La impactante transformación del actor Kingsley Ben-Adir en Malcolm X para la película One Night in Miami... ("Una noche en Miami...") no se produjo de manera tan natural como puede verse en la pantalla de Amazon Prime. "El pelo era demasiado brillante, y después fue demasiado oscuro", recuerda el intérprete. "Y entonces se volvió demasiado naranja. Intentamos con algunos agregados prótesicos, pero no me calzaban bien." ¿Y qué sucedió con los anteojos, esos marcos finos con un borde superior que se confundía con las cejas, grabados de manera permanente en la memoria cultural como un recordatorio del icónico líder y activista? Una vez que Ben-Adir se los puso sobre la nariz, ya no abandonaron su cabeza. "Se quedaron como dos meses", se ríe el actor.
La transformación es central para Una noche en Miami…, que dramatiza el encuentro a puertas cerradas entre cuatro leyendas de la cultura negra, el 25 de febrero de 1964, en un momento en el que todos atravesaban un período de gran transición. Allí estaba Malcolm, una de las voces más prominentes en la lucha por la liberación negra, que estaba empezando a separarse de las crecientes tensiones dentro de la Nación del Islam; el cantante soul Sam Cooke, cuyo carácter de superestrella dentro de un público predominantemente blanco había desatado una serie de reacciones negativas entre sus fanáticos negros; el jugador de fútbol americano Jim Brown, quien estaba a punto de abandonar los deportes para dedicarse a la actuación; y el boxeador profesional Cassius Clay, a punto de cambiar su nombre primero a Cassius X y luego a Muhammad Ali. Los amigos estaban allí para presenciar -y en uno de los casos protagonizar- la histórica pelea entre Clay y Sonny Liston; luego se retiraron a una habitación single de hotel para charlar de cuestiones de la vida y comer helado.
Las performances de Ben-Adir, Leslie Odom Jr. (Hamilton), Aldis Hodge y Eli Goree -respectivamente- son rendiciones soberbias, multifacéticas, de hombres conocidos y reverenciados en la cultura estadounidense. A la vez son profundamente humanos, considerando que las historias de los cuatro personajes tienden a ser simplificadas a medida que ascendieron al rango de mito cultural. El film permite atestiguar la vulnerabilidad juvenil de Ali, la incomodidad privada de Cooke sobre su propia música, y la paranoia y el temor de Malcolm por la seguridad de su familia. Sería asesinado menos de un año después de ese encuentro.
Ben-Adir -conocido por sus roles en televisión en series como Peaky Blinders, The OA y Alta Fidelidad, y por haber interpretado a otro icono de la Estados Unidos negra, Barack Obama, en una miniserie de Showtime- dice que Malcolm fue a menudo malinterpretado. El actor británico cita al prominente activista por los derechos civiles Dick Gregory, quien dijo una vez que su amigo íntimo Malcolm era retratado como "un demagogo lacerante" por los medios. "En realidad era un personaje del que Malcolm entraba y salía todo el tiempo", explica Ben-Adir desde su hogar en Londres. "El era un hombre dulce y tímido, y un padre cuidadoso y amoroso. Muchos de los videos que tenemos a disposición de Malcolm lo muestran respondiendo a actos espantosos de racismo, que usualmente habían sucedido en las últimas 24 horas. Con lo que no resulta sorprendente que estuviera siempre enojado o encendido por la pasión. Pero en privado Malcolm era muy diferente."
El guión escrito por Kemp Powers, quien lo adaptó de su propia y premiada puesta teatral, está guiado por el choque entre lo público y lo privado. Malcolm X, Cooke, Brown y Ali tienen sus propios desacuerdos secretos, que solo pueden ser expresados una vez que el resto del mundo queda afuera y en silencio. Powers imaginó las conversaciones que los cuatro hombres tuvieron sobre la raza, la fama y la masculinidad, pero esas charlas en pantalla resuenan como desgarradoramente verdaderas.
Como guía para toda esa sensitividad está la directora Regina King, ganadora de sendos premios Oscar por Si la colonia hablara y Watchmen, y que aquí lleva a cabo su debut detrás de las cámaras. Sus cuatro protagonistas, todos ellos hablando por Zoom desde sus hogares, se encienden ante la sola mención de su nombre, y admiten haber quedado por momentos deslumbrados ante ella. "Regina nos dio unos retratos hermosos de la vida negra en este país", dice Odom Jr. "¡Nos introdujo a algo con mucha alma! A través de Regina King están todas las mujeres negras hermosas que hemos visto".
La directora quería recrear la sinceridad y complejidad que la atravesaron en sus personajes femeninos, pasada por la experiencia de los hombres negros. Así lo dice Ben-Adir: "La declaración de principios de Regina que llega con esta película es una carta de amor a los hombres negros", recuerda. "Estos hombres son explorados de una manera muy específica, algo que depende exclusivamente de la vulnerabilidad y el amor entre ellos en privado, y por fuera del escrutinio de los medios."
Con eso vino la intensa presión para conseguir el retrato adecuado. En conversación desde Brooklyn y Los Angeles respectivamente, Hodge y y Odom Jr. aún se muestran nerviosos por saber si le hicieron justicia a sus personajes (spoiler: definitivamente, lo hicieron). El desafío es doble para Hodge, ya que Brown es el único icono de los cuatro protagonistas que aún vive. No pudieron llevar a cabo un encuentro antes de comenzar a filmar. "Pero de todos modos escuché que él dio su aprobación", dice Hodge, mientras hace un gesto de secarse la transpiración aliviado. "Con lo que... ¡estamos bien, lo conseguimos!"
