El comienzo del año no fue bueno para los activos argentinos. El riesgo país en el acumulado de enero aumentó casi 6 por ciento y se ubicó este lunes en 1452 unidades. Se explica por la caída de precio de los bonos cercana al 7 por ciento y paridades de estos títulos debajo del 40 por ciento. En las acciones argentinas que cotizan en Nueva York tampoco fue positiva la primera quincena de enero. Hubo empresas en las que se acumuló una caída de hasta 15 por ciento.
Estos resultados contrastan con la estabilidad cambiaria alcanzada en los últimos meses. Se observó reducción de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el financiero, menor volatilidad en las cotizaciones de los dólares financieros y recuperación progresiva de la capacidad para comprar reservas en el Banco Central. Por este motivo algunos analistas empiezan a plantear que la compra de activos argentinos ofrece una gran oportunidad de mediano plazo.
En la city existen dos lecturas contrapuestas respecto de lo que puede pasar con los bonos y las acciones en los próximos meses. Los más críticos aseguran que los inversores no están dispuestos a invertir capital en activos argentinos hasta que haya un panorama claro de la negociación con el Fondo Monetario Internacional, se resuelva el rumbo fiscal y se terminen de destrabar las reestructuraciones de deuda provinciales.
En los informes de distintas agencia de inversiones se indica que la normalización de la curva de tasas de la deuda en dólares sigue siendo el gran desafío pendiente dentro de la plaza local, con bonos rindiendo cerca del 16 por ciento en promedio y un riesgo país que mantiene su suba en 2021 (alcanzando niveles cercanos a los 1500 puntos).
Para la agencia Portfolio Personal “el problema es la falta de señales más claras del rumbo de la política económica, fiscal y monetaria, y de las negociaciones con el FMI. Este acuerdo quizás es el principal incentivo para la formación de expectativas del mercado en el muy corto plazo. No obstante, no hay aún ninguna definición y si un potencial buen acuerdo vendrá con nuevos fondos”.
Sin embargo para los analistas más optimistas las últimas semanas –a pesar de la caída en los precios de los activos- comenzó a consolidarse un cambio en el escenario base de los inversores en 2021, lo que podría hacer rebotar a los títulos públicos y las acciones.
Principalmente aseguran que la suba de la soja de 350 a más de 520 dólares implica un flujo de divisas que no estaba contemplado inicialmente en los análisis y permite al Gobierno hacer frente a las necesidades de moneda extranjera al mismo tiempo que consigue acumular nuevas reservas y mantiene moderada la expectativa de devaluación.
Entre los datos duros que se presentan se destaca una estimación de la Bolsa de Comercio de Rosario para la cosecha de este año. La proyección es que “las exportaciones del complejo sojero podrían subir 37 por ciento en 2021 y ubicarse en unos 22.800 millones de dólares gracias a la suba en el precio internacional de la oleaginosa y sus derivados industriales”.
De este modo la entidad calculó que el ingreso de divisas por ventas al exterior de porotos de soja, aceite y harina de soja sería 6100 millones de dólares más elevado respecto al registrado en 2020. Este monto equivale al 15 por ciento de las reservas en el Banco Central y genera un incremento en la capacidad de fuego de la política económica.
El planteo que hacen los operadores que empiezan a mirar con buenos ojos los activos argentinos es sencillo. Aseguran que con la soja arriba de 500 dólares por tonelada, una reestructuración de deuda que permite no pagar intereses por los próximos años y luego un cupón bajo de 3 por ciento en promedio y un mundo de tasas cero con importante liquidez el país tiene las condiciones para recibir nuevas apuestas en sus activos financieros.