“La Gendarmería Nacional no observó los protocolos de actuación en la escena del crimen y en el análisis de lo ocurrido en el peritaje del caso de la muerte de Alberto Nisman. La fuerza que, por otra parte, estaba desactualizado respecto de los avances científicos.” El texto es parte de una revisión completa, ordenada por el Ministerio de Seguridad, de todos los peritajes hechos por las fuerzas nacionales de seguridad en casos de importancia y servirá de base para el establecimiento de un nuevo protocolo que se pondrá en marcha en los próximos meses. Aquel peritaje de la Gendarmería es el único elemento con el que la trama judicial-política-mediática alineada con Cambiemos sostiene la hipótesis de que Nisman fue asesinado. Y como se trató de un estudio delirante, contradictorio con lo señalado por forenses y peritos idóneos, el juez y el fiscal esquivaron lo que se hace en todos los expedientes: llamar a declarar bajo juramento a los peritos para que expliquen cómo obtuvieron las conclusiones. A seis años de la muerte --se cumplen este lunes--, está claro que Nisman se disparó a sí mismo y eso hace que se haya diluido la campaña de Cambiemos y sus aliados para adjudicarle la muerte al peronismo.
El estudio sobre los peritajes de las fuerzas nacionales de seguridad --incluyendo específicamente el del caso Nisman-- y los nuevos protocolos estarían terminados el mes que viene. Por indicación expresa de la ministra Sabina Frederic, participan especialistas de todas las fuerzas, pero también científicos del Conicet y hasta se están realizando consultas con referentes internacionales en la materia. No es un trabajo que se entregará en la causa judicial, pero dejará en evidencia, una vez más, la manipulación que se hizo.
De hecho, el texto que se prepara dice: “Así, el área científica y técnica en cuestión, que --como se ha mencionado-- no había seguido los pasos establecidos por el protocolo arriba aludido, como toda instancia de trabajo profesional requirió de la recomposición de su organización, en función de los saberes que exige el avance del conocimiento científico a nivel nacional e internacional en la materia”.
Nada
El peritaje de la Gendarmería es la base en la que se sostiene --¿se sostiene?-- la causa judicial. Al cumplirse seis años de la muerte de Nisman, el expediente no avanzó ni un paso porque, justamente, al juez Julián Ercolini y al fiscal Eduardo Taiano les resultó imposible conseguir siquiera una prueba sobre los hechos más elementales que indicarían que hubo un asesinato aquel fin de semana del domingo 18 de enero:
* No hay ninguna evidencia de que alguien haya entrado al edificio Le Parc donde vivía Nisman.
* Tampoco se encontró ningún rastro que indique que alguien entró al departamento del piso 13, cerrado por dentro, con sendos pasadores puestos en la puerta principal y en la de servicio.
* Tampoco dentro del baño se encontró ninguna evidencia del ingreso de otra persona que no fuera el mismo fiscal. O sea, Nisman se suicidó.
* Al técnico informático Diego Lagomarsino, quien le prestó el arma a Nisman y que, según está probado de manera demoledora, no estaba en el departamento a la hora del disparo --las cámaras demostraron que se fue a las 20.30.54--, no se le encontró en seis años ningún vínculo extraño ni llamadas sospechosas. Se lo imputó como partícipe de un comando que supuestamente mató a Nisman pero no se le detectó relación con ninguna persona sospechosa de integrar el inexistente comando.
* En el departamento no había desorden ni rastros de pelea ni vestigios de lesiones defensivas del fiscal que, por lo tanto --según la hipótesis oficial surgida de la Gendarmería-- se dejó llevar mansamente por tres sujetos hasta el baño.