Odom Jr., mientras tanto, creció escuchando a Cooke, y tenía cierta reticencia a interpretarlo en la pantalla. "En muchas maneras, Sam fue uno de mis maestros", dice, con los ojos apretadamente cerrados en muestra de reverencia. "Es también como el modelo para todos los cantantes negros modernos, y sigue siendo increíblemente significativo para mí. Honestamente, pensé que Regina cometía un grandísimo error en contratarme. Pensé que no podría llenar adecuadamente esos zapatos. Pero ahora estoy simplemente agradecido porque vio algo en mí antes de que yo mismo lo viera."
De algún modo, los cuatro hombres fueron figuras de peso en el trasfondo de la infancia de los actores. En la biblioteca de los padres de Ben-Adir se alineaban varios títulos sobre Malcolm; Goree recuerda que el nombre de Ali era parte del léxico cultural que lo rodeaba a medida que crecía, tal como las muchas historia de leyendas negras que se pasan degeneración a generación. "Para nosotros estos hombres fueron una inspiración", recuerda desde su casa en California. "Estaban diseminados a través de la comunidad por mi madre y mi abuela, y en la iglesia."
Con su físico de boxeador y sus modales suaves, Goree es el más visualmente similar al hombre que fue elegido para interpretar, y encaja sin costuras a la vista esa entusiasta bravuconería de Ali. El actor dice sentirse diferente tras haberlo encarnado. "Yo soy una persona muy introvertida, y él era sumamente extrovertido", explica. "Se energizaba al estar en contacto con otra gente, y yo prefiero estar solo. Soy la clase de persona a la que le gusta leer el guión y estudiarlo a solas, salir y hacer mi performance, y luego volver a lo mío, volver a enfocarme. Pero fuera de las cámaras me mantuve en personaje, realmente me calcé esos zapatos y los caminé, y desde entonces me quedó algo de eso. Sobre todo su perseverancia y su tenacidad, y la importancia de tener firmeza y la voluntad de hablar de aquello en lo que creés."
Esa tensión, lo que se construye según cuánto se entregue de sí mismo como hombre negro bajo la luz pública, alimenta buena parte de Una noche en Miami… A través de la película, Malcolm acusa a Cooke de abandonar a ese público negro que lo impulsó a la fama, y de fallar en utilizar esa fama como plataforma para inspirar a su comunidad. Cooke argumenta que su presencia en audiencias blancas, interpretando una música casi apolítica, es suficiente para poner un puente en la división racial. La película deja la cuestión flotando en el aire. Los cuatro actores han luchado con los mismos conflictos a medida que su fama se fue acrecentando.
"Creo que si estás inspirado de esa manera, le debés algo a la gente que te ayudó a estar allí", señala Odom Jr. "Estoy seguro de que en algunas industrias podés alcanzar el éxito por la tuya, pero la industria en la que trabajo no es una de ellas. En mi caso, una comunidad de personas me crió y me indicó la dirección correcta, y se aseguró de que me mantuviera en ese camino correcto: maestros, mentores, un hogar amoroso. Con lo que a veces pienso a quién le debo lo que tengo. Y gracias en gran parte al movimiento Black Lives Matter, y el trabajo que han venido haciendo en los últimos años, ahora somos capaces de decir la verdad sobre nuestra experiencia. Yo tengo una responsabilidad de ser más honesto sobre eso, tengo que decir la verdad, y decir la verdad es solo el primer paso."
El peso de la responsabilidad, además, se extiende más allá. En una escena de la película, Malcolm castiga a Brown por representar a "negros sacrificiales" en películas, y lo conmina a apuntar más alto. Hodge dice que sintió mucha empatía con los desafíos que Brown debió afrontar en el mundo de la actuación. "Tenés que conocer tu valor", explica. "Lo más importante es a qué le decís que no, porque decirle que sí a ciertas cosas te puede hacer retrasar diez años. Decirle que no a ciertas cosas a las que hay que negarse te pone en una mejor situación, y te ayuda a construir tu propio legado. Cada trabajo es una decisión calculada, y a lo largo de tu camino va a aparecer un montón de gente que te va a desafiar, que va a intentar convencerte de que estás tomando decisiones equivocadas. Con lo que tenés que aferrarte a tu verdad. Cuando aparecés en algo, eso queda afuera para siempre. Así que más vale que estés orgulloso."
Los cuatro protagonistas están increíblemente orgullosos de Una noche en Miami…, aun cuando Odom Jr. expresa cierta nerviosidad ante el momento en que la película quede expuesta ante el mundo. Dice que solo será capaz de relajarse cuando sepa que el público la ha aceptado. "Hamilton fue una experiencia similar", recuerda. "Nadie se puso a descorchar botellas de champagne antes de saber lo que la gente estaba pensando sobre ello". Hay allí un eco del clima que se vivió en el set, con los actores en sus propias burbujas de tranquilidad, manteniéndose en personaje todo el tiempo. "Siento tal parentesco con estos hermanos, porque todos tenemos una manera similar de dedicarnos al trabajo", continúa Odom Jr. "Uno se acerca a este trabajo con la seriedad y la gravedad que merece ser encarado, y la diversión recién llega solo cuando el trabajo está hecho. ¡Somos un grupo extraño!", agrega el actor. "Tomás una profesión muy ridícula con total seriedad durante seis o siete semanas, y después podés volver a ser ridículo otra vez."
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.