En el primer mes de inmunización masiva, más de 35 millones de dosis ya fueron administradas en 49 países. Pero los desafíos continúan siendo múltiples y diversos. Un problema clave es la escasez de dosis y el acceso insuficiente para todas las naciones: uno de los casos más preocupantes es el laboratorio Pfizer, que viene ralentizando las entregas (el viernes pasado Europa expresó su alarma por eso). Nueva York y Berín nunca pudieron abrir las instituciones creadas para el proceso de vacunación porque las dosis todavía no les llegaron. Y hay que contar también el problema de tener jeringas suficientes. A eso se suman las trabas logísticas relacionadas con el almacenamiento de algunas variantes (con Pfizer/BioNTech como caso emblemático), las trabas burocráticas y de corte administrativo (capacitación de personal y registro informático), el derroche y la desconfianza que generan los grupos antivacunas, minoritarios aunque ruidosos. A continuación, un panorama y el recorrido por estos cinco puntos que resultan claves para poder comprender cómo avanza la inoculación a escala en el planeta.
Dosis que no alcanzan
Desde que se inició la carrera por las vacunas, y antes de que algunas de las variantes pudieran exhibir resultados exitosos, los gobiernos más poderosos del mundo compraron sus dosis por adelantado. Como si fuera una subasta. El problema es que los países centrales tienen mayores capacidades que los periféricos que, como ocurre tradicionalmente en otros órdenes, quedan relegados. De acuerdo al sitio OurWorld in Data, que publica gráficos y tablas confeccionadas por especialistas en estadísticas, las naciones que más ciudadanos vacunaron en relación a sus poblaciones son Israel, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Reino Unido, Estados Unidos y Dinamarca dentro de las primeras posiciones. El sitio Bloomberg asegura que más de 35 millones de dosis fueron administradas en 49 países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que el 95% de las vacunas contra el coronavirus está concentrado en diez estados, por lo que el director para la región Europa de la organización, Hans Kluge, hizo un llamado a ser más solidarios: "Todos los países capaces de contribuir, dar y apoyar el acceso y el despliegue justos de las vacunas háganlo".
Argentina ocupa un lugar de privilegio (puesto 18, o bien un poco más relegado, según la fuente de consulta). En esta línea, resulta central la actitud proactiva de los gobiernos procurando las dosis suficientes para su ciudadanía. El caso argentino es ilustrativo en este punto: en un escenario de vacunas escasas y con los retrasos que muchos de los laboratorios anuncian en sus procesos de fabricación, es vital haberse asegurado al menos unas 50 millones de dosis que irán arribando en los próximos meses.
A las 300 mil dosis que llegaron el sábado para completar a las primeras de Sputnik que ya están siendo suministradas al personal sanitario, se sumarán entonces las restantes adquiridas al Fondo Ruso de Inversión Directa para completar las 20 millones, el millón de la vacuna china realizada por la empresa estatal Sinopharm, las 22.4 millones de AstraZeneca/Oxford que llegarán en marzo y las 9 millones que serán recibidas de parte de la plataforma Covax, el fondo de acceso global que es liderado por la Organización Mundial de la Salud y cuyo aval de creación fue firmado por 172 naciones. El Gobierno, por último, no descarta destrabar las desinteligencias con Pfizer ni cerrar, en los próximos días, un acuerdo para la llegada de Moderna.
“Hay que tener en cuenta que producir una vacuna no es apretar un botón. Detrás hay todo un procedimiento y etapas de evaluación que hay que respetar. Certificar que la tecnología que se busca tiene la calidad esperada, en términos de identidad, concentración y ausencia de contaminantes. El chequeo de los lotes es clave antes de su distribución. Estamos recibiendo noticias de farmacéuticas del tamaño de Pfizer que tienen demoras ante la incesante demanda”, dice Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. Desde el Centro Gamaleya deslizaron una información similar al comunicar que tenían algún retraso con la producción del adenovirus 5, la droga que se utiliza para la segunda dosis. Argentina, no obstante, por el momento sigue con el mismo cronograma de recepción de las dosis que adquirió de los diferentes laboratorios.
Sin embargo, el problema de acceso no es solo doméstico. Algunas instituciones que, según se prevé, fueron creadas para acompañar el proceso de vacunación de ciudades como Nueva York o Berlín aún no abrieron sus puertas porque las dosis, hasta la fecha, no han llegado. Lo que aún significa más, en algunos casos no solo faltan las dosis, sino también otros insumos sensibles como las jeringas. En Francia se reportaron este tipo de inconvenientes que obstaculizan el despliegue normal del procedimiento. Hozbor, referente del Comité Asesor del Ministerio de Salud y de la Comisión de Seguridad de las Vacunas (ambos de la provincia de Buenos Aires), señala al respecto: “La vacunación representa un desafío tremendo porque estamos en pandemia y cada uno de los países necesita que sus poblaciones se inmunicen pronto. Sin embargo, algo debe quedar claro: la clave para hacer frente no es que solo los países más ricos tengan la vacuna sino que llegue a todos”. Y sostiene: “La Tierra es habitada por más de 7 mil millones de habitantes y el 70% debe inocularse para poder conseguir la inmunidad de rebaño y lograr protección, incluso, para aquellos que no pueden vacunarse porque tienen alguna deficiencia en su salud que se los impide”.
