Tras un 2020 que nadie imaginó nunca, Argentina entró a un año de elecciones de medio término atravesado por la pandemia mundial de coronavirus que no amaina y la necesidad inmediata de lograr acuerdos que le bajen el precio a la comida y a los servicios básicos y comunicacionales de los ciudadanos de a pie en todo el país. Y si bien la sanción a fines del 2020 de la Reforma Jubilatoria y las leyes de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la de los Mil Días sumaron esperanza de futuros acuerdos; para el senador cordobés Carlos Caserio -quien en su momento denunció que el gobernador Juan Schiaretti jugó para Macri desde su supuesta “prescindencia” en los comicios de 2019-; la relación entre Nación y la Córdoba filo-macrista, no cambiará sustancialmente lo que ya se ha visto.
“Estimo que va a seguir igual que este año –le dijo a Página/12 en una breve interrupción de sus vacaciones anuales- . Mientras el gobierno nacional no tenga los votos en diputados, el gobierno provincial va a seguir especulando con que sus votos le sirvan al gobernador para acomodar sus propias cosas”.
Según Caserio, “creo que en la relación entre del gobierno de Alberto Fernández y el de Juan Schiaretti todo está ligado a los votos que los diputados de Córdoba tienen, y si apoyan o no apoyan determinadas leyes del gobierno nacional. Me parece que ese es el único punto de contacto real que hay, más allá de que en lo institucional el presidente trabaja para la provincia de Córdoba como para el resto de las provincias. Se aplica en la distribución de las cosas como la obra pública. Pero fuera de esto, creo que la relación donde hay un poco de política está basada en los votos de los diputados”.
Desde ese facto interpela: “Yo creo que las diferencias están a la vista ¿no? Hay cuestiones donde el gobierno de Córdoba no ha querido acompañar porque piensa distinto, o porque no ha querido pagar costos, o lo que sea. Es un derecho natural que tiene. Y por otro lado en las cosas que apoyan –yo no soy parte de esa negociación- pareciera que lo que dan está siempre signado por un interés particular. Por ejemplo se comenta que los cuatro votos de la Reforma Jubilatoria, que me parece que era justa y saludable, los dieron simplemente por el apoyo a la Caja (de Jubilaciones cordobesa). También se dice que este año en el presupuesto nacional 2021 habría 20 mil millones para Córdoba, un número muy significativo” apunta, y señala que “en síntesis y como valoración política, creo que somos muy distintos. El gobierno de Córdoba piensa de una manera y el gobierno Nacional piensa de otra en la gran mayoría de los temas argentinos”.
Pone como prueba de lo que afirma que “lo expresaron con su negativa a las reformas que nosotros (por el Frente de Todos) y el gobierno de Alberto Fernández quiere hacerle a la Justicia nacional porque creemos que son justas y razonables. Schiaretti no apoya. En todo lo relacionado o ligado al campo automáticamente están en contra; e inclusive ahora, en la negociación de la deuda, por lo expresado por el ministro (de Economía Martín) Guzmán, también hay una mirada distinta en cómo lograr la sostenibilidad de la deuda pública. Así son las cuestiones: poca política, y pocos modos de pensar lo mismo sobre el país que queremos. Creo que las cosas están signadas por los intereses puntuales o particulares que tiene el gobierno de Córdoba para solucionar sus propios problemas”.
Alberto el conciliador y los aspirantes a todo
Para el analista Alvaro Ruiz Moreno, “todo se trata de una eterna disputa entre los intereses de los poderosos y las necesidades del Pueblo. Alberto Fernández intenta resolver esto buscando el diálogo y el consenso evitando la confrontación dura. Sabe que Cristina los enfrentó y perdió su gobierno; y sabe que Macri gobernó con ellos entregándoles todas las políticas y los ministerios y fracasó estrepitosamente perdiendo el gobierno en un solo período, más allá de los robos estructurales que produjeron él y los suyos”. El abogado y ex funcionario nacional, se pregunta si “podrá o no el Alberto conciliador lograr un buen resultado” y no duda de que hay algo indudable: “Nada se logrará sin la movilización popular”, ya que los poderes económicos “utilizan todas sus armas (políticos serviles, medios de comunicación) para defender sus intereses privados”.
En las gateras de las elecciones de medio término en tanto, son pocas las caras extrañas que se prueban el traje que dejarán los 9 diputados y los 3 senadores que se renovarán este año.
Así, entre los aspirantes está Oscar Aguad que quiere salvar el pellejo por los (presuntos) delitos cometidos junto a su jefe político Mauricio Macri. El ex ministro fue un actor principal en los casos del Correo y el hundimiento del submarino Ara San Juan. En esa línea política le siguen el lenguaraz Luis Juez, que además de pasearse por todo el arco político no dudó en calificar de “mugrientos” a los ecuatorianos mientras era nada menos que el Embajador argentino en Ecuador; y un siempre listo Mario Negri, que ni piensa en desatornillarse de las sucesivas bancas que ocupa desde 1983. Negri se imagina “vice” del presidente macrista que pretende para 2023 (sea Horacio Rodríguez Larreta, otro o él mismo); y Laura Rodríguez Machado quien tampoco quiere despegarse del Congreso.
En otra órbita, se proponen y preparan Natalia De la Sota, actual legisladora local del cordobesismo; el ex intendente yellow-radical Ramón Mestre (h), de cuyos ancestros se acuerdan los cordobeses citadinos cada día mientras los ómnibus se hunden en baches que no tienen nada que envidiarle a ningún cráter tras los ocho años de su gestión. Por el Frente de Todos, el actual diputado Pablo Carro, de la gremial universitaria intentará conservar su banca; y la líder de los trabajadores Gráficos, Ilda Bustos conseguir los consensos para ocupar un escaño nacional.