Falso testimonio
Como el peritaje de la Gendarmería --realizada a pedido de la exministra de Seguridad Patricia Bullrich-- llegó a conclusiones descabelladas, el fiscal Taiano, que instruye la causa, eludió convocar a los responsables para que declaren bajo juramento y afronten, de manera más clara, el riesgo de ser imputados por falso testimonio agravado en causa penal, que prevé una pena de hasta diez años de prisión. Pese a que los abogados de Lagomarsino, los doctores Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro, pidieron esa medida en forma reiterada, en todos estos años no se concretó. Y mucho menos se aceptó que quienes hicieron la autopsia --el Cuerpo Médico Forense (CMF) de la Corte Suprema-- y quienes integraron la junta médica y la junta de criminalistas que analizaron el caso confronten sus conclusiones con los responsables de la División Pericias de la Gendarmería. Dentro de la misma fuerza verde es un secreto a voces que el peritaje es insostenible.
Delirios
La secuencia imaginada por los gendarmes tenía como punto central que a Nisman virtualmente lo durmieron --anestesia disociativa-- con ketamina, un fármaco inadecuado para sedar a una persona y que, por supuesto, no hubiera sido usado por un comando sofisticado como el que inventaron en la causa judicial. De todas maneras, esa fue la manera en que trataron de explicar por qué Nisman, que medía casi 1.90, no presentó ninguna resistencia ni lesiones defensivas.
La propia Gendarmería no pudo sostener su hipótesis porque no logró establecer cuánta ketamina tenía Nisman en el cuerpo, al punto que en la página 51 del informe tuvieron que poner las letras N/C, que significa no cuantificable. En el texto admiten que sólo tenía trazas, o sea una cantidad que no serviría para anestesiar a nadie. Tampoco la Gendarmería pudo determinar cómo ingresó la ketamina en el cuerpo, porque no se encontró ningún rastro de una inyección y, peor aún, la ketamina no aparecía ni en la orina ni en ninguna de las vísceras.
El CMF hizo trascender que las muestras se pasaron por dos cromatógrafos --aparatos sofisticados para la detección toxicológica--, ambos modernos, y que no apareció ningún rastro de ketamina.
Golpes
Como es obvio, aún en el delirio de la Gendarmería, Nisman no hubiera permitido que le suministren la ketamina. De manera que en el peritaje inventaron que lo inmovilizaron con una golpiza, empezando con una fractura de la nariz. La afirmación la hicieron sin haber tenido nunca el cuerpo delante, ya que la Gendarmería no hizo la autopsia, sino que únicamente accedió a fotos y radiografías. Los voceros del CMF explicaron que los gendarmes --que no hacen autopsias-- confundieron una toma levemente lateralizada de la nariz con una fractura. Como es obvio --dijeron--, una lesión de esa naturaleza hubiera producido enormes hematomas y marcas, que Nisman no tenía. También confundieron un derrame biliar, habitual por la descomposición del cuerpo, con un golpe y lo mismo ocurrió con la marca que dejan los dientes en los labios cuando se produce la muerte y que también diagnosticaron equivocadamente como un golpe.
Elemental
La manipulación derivó en otro delirio que constituye un récord mundial: la Gendarmería estableció el minuto de la muerte, a las 2.46 de la madrugada del domingo 18 de enero de 2015. La afirmación va totalmente contra la ciencia: no existe peritaje en el mundo que indique el minuto exacto de una muerte, porque juegan un montón de factores, entre ellos las características de cada cuerpo, la temperatura ambiente, la existencia o no de agonía.
Pero, además, está probado que a las 7.30 Nisman estuvo revisando sus mails, leyó PáginaI12 y otros diarios y entró a ver fotos en Instagram de una chica con la que había estado tres días antes. Todo fue establecido por el perito informático Marcelo Torok y no pudo ser rebatido por los demás peritos. La suma de todos los elementos --autopsia, junta de forenses, junta de criminalistas, peritaje de las manos de Nisman, peritaje informático-- llevan a las conclusiones que establecieron los especialistas: “No se observa la participación de terceras personas” o “no había ninguna otra persona en el baño en el momento del disparo”.
Aunque Comodoro Py no quiere ni oír hablar de semejantes desastres que demuelen la causa Nisman, el Estado estaba obligado a analizar cómo se hicieron todas estas barbaridades. En el listado entran también los peritajes sobre la muerte de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y otras varias. Por supuesto, el objetivo es evitar que se repitan tamañas manipulaciones. A eso apunta la revisión que está muy avanzada y que se conocerá en el próximo tiempo.