Problemas con el almacenamiento
“Es un aspecto complejo para todas las vacunas. Cuanto más exigente se plantea ese requerimiento, más difícil se hace la distribución y la llegada de la droga a la población. Una vacuna ideal sería de dosis única, con excelentes resultados en seguridad y eficacia, de aplicación oral para evitar el uso de jeringas y que pueda prescindir de la cadena de frío. Como esa vacuna no existe, es vital ingeniárselas”, enfatiza Hozbor. Para que la sustancia activa que compone las vacunas no se eche a perder es medular un almacenamiento adecuado. Y, en esta línea, la que presenta las mayores dificultades es la opción desarrollada por Pfizer y BioNTech de amplia distribución en Estados Unidos y Europa. Los problemas de “romper la cadena de frío” fueron reportados durante el transporte de dosis en diversos países. Como la droga debe conservarse a 70 grados bajo cero, requiere de freezers muy potentes con la capacidad de poder operar a dicha temperatura. Artefactos que, dicho sea de paso, son muy caros y deben ser importados. Albert Bourla, el director ejecutivo de Pfizer, comunicó el diseño a escala de cajas con termómetros en su interior y sistemas de GPS, para monitorear el curso de la distribución y chequear que la temperatura de las dosis --durante todo el recorrido hasta llegar al lugar de destino-- sea óptima.
Desde aquí, reflexiona la especialista: “Aquellas vacunas que necesitan de cadenas de frío exigentes como la de Pfizer vuelven su distribución mucho más compleja. Solo tienen la posibilidad de suministro en aquellos lugares del mundo que pueden asegurar esta condición. Lo importante es mantener la calidad de aquello que salió de la fábrica hasta que es inoculado a las personas”. “Por eso es tan central que exista una diversidad de plataformas vacunales, porque brinda la chance de que las naciones más carenciadas también puedan protegerse”, completa.
Algunas provincias argentinas adquirieron tecnologías de última generación porque, aunque no todas las vacunas requieran 70 grados bajo cero, ninguna de las variantes puede almacenarse a temperatura ambiente. Semanas atrás, la cartera sanitaria de Entre Ríos inició la distribución de freezers por toda la provincia para garantizar la cadena de frío. Si bien la Sputnik V no precisa tanto frío para conservarse, es indispensable una temperatura de 18 grados bajo cero. Las primeras unidades de refrigeración ya fueron recibidas por los hospitales San Martín de Paraná, Delicia Masvernat de Concordia y Santa Rosa de Villaguay. Neuquén compró desde conservadoras a ultrafreezers para adecuarse a los requisitos de las variantes que llegarán a Argentina. Adquirió, en esta línea, ocho freezers que operan sin problemas a menos -20ºC, ideales para la Sputnik V; y tecnologías de mayor potencia, ante la posible llegada --si el Ministerio de Salud de la Nación destraba la situación y sella el acuerdo-- de la fórmula de Pfizer. Santa Fe inició el megaoperativo con el reparto de freezers de gran capacidad, claves para mantener la eficacia de la sustancia activa. En Córdoba, la firma Helacor --propietaria de la marca Grido-- ofreció sus heladeras y su red de transportes. Asimismo, puso a disposición su cámara de frío, la más grande Latinoamérica (es capaz de almacenar 17 millones de kilos de helado) que opera a 28 grados bajo cero.
El obstáculo burocrático
En Argentina se creó un Comité de vacunación que incluye la participación de expertos y expertas de cuatro ministerios (Salud, Interior, Defensa y Seguridad) y, aproximadamente, 150 mil hombres y mujeres que desempeñan sus tareas en las fuerzas armadas y de seguridad, en articulación con las diferentes gobernaciones. Conforme las dosis de los diferentes laboratorios arriben al país, en el Comité se prevé el establecimiento de una Mesa de Seguimiento que será liderada por Ginés González García y seguirá el proceso paso a paso.
La inmunización a escala obliga al trazado de una ruta de acciones y operaciones precisas. Si bien constituye un factor decisivo, la situación no se soluciona con el arribo de las drogas, pues hay muchos aspectos que deben tenerse en cuenta. Un eje central, por ejemplo, es la capacitación de los vacunadores de diversas escuelas de enfermería distribuidas por el país. El proceso aún continúa y no se descarta, para ello, el aporte de médicos, farmacéuticos y especialistas retirados. Desde las autoridades sanitarias han impulsado cursos para los profesionales que pueden intervenir en esta campaña.
