manifestaron en las redes sociales y alzaron la voz contra el mandatario y la grave situación que el país atraviesa. Entre ellos el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien expresó en un mensaje en su cuenta de Twitter su "angustia, preocupación e indignación" con la "situación del pueblo de Manaos".
"Manaos vive una tragedia humana sin precedentes en su historia, preanunciada por el colapso del sistema de salud en el inicio de esta pandemia", añadió Lula, quien agradeció la movilización de artistas, de los gobernadores de otros estados y de Venezuela, que se ofreció a suministrar el oxígeno que está en falta en hospitales.
"Desde el primer día como presidente de la República, Bolsonaro insulta a los artistas y a la cultura, a los gobernadores y al pueblo venezolano", subrayó Lula, quien agradeció al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por su solidaridad.