Otro factor que no es menor es el reporte de los vacunados y la puesta en marcha de registros informatizados para manejar grandes volúmenes de datos. “Las campañas de inmunización son todo un desafío, porque hay que lograr la protección de rebaño en el menor tiempo posible. El gobierno está trabajando desde hace tiempo para poder cubrir a los habitantes de toda la superficie en un plan de vacunación federal. De hecho, se incrementó muchísimo el personal involucrado en la inmunización masiva. No solo me refiero al vacunador o vacunadora, sino también al personal que se dedica a cargar la información en el sistema”, expresa Hozbor. Asimismo, existe un sistema de seguimiento con el propósito de relevar las reacciones adversas que, en casos excepcionales, podrían surgir. Detrás de cada acción y línea de trabajo, hay personal preparado en tiempo récord.
Pero, de nuevo, los problemas no solo son locales. Una campaña histórica requiere de esfuerzos extraordinarios. Un ejemplo concreto: en meses pasados, el gobierno francés confeccionó una guía de 45 páginas destinada a los profesionales de la salud para asesorarlos en cómo debía ser el proceso de vacunación en los hogares de ancianos. De manera complementaria, había establecido un canal para consultas previas cinco días antes de la vacunación. Pero los tiempos apremiaron, de manera que este plazo se suprimió y la guía se redujo a apenas una veintena de páginas.
Derroche
“El mismo procedimiento a veces lleva a pérdidas de dosis, sobre todo, en casos en que vienen en frasquitos que contienen más de una. Sucede que, a menudo, las personas no saben que tienen un turno o faltan por cualquier eventualidad. Ahí hay dosis que se pierden y eso hay que corregirlo. También están los casos ya conocidos y vinculados a la pérdida de la cadena de frío. El incidente en Olavarría constituye un ejemplo al respecto”, detalla Hozbor.
Como las vacunas son recursos escasos, el mandato es no desperdiciar ni una sola gota. Será por eso que el antecedente de Olavarría (400 vacunas perdidas a comienzos de mes) molesta tanto. Pero el derroche no siempre se vincula con sabotajes deliberados; algunas veces tienen más relación con falta de entrenamiento y con errores propios de la práctica que deben ser subsanados de manera inmediata. A principios de mes, este diario conversó con Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria del Ministerio de Salud de CABA que mencionaba algunos contratiempos. “Lo que hay que corregir y ya detectamos es que las personas que vacunan se acostumbren a que no pueden estar las ampollas mucho tiempo afuera del freezer (no resiste más de 30 minutos)”. Y continuaba con un fenómeno a revertir: “Hubo cuatro o cinco vacunatorios que a las 17.30 aproximadamente (a las 18 culmina la jornada de inoculación) abrieron el frasco que contiene cinco dosis y advirtieron que solo tenían tres o cuatro personas para vacunar. Las dosis que no se utilizan en el momento hay que descartarlas. De aquí en más, no se abrirán los frascos sin la certeza de que haya al menos cinco personas a quienes inyectar”.
Eventos similares fueron reportados en Estados Unidos: también se abrieron frascos y debieron desecharse porque no había personas para inocular. Otro asunto a tener en cuenta es la planificación de las citas que, algunas veces y al menos al comienzo, resultó caótica. Leticia Ceriani, subsecretaria de Gestión de la Información, Educación Permanente y Fiscalización del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, lo describía a Página 12 días atrás: “Estamos mejorando el sistema de avisos y las agendas para que las personas que tienen un turno asignado sepan cuándo deben vacunarse. Son cosas que de un día para el otro ya se pulieron”, apuntaba la funcionaria.
Grupos antivacunas
Los movimientos antivacunas no son locales sino que conforman un fenómeno global dentro de los variados negacionismos que se descubren mes tras mes. En Austria y Francia tienen una participación muy marcada. Para sorpresa, las irracionalidades no tienen fin; de hecho, la semana pasada se viralizó la noticia de un grupo de personas que desde España postulaba sus dudas respecto de la existencia de nieve.
“Los movimientos antivacunas existieron siempre y se acentuaron cuando el proceso de vacunación se hizo obligatorio para lograr el efecto rebaño. Alegaban --y aún lo hacen-- que estaban siendo obligados y, por tanto, que debían resignar sus libertades. La única vía para trabajar con ellos es el diálogo y la información. No sirve negar su existencia, ni menospreciarlos, sino que debemos entablar un debate”, plantea Hozbor. Después remata: “Lo que olvidan es que la libertad de uno termina cuando afecta el derecho de otra persona. En la vacunación es clave porque su efecto benéfico es para quien la recibe, así como también para la comunidad”.
“Pienso que puede haber dudas iniciales en grupos minoritarios pero una vez que estén las dosis, se van querer inocular todos y todas”, comenta Daniel Gollan, titular de la cartera de Salud en la provincia de Buenos Aires. Las vacunas representan un hito para la medicina. De acuerdo al “Análisis del Plan de Acción Mundial para Vacunas 2011-2020” de la OMS, se estima que durante el período 2011-2020 salvaron 25 millones de vidas, o en otras palabras, cinco vidas por minuto. Según Unicef, en el presente, las vacunas salvan las vidas de 3 millones de niños y niñas